jueves, 17 de marzo de 2016

¡Randy ganó el Junior!


Uno de los personajes más singulares sin duda alguna en la ciudad de Barranquilla fue el popular Randy. Cuando estudiaba en el Liceo de Cervantes, por allá en 1989, era muy común verlo entrar como Pedro por su casa a las instalaciones del colegio.
Era alto, corpulento, de unos treinta y tantos años tal vez, a lo mejor muchos menos, pero con una barba que le hacía parecer de más edad. Siempre vestía de pantalón largo sujetado por una cuerda que hacía las veces de correa, sandalias de cura, un bolillo de madera, un casco amarillo, una pequeña libreta con un lápiz mongol número 2 con la punta como sacada a machetazos y la infaltable botella de Coca Cola litro en la que siempre llevaba su bebida favorita, el café puro, cien por ciento colombiano.
Como lo dice magistralmente Ricardo Buitrago en su blog: “Randy fue una persona que permaneció diáfano y puro, como Dios lo entregó a este mundo. Su trasegar por algunas calles de nuestra ciudad se recuerda con cariño pues iba dejando el rastro de una personalidad incontaminada del mal que permea a quienes no tienen esa llamada condición especial, para muchos limitante, que si bien no le permitió desarrollar algunas facultades tampoco que ensuciara su corazón con impurezas mundanas. Randy, como otros seres de su condición, fue la materialización de un Ángel que desde la inmortalidad espiritual seguirá velando por quienes ahora tristes añoran su partida. Su rostro sigue ahí, en una parte del imaginario ciudadano, del que también forma parte como historia. ¡Fue un personaje barranquillero!”
Es cierto, Randy era un ángel. Pero eso si, por mucha paz y amor que respirara todo se iba al traste y se convertía en otra persona cuando alguien le gritaba –¡Randy, perdió el Junior!- Ahí si, como decía Don Ramón “patitas pa´ que te tengo” porque esa mole se te venía con todo, botella, casco y bolillo incluido, a correrte la madre con ese sabor caribeño que él tenía.
Si, Randy vivía por y para el fútbol y se podía pasar horas viendo los partidos que se celebraban en el Cervantes entre los estudiantes, se sentaba como cualquier técnico y escribía notas en su libreta que solo él entendía. Y por supuesto el Junior era su pasión y lo defendía a capa y espada.
Hoy, a pocos días de su muerte, vivirá la final del equipo tiburón desde la mejor grada de todas, y desde allí lo apoyará y le enviará toda esa energía que nuestro equipo necesita para que al final del encuentro todos los barranquilleros podamos agradecerle por su compañía gritándole a todo pulmón para que lo escuche en el cielo -¡Randy, ganó el Junior!-.
Antonio Javier Guzmán P.

Manual para ser un uribista de raca mandaca


Si usted es de a los que ya lo tiene mamado el proceso de paz pero no 50 años de guerra, si cree que en Colombia solo hay un mesías que nos puede solucionar los problemas a punta de bala y haciendo lo que le venga en gana, si piensa que es mejor la certeza de una guerra que la esperanza de la paz, bienvenido a esta secta. Pero, para pertenecer a ella debe seguir estos sencillos pasos al pie de la letra para ser un uribista de raca mandaca.

1. Incluya dentro de su lenguaje diario palabras como: complot, indignación, castro-chavismo, FarcSantos, le voy a dar en la jeta marica, traición.

2. Cuando vea las noticias acerca de las negociaciones de paz en La Habana postee en sus Facebook algo así como “a esos hijueputas lo que hay es que darles es plomo” y remate con un contundente “una bomba atómica en Cuba y se soluciona esta vaina”.

3. El primer objetivo de un uribista será tumbar a Santos de la silla presidencial y para conseguir tal fin debe colocar cada vez que puedas esa bella foto del mesías con la mano en el pecho y mirada perdida en el horizonte con un meme que dice “Comparte si quieres que yo vuelva a ser presidente”. Obedece y siéntese a esperar las bondades mágicas de Facebook.

4. Si el mesías tuitea algo, usted divúlguelo a los cuatro vientos, no se cuestione si está bien o está mal, si él hacía lo mismo o no, si es verdad o es mentira, nada de eso importa, lo realmente importante es que todo el mundo se entere de su orientación política y sígalo como borrego al matadero.

5. Cuando escuche noticias como el alza del dólar, la caída del petróleo, el robo a un banco o la pérdida de la corona a Miss Universo de inmediato riposte con la frase que es el lema y mayor sustento del uribismo: ¿Esta es la paz de Santos?

6. Si lee algún post en el que aparece la imagen de alguien conocido hablando mal de Santos, perdón FarcSantos, compártalo con todos sus amigos. No importa si el escrito es supuestamente hecho por Gossaín y está pesimamente redactado, si es una canción de Arjona y no dice sandeces, o si es del mismo papa Francisco mentando madre. Usted comparta y espere el apoyo del resto de la gallada.

7. Cuando capturen a un allegado del mesías, llámese Santiago, Andrés Felipe, María del Pilar o el mismísimo Luis Alfredo (Garavito), no dude de ninguno de ellos ni un segundo pese a que no los conozca, absuélvalos con el poder que les dio esta secta, meta la mano al fuego por cada uno y de ser necesario cómprese una camiseta china que diga “Lo que es con Uribe es conmigo”.

8. Cuando lea una propuesta de las FARC sobre las negociaciones de paz de inmediato salte a su Facebook y pegue el alarido “Le están entregando el país a la guerrilla” sin saber si el gobierno ha accedido a tal deseo o no. Repita en cada frase al menos una palabra del punto número 1.

9. Cuando se entere de noticias contundentes que demuestran que el mesías hacía cosas peores a las que hoy denuncia, hágase el marica o el pendejo. Si ya cumplió los primeros siete puntos, éste le quedará muy fácil.

10. Cuando vea noticias acerca de un atentado terrorista no le crea a las estadísticas que dicen que en este período han bajado los muertos por la guerra a niveles históricos. Por el contrario, arme su cuadrilla de indignados, cargue su arsenal de Facebook, encienda su Twitter a ráfagas de trinos diciendo “Hay que tirarles todo la fuerza pública completa y acabar con todos esos hijueputas”. Haga esto mientras lleva cómodamente a sus hijos al colegio (o su chofer) y usted llega a su trabajo en su carro ultimo modelo. También es válido hacerlo desde el sofá de su casa mientras pasa canales de televisión. Manden a todo el mundo a la guerra pero usted y sus hijos manténganse en la batalla cibernética que tantas victorias nos han dado.

11. Cuando se vea acorralado por quienes con sustento y bases derriben todas sus creencias, no se amilane y antes por el contrario responda con toda clase de improperios de grueso calibre. Trate de escribir todo con mayúsculas y con toda clase de errores ortográficos.

12. Por último, nada tendrá sentido si este 2 de abril no marcha junto al resto de la secta en contra del castro-chavismo para que el país no sea entregado a los terroristas. Eso si, si le da miedo la soledad ni se aparezca por allá, tal vez solo sean cuatro pelagatos.

@ajguzman

Pedazos de Felicidad


Te levantas al baño por la madrugada, como un zombi te diriges al sanitario, sacas la bestia y descargas tu agüita amarilla tratando de salpicar lo menos posible. Al terminar, bajas la tapa y vuelves a tu cama. No tienes ni idea de qué hora es y supones que falta poco para que amanezca. Te espera un día agotador, por lo que de inmediato reniegas en tu cabeza. En ese momento tomas tu celular y ves la hora: 1:05 a.m., una sonrisa se dibuja de oreja a oreja en tu rostro y vuelves a caer dormido plácidamente.

Y de eso mis amigos, de esos pequeños detalles, está compuesta la FELICIDAD.

@ajguzman

El gato predispuesto


Me encontraba en mi casa descansando luego de una larga jornada laboral cuando de repente alguien tocó a mi puerta. Era mi vecino que me solicitaba un gato hidráulico para reparar la llanta de su vehículo. Se lo presté sin objetar pero recalcándole que me lo devolviera tan pronto lo terminase, ya que al día siguiente debía viajar a Cartagena y no podría salir sin dicho aparato.

Pasada media hora caí en los brazos de Morfeo y me vecino nunca llegó. Me desperté bien temprano, me alisté y salí raudo en mi carro con rumbo hacia La Fantástica. Iba feliz, escuchando clásicos de los ochentas, cuando recordé que mi vecino no me había devuelto el bendito gato. De inmediato el humor me cambió, lo maldije unas cuantas veces y varios pensamientos negativos invadieron mi cabeza. –¿Y si me espicho o me para la policía de carreteras qué voy a hacer?- pensaba al tanto que lamentaba haber tenido el buen gesto con mi vecino y no estar atento a la devolución.

Seguí mi camino resignado mientras veía retenes imaginarios en cada curva, hasta que uno de ellos si era de verdad. –Juemadre me van a parar- me dije. Y si, parece que cuando uno no lleva sus documentos en regla portara un letrero gigante y fluorescente que dice algo así como “Señor policía: Estoy caído, por favor deténgame y póngame una multa”.

El agente de tránsito me pidió los papeles y al estar todo en regla me solicitó mostrarle el equipo de carretera. Cuando no vio el gato me preguntó por él y al escuchar mi respuesta me dijo en tono burlesco: Le pondré un comparendo, quien lo manda a prestar sus cosas y no estar pendiente de que se las devuelvan.

Tomé mi multa y salí de ahí echando chispas. -Todo por ser un buen vecino- pensaba agregando –la próxima vez le prestará el gato su señora madre-. Llegué a Cartagena, realicé las visitas pendientes y cuando terminé me dispuse a regresar a Barranquilla justo antes de caer la noche.

Nuevamente carretera, retenes imaginarios, retenes reales pero esta vez salí airoso sin que me detuviesen. El colmo sería que me ganara una multa dos veces por la misma causa en un mismo día.

Ya estaba retomando mi optimismo cuando pensé –la verdad me salió barato, al menos no me espiché-. No acaba de decirme esto cuando siento un ruido como de una pequeña explosión en la parte trasera de mi carro y de inmediato la dirección se volvió inestable. Me detuve y efectivamente era lo que temía. Una de las llantas de atrás con hueco enorme producto de un clavo en la vía.

La carretera estaba completamente sola, no había nada cerca, ni estaciones de servicio, ni casas, ni negocios, nada de nada. Era como si estuviese en medio del desierto. La noche le ganó al día y la oscuridad reinaba en ese momento. Miré mi celular y ni una pinche rayita de señal. –Nojoda, falta que me orine un perro- me dije. Esperé durante horas a que pasara un carro pero nada, cuando vi el reloj ya eran las diez de la noche.

Miré hacia todos lados y a lo lejos vi una tenue luz encendida que parecía ser un pequeño rancho. Estaba como a unos dos kilómetros pero era mi única salvación. Cerré mi vehículo con llave y caminé por un pequeño sendero con la esperanza de encontrar una ayuda a mi problema.

En el camino me iba hablando a mi mismo. –Seguro el que vive ahí tiene un gato que me pueda prestar-. A mitad de camino seguía pensando –Nombe, ese man no creo que tenga un gato, ¿para qué lo tendría, si ni carro debe tener?, además, si vive por acá solo y aislado del mundo debe ser un tipo resentido de la vida, amargado, y si tiene un gato lo más seguro es que me restriegue en la cara mi error de haberlo prestado, me dirá pendejo, huevón, ¿quién te manda?, igual que el policía, se reirá de mi en mi cara y no querrá ayudarme, de de seguro estará durmiendo y me culpará de haberlo despertado-.

A cada paso que daba me sentía a punto de estallar y a mi cabeza no paraban de llegar pensamiento negativos cuando me topé con la puerta del viejo rancho. La toqué fuerte y con mucha rabia, casi a punto de tirarla. Al minuto salió un viejo con cara de asustado y tan pronto lo vi le dije en tono fuerte y enérgico -¿sabes qué?, ¡metete ese gato por el culo!- y me fui de ahí a toda marcha.

@ajguzman

El gavilán y su sirirí.


Era la época de la llamada bonanza marimbera, tendría unos escasos 18 años cuando ya mis padres me prestaban su carro, un renaul 18 break color rojo, para ir a la universidad y una que otra salidita nocturna con amigos.

Cada vez que me encontraba al volante me sentía el chacho de la película. Sujetaba el timón con una sola mano y la otra la llevaba libre para cambiar la estación de la radio de Oro Stereo a Radio Tiempo y viceversa. Me sentía el dios del universo.

Cierto día me encontraba haciendo un pare en un semáforo. Cuando la luz se puso en verde yo intentaba sintonizar la emisora con poco éxito ya que la radio era análoga y la perilla hacía difícil dicha labor. De inmediato el vehículo de atrás empezó a pitarme, pero yo seguía en lo mío sin importarme el de atrás. Con el paso de los segundos la pitadera se volvió más intensa y fue cuando pude ver por el retrovisor que el vehículo en mención era una Toyota cuatro puertas con mata burro incluido, tripulada por un tipo de tez morena. -Que se espere nojoda- pensé en el acto y agregué en voz alta -¿deja el afán, acaso te estás cagando?-. El tipo como que efectivamente tenía una urgencia de marca mayor porque no quitaba su mano de la bocina.

Yo, a punto de enloquecer por le ruido estridente pero con ganas de fastidiar al tipo creyéndome el pipí que más mea, saqué mi brazo izquierdo y moviéndolo de arriba a abajo le grité -¡vuélate nojoda!-.

Por el retrovisor pude ver que el sujeto puso marcha atrás y se detuvo a unos diez metros de mi auto. -jajaja, lo hice que se desviara- pensé con una sonrisa en mi rostro.

Pero no había terminado de cantar victoria cuando siento el rechinar de las llantas de su vehículo y éste dirigirse hacia mi a toda velocidad. Por un momento pensé que frenaría a un metro de mi carro pero el tipo no se detuvo hasta estrellarse conmigo y dejarme la parte trasera de mi automóvil completamente destruida.

Yo, todavía atónito por el impacto y tratando de reajustar mi cuello que por poco y me queda en el asiento trasero, veo que no contento con eso, el sujeto se baja de su carro cargando un revólver en su mano derecha. Al verlo, literalmente me hice en los pantalones y me dije -adiós mundo cruel-.

El tipo caminó lentamente hasta mi, no medía más de un metro sesenta, vestía una camisa de flores abierta hasta el ombligo que le dejaba ver su enorme cadena de la cual colgaba un cristo casi de tamaño real, y poniendo su arma, una calibre 38 de cañón recortado me dijo con el acento más guajiro posible y su peculiar cantadito -vei compadrito, yo intenté que ese aparato volara pero no voló, ¿tenei algún problema con eso?- terminó de decir el tipo que no paraba de menear su intimidante arma y el crucifijo le brillaba a tal punto que casi cegarme.

Del susto, no me salían las palabras pero como pude le hice entender que todo estaba bien a lo que el individuo puso cara de satisfacción, se devolvió a su carro, se montó y se fue haciendo nuevamente sonar sus llantas.

Hasta ese momento llegó mi valentía y mis ánimos de Juanchito la V. Ese día aprendí a respetar a los demás, pero sobretodo me di cuenta que todo gavilán tiene su sirirí.

@ajguzman

El vaso de Navidad


Sobra decir que a mi hijo Lucas le encanta la Navidad como a cualquier otro niño. La decoración, el arbolito, el pesebre, las novenas y por supuesto los regalos lo llenan de alegría por ésta época del año. Ayer, mientras cenábamos en la casa, me pidió un vaso de agua y cuando se lo iba a servir agregó enfáticamente –me lo das en el vaso de Navidad por favor-. Aproveché el momento para decirle que al día siguiente (7 de enero) con la llegada de los reyes magos se acababa la Navidad y con ello quitaríamos toda la decoración de nuestro apartamento y volvería a tomar agua en su tradicional vaso del hombre Araña.

Molesto con lo que le acababa de anunciar mi hijo no dudó un segundo para decirme con esa seguridad que tiene al sustentar una idea –papá, ¿y qué tal si dejamos la navidad todo el año?, así yo podría tomar siempre en mi vaso.- Al principio me reí en su cara por su inocencia pero de inmediato me puse a pensar y me dije –el significado de la Navidad es el nacimiento de Jesús en nuestros corazones, y en ésta época todos tratamos de ser más amables, generosos, nos reunimos en familia, con amigos y en términos generales estamos llenos de alegría. ¿Qué tal, si como dice mi hijo, permanecemos con ese espíritu, mucho más allá de las compras, los regalos, los viajes y la ropa costosa y en cambio seguimos siendo bondadosos, tolerantes, generosos, sonrientes y en fin, vivir todo el año con la llama del amor encendida en aras de un mundo más armonioso?

Pensándolo bien, la idea de mi hijo no es tan descabellada, lo dejaré seguir usando su vaso de Navidad.

@ajguzman

Nerón y mis miedos



Cuando era niño le tenía miedo a los perros. El temor se incrementó cuando siendo adolescente el perro de un vecino (un pastor alemán de nombre Nerón) me correteó por toda la cuadra hasta morderme el tobillo a su antojo. Desde ese día, cada vez que pasaba por su casa, Nerón me veía, pelaba sus caninos y tras el primer ladrido yo emprendía la huida. Parecía que me la tuviese velada, mientras otras personas pasaban el perro ni se inmutaba, pero nada más era que me viera a metros (siempre caminaba en la acera contraria al perro) para que de inmediato descargara toda su rabia contra mí. Era como si el perro pudiese oler mi miedo.

Dicho temor me hizo tomar la decisión de elegir una ruta alterna para llegar a mi casa cuando regresaba de la universidad. Pese a que el bus me dejaba a tan solo media cuadra de mi hogar, debía enfrentar al perro, por lo que opté por darle la vuelta a la manzana y así evitar el sofoco al que ya me tenía acostumbrado el llamado mejor amigo del hombre.

Cualquier día, de regreso a mi casa, me encontré en el bus con una vecina que me hacía sentir mariposas en el estómago. Al verla le busqué conversación y ella aceptó plácidamente. Hablamos durante todo el camino y al llegar a nuestro destino nos bajamos y empezamos a caminar con rumbo a nuestras respectivas residencias. Yo iba encantado con la compañía de mi amiga, pero tan pronto recordé que iba directo a la casa de Nerón y por la misma acera empecé a sudar frío. Quise decirle a mi vecina que tomáramos otro camino pero era lo más absurdo que ella hubiese podido escuchar y ni de riesgos le diría que le tenía pánico al perro así que respiré profundo, conté hasta diez y seguí mi camino tratando de parecer lo más calmado posible.

Al pasar por la casa de Nerón mi corazón latía a millón pero me enfoqué en mi amiga, le conté algo gracioso y ambos reímos sin parar. Para mi sorpresa, Nerón ni pestañeó, por el contrario se quedó echado en el piso y creo que hasta movió su cola. No podía estar más contento, por un lado estaba ganando puntos con la chica que me traía de cabeza y por otro pude caminar frente a Nerón sin que éste me quisiera morder enfrentando uno de mis peores miedos hasta ese momento.

Al día siguiente pasé nuevamente (esta vez solo) por la casa del perro, con algo de miedo lo acepto, pero con un toque de arrojo y valentía que me inyectaba el deseo de superar mi miedo a dicho animal. El resultado fue el mismo que el día anterior. Nerón se acercó a mí, me olió y siguió su camino como si nada.

Desde ese día me di cuenta que los temores, al igual que los problemas, no se solucionan alejándonos de ellos, no. Lo mejor que podemos hacer es darles la cara, tener buen humor, conservar la calma, respirar profundo, enfrentarlos y como en mi caso, caminar en la misma acera que Nerón.

@ajguzman