lunes, 26 de septiembre de 2011

Mi Día como Empleada del Servicio


Me llamo Primitiva Yurleidis Cañate, pero todos me dicen Yurleidis, porque ese nombre está de moda en estos días, y soy la empleada del niño Antonio. Le digo niño porque lo atiendo desde que el tenía 4 años, es decir cuando era todo un culi cagado, si así como lo oyen un completo culicagadito que daba lidia todo el día. Llegué desde mi apartado pueblito del Atlántico a trabajar a la casa de sus padres a la edad de 19 años, por recomendación de mi vecina Usnavy quien trabajaba en la casa de al lado.

El patroncito siempre fue un niño inquieto y desordenado y a mí siempre me ha tocado limpiarle los regueros que deja por toda la casa, juguetes, comida, calzoncillos cagados y otras porquerías que me da pena contar. A medida que fue creciendo en tamaño los oficios se fueron incrementando y cuando tenía 14 años como que se le alborotaron eso de las hormonas y muchas veces me lo pillé manoseándose allá abajo. Yo le decía que no hiciera eso, que le iban a salir pelos en la mano y que se iba a ir pa’l infierno, pero no me hacía caso. Luego empezó a gatearme por las noches pa’ agarrarme las nalgas. Yo me hacía la dormida, eso si mientras no llevara su mano al mandado principal, no había problema. Lo malo fue que me cogió de juguetico nuevo y todos los días venía a manosearme, -es que aunque ahora no lo parezca y las tetas me cuelguen hasta el ombligo por culpa de amamantar a cuatro hijos (todos de padre diferente aclaro) yo en mi años mozos levantaba los piropos mas rebuscados de todos los celadores y albañiles del barrio-, hasta que un día cogí y le di su tate quieto para que dejara de molestar. ¡Santo remedio!


Entonces volví a pillármelo manoseándose y le dije que le conseguiría una prima que le quitaría esa arrechera que cargaba todo el día. Y así fue, un día que sus papás no estaban mi prima Merlys llegó a la casa, se metió en su cuarto y le hizo el favor de convertirlo en hombre. Según mi prima ese día el patroncito rompió el record Guiness como el polvo más rápido y malo de toda la historia. Y si lo dice mi prima yo le creo porque a esa le gusta más el sepso (léase sexo) que la comida.

Cuando el patroncito creció y se casó me llevó con él para que le siguiera trabajando en su casa. Ahora se le dio por ponerme uniforme disque para que me viera con más clase. Si quiere tener clase debería empezar por afiliarme a la EPS y pagarme las liquidaciones completas. El cree que yo soy boba, aunque nada mas hice hasta quinto de primaria ya estoy validando el bachillerato a distancia por radio y sé que tengo mis derechos, tan pronto tenga oportunidad le meto una demanda a él y a sus papás pa´ que me paguen todo lo que me deben y poder dar la cuota inicial de una casita de esas que están ofreciendo de interés social.

En varias ocasiones he estado que los dejo tirado, porque el patrón y la esposa no hacen sino quejarse todo el día de mí. “Yurleidis no limpió bien”, “Yurleidis no sacó la basura”, “Yurleidis ¿quién se comió el arequipe? Es que no se crean, nadie me está preguntando pero este oficio es bien duro y mal agradecido. Primero me toca madrugar y coger un bus en mi pueblo que me lleve hasta el centro de la ciudad y ahí tomar otro que me deja como a cigarro y medio de la casa del patroncito. Yo me voy por la sombrita y despacito pa’ no gastar tanta energía, porque ya se lo que me espera.

Cuando llego me reciben con una pila de platos y una montaña de ropa sucia, toda para esta humilde servidora, mientras la pareja de la casa sale toda limpiecita y enperfumá de pies a cabeza para sus respectivos trabajos. Eso si, tan pronto salen yo pongo el radio a todo volumen para oír a Jairo Pava y su dedo arriba! Jejeje así me de ánimo, además me gusta oírle cantar "Arepas con huevo, deditos, hayacas con masapan... masa pan pan pan... masa pan pan pan…", también me pone mis vallenaticos preferidos, es que con buena música y chistes la cosa es a otro precio. Desde ese momento me convierto en la dueña del hogar y lo único que me falta para convertirme en la señora de la casa es comerme al patroncito y no lo he hecho porque no me ha dado la gana. Yo soy de las que piensa que uno no debe patear el plato que lo está alimentando.

Antes de empezar los oficios, lo primero es echarle combustible al cuerpo y para eso me desayuno con lo que encuentro en la nevera. Si es quincena la nevera está repleta de comida así que me preparo un sanduche con pan francés, jamón y queso, unos huevos revueltos (no los del patroncito) y un café que por más Instacren, miel y chocolate que le eche queda horrible porque me toca ponerle la leche de la patroncita, pasteurizada, deslactosada y descremada dizque pa´ no engordar, aunque yo la veo igual de gorda. Yo no sé para qué gasta plata comprando esa leche si el agua sabe a lo mismo y es gratis. Si es fin de mes y la nevera está vacía me toca desayunar un bollo de mazorca que traigo desde mi pueblo, porque aquí esa nevera parece una fuente -sólo luz y agua-.

Con el tanque lleno empiezo con la limpieza del baño. Hay que ver el chiquero que tiene el patroncito que tan viejo y aún no aprende a levantar la tapa del inodoro, tanto regaño que le di de pelao y nada que aprendió. En esas me tiro casi hora y media y como medio frasco de desinfectante y ni qué decir del pocotón de frascos que tiene la doña, que si el champú, el bálsamo, el masaje intensivo, las inyecciones para la caída del pelo, la crema pa’ peinar, el agüita pa’ quitar el sudor del pelo, el que la protege del calor del secador, no se pa’ que tanto frasco, yo con el Fab y el vinagre me lavo todos los días y mi pelo queda brillantico y manejable. Esa montonera de frascos más las cremas lo que me dejan es cansá y con tronco de filo. Después se quejan y dicen que el mercado no les rinde nada, pero es que uno también tiene que comer, o es qué acaso creen que yo soy como la patrona que se mata de hambre todo el mes dizque para verse raquítica como una modelo que es lo que está de moda. ¡No mijito! Al Prudencio, mi novio, le gusta es que yo esté gordita y tenga de donde agarrá.

Y es que nadien cocina más rico que yo y mi sazón es inigualable, si no pregúntenle al patrón quien prepara los mejores guandules con carne sala´, -eso sí, después nos toca aguantarnos sus peos hediondos-, o quien hace las caribañolas más ricas y el bocachico en cabrito más delicioso, pues estos tiernos pechos. Claro que cuando los patrones se ponen muy pesados y mamones me toca bautizarles la sopa o pasarme el pan por el sobaco pa´ que respeten. Pero con lo despistado que es el patrón me sale diciendo “Yurleidis el pan le quedó rico, me supo a mantequilla de ajo”. .. jejeje. Si supiera el pobre.

Ahora al patroncito se le ha dado disque por tomar vino con el almuerzo para seguir con aquello del caché, pero yo siempre le tengo su jarrita de agua e´panela con limón en la nevera porque eso es lo que más le gusta. Además, no se a quién pretende engañar con eso del caché, el buen gusto y el billete, mientras que en su bar tiene varias botellas de vino caras le siguen llegando las cuentas por pagar y aquí llaman todo el santo día varios tipos bravos preguntando por él para cobrarle unas cuentas que tiene pendiente por pagar. Yo ya tengo la lesión (leáse lección) bien aprendida y me toca torear a cada uno de ellos con un montón de excusas que nadie se cree.

Es que hasta de secretaria me toca hacer por pinches $30.000 el día, no hay derecho. Por eso es que cuando hago los mandaos me quedo con los vueltos y con eso me bandeo y saco lo de los pasajes. Con lo poquito que me gano estoy pagando a plazos una nevera que compré hace dos años y esa cuota nada que baja, yo creo que ya la he pagado como tres veces y debo lo mismo.

La patroncita es una dama distinguida, toda una ejecutiva, de esas de nariz respingada y nalguita para´. Ella a simple vista parece que me estimara, pero yo se que en el fondo hasta celos me tiene porque yo soy la que pone a funcionar esta casa como un relojito, le hago la comida que a mi patroncito le gusta, le plancho y doblo la ropa tal como me dice, mejor dicho sin mí la vida de esos dos sería un caos, porque la única que sabe donde ellos dejan las cosas soy yo. Alguna de la ropa que ella ya no usa me la regala y con eso ya cree que le debo rendir pleitesía pero pone el grito en el cielo cuando le cojo un poquito de sus cientos de cremas o perfumes. ¿Quién la entiende?, a veces me hacen ver como de la familia, pero justo cuando uno se lo cree: ¡PUM!, tenga pa´que lleve.

Cuando me contratan por un solo día a las 4 p.m. cojo mis chiros y salgo muy oronda con una bolsa del Esito (leáse Exito) que no pasaría una mínima inspección de la aduana del hogar, gracias a Dios los jefes no están, en todo caso una sabe como encaleta sus cosas y con lo que me llevo voy compensando todo lo sufrido de la dura jornada y abonando a la pensión que no me pagan. Si me piden que me quede, igual después de las 4 no tengo más nada que hacer así que cojo el teléfono y hago unas cuantas llamaditas a mis colegas-amigas del edificio para cuadrar la reunión de la noche. Lástima que al jefe se le dio por quitar las llamadas nacionales porque antes me daba gusto hablando largo y tendido con mi prima María que vive en Bogotá. En las noches me apodero del control del T.V. del estudio pa’ ver “El Secretario” y “Yo me llamo” que están más buenas, eso sí antes me toca pelear con el patrón que siempre quiere ver sus deportes, mientras que la doña en el cuarto viendo un canal en Inglés del que no entiendo ni papa, si supiera de lo que se pierde con los comentarios de la Amparito o ver al bollito de Emilio y esa sonrisa que me derrite.

Después de ver la novela bajo a la recedpción (léase recepción) para verme con el Prudencio y darle su poquito de “peor es na´” para que se llene el buche. Allá nos encontramos con la Marelvis, la Yarcely y la Emérita y entre todos armamos una tertulia para actualizarnos de todos los chismes del edificio. El más fresquito de todos es que al señor del 502 ya no se le para y por eso la esposa mete a un pelaito de 25 años cada vez que el señor sale a trabajar, esto se lo tengo que contar al patroncito pa´que no se le olvide tomar la pastillita azul y no le pase lo mismo.

Eso si, los viernes en la tarde llueve, truene o relampaguee cojo pa´ mi pueblo por mucho que me lloren. Allá me toca hacer los mismos oficios pero sin que me paguen pero al menos en la noche puedo azotar baldosa con el Prudencio a quien no en vano le dicen “El Rey de los Portones”. Es que el hijuemadre se ve bien pinta con su uniforme de celador, así cualquiera levanta. Pero como yo lo vea con otra, a ella la mechoneo y al Prudencio lo cojo de las chilangas y que se prepare pa’ oírme la lengua, qué bien larga que la tengo. El domingo en la noche espero la llamada de mi patrón a mi celular Nokia 1100 de última tecnología, tal como el me dijo cuando me lo sacó en prepago. Tan lindo mi jefecito.

Es que yo al patroncito lo estimo mucho porque él me ha ayudado a superarme. Ahora se le metió en la cabeza por enseñarme a manejar la computadora esa. Ya tengo mi propio correo por si alguno quiere escribirme: yurleidis-la-pechugona@jodmeil.con por como me llama Prudencio. Aunque casi no puedo revisarlo porque en mi casa no tengo computador y acá el patrón siempre está sentado escribiendo no se qué pendejadas dizque para el periódico El Heraldo. Yo no lo creo nada, porque yo he cogido varias veces el periódico y nunca he visto su nombre o su foto ahí. Ese es más embustero que Pinocho, quién sabe qué es lo qué tanto escribe, de seguro es pura carreta que es lo que mejor sabe hacer.

Hablando del rey de Roma y miren quien se asoma. Los dejo porque ahí viene y se me ve sentada en su silla se pone de mal genio y le da por joderme la vida.

Nos vidriamos las carátulas.

Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mi Twitter: @AJGUZMAN