martes, 1 de febrero de 2011

Circulo de Amor Regional

Cuando salió el pésimo artículo de la revista Soho, hace tres años aproximadamente, donde se habla mal de cada una de las regiones, todos los colombianos nos pusimos a pelear entre si, como si no fuera suficiente con todo lo que vivimos día a día. No estoy de acuerdo con ninguno de esos artículos xenofóbicos y regionalistas que solo incitan a desunir mas a nuestro hermoso país. Pero en el afán de protestar muchos otros han salido a sacar los trapos sucios de las otras regiones cayendo en el mismo error de los ignorantes que escribieron y aprobaron dichos artículos. No podemos seguir juzgando y criticando todo lo que nos parece diferente ya que precisamente el gusto de un país está en su diversidad de razas y costumbres. Por mi parte protesto de la manera más pacifica que puedo y simplemente transcribo en base al artículo del Sr Andrés Rios con una visión diferente de los costeños para que sea un mensaje de paz y unión.

No creo que valga le pena leer el artículo del Sr Rios pero aquí les dejo el link para que lo compares con el mío....tan sencillo que es escribir de una manera diferente!!!

http://www.soho.com.co/wf_InfoArticulo.aspx?idArt=6504

A FAVOR DE LOS COSTEÑOS

Tengo la fortuna de compartir cubículo en mi oficina con un costeño. Cada vez que abro la ventana para que entre un poco de aire, el tipo me dice “ey llave cierra esa vaina que tengo tronco de frio” con ese acento tan sabroso que solo ellos saben tener. Es más que entendible ya que el está acostumbrado a un radiante y a veces inclemente sol de 40 grados bajo la sombra y no a un clima como el nuestro.

Cada vez que me dice que cierre la ventana me recuerda la diversidad de climas que tenemos en nuestro país y simplemente decido dejarla entre abierta para el bienestar de ambos. Entre todo este estrés de trabajo que bueno es contar con una persona tan alegre y espontanea que me haga sonreír en los momentos más difíciles. Siempre me pregunto, ¿cómo hacen para estar tan contentos todo el tiempo?

Un colombiano que no se haya contagiado de esta alegría no ha vivido en el país o es adoptado. Un costeño a 100 Kilómetros a la redonda siempre significará alegría, música, espontaneidad, deliciosa comida del Caribe como el suero atollabuey que me trae cada vez que viaja y le unto a mis arepitas y otras tantas delicias que no se consiguen por aquí.

Porque aja, así son los costeños, extrovertidos y abiertos a todo el mundo. Solo ellos son capaces de arrojarse maicena en la cara y con los ojos ardiendo del dolor reírse hasta el cansancio. Los que les brota el patriotismo cada vez que un desubicado habla mal de su tierra, llámese Barranquilla, Cartagena, Santa Marta o cualquier zona de la costa; los que trabajan pero se la gozan, ya lo decía Celia Cruz “La vida es un Carnaval” y ellos si que saben de eso. ¿Qué sería del comercio y el turismo a nivel nacional si un congresista costeño, Raymundo Emiliani, no se hubiera inventado los puentes festivos?

Es que no hay nada más rico que esa brisa barranquillera llena de un sol esplendoroso. En sus Carnavales (Patrimonio Oral e Histórico de la Humanidad declarado por la UNESCO, Patrimonio Cultural de la Nación, la Fiesta Folclórica Organizada más Grande e Importante del País y del Caribe) todo es alegría. Nadie en Barranquilla se escapa de gozar al máximo estas fiestas. A uno tranquilamente lo puede sacar a bailar una espectacular morena que nunca habías visto en tu vida, brindarte trago el que está a tu lado sin conocerte o simplemente cualquiera puede hacerte pasar el día más feliz y divertido de tu vida sin necesidad de que seas su amigo. Los policías no se escapan de esto y a pesar de que la gente les tira maicena, ellos se ríen y saben integrarse a la fiesta sin dejar sus funciones y se toman uno que otro traguito a escondidas del superior.

Pero esta alegría no es exclusiva de su hermoso Carnaval, y es curioso que el primer disco que suena en el nuevo año abre los pre carnavales. Y son tan privilegiados que no solo tienen carnavales, sino también las fiestas novembrinas en Cartagena y las del Mar en Santa Marta y a pesar de que cualquiera creería que solo piensan en rumba, son excelentes trabajadores porque de lo contrario no los pidieran tanto en las compañías multinacionales y yo no tuviera de compañero a mi amigo el friolento.

Y además de excelentes trabajadores tienen tiempo para juegos típicos que saben disfrutar al máximo tales como el dominó, la chequita y la bola e´trapo como dicen ellos.

Su acento y rapidez para hablar nos encanta a los paisas, pero debemos estar bien atentos porque de lo contrarios solo entendemos la mitad de lo veloz que hablan, pero eso sí, todos quisiéramos tener un poquito de ese acento y alegría.

Pudiera decir más a favor de ellos, incluso voy a decir más. Que fácil es confiar en un costeño que te abre las puertas de tu casa el día que te conoce, que cuando estas allá se desviven por atenderte así no te conozcan en quince minutos eres su “llave”, su “compadre”, su “primo”, y todo esto de la manera más desinteresada que exista.

Creo que el mensaje queda claro. Todo esto que escribo tiene una finalidad: pedirle a mi compañero de trabajo costeño que me siga contagiando de su alegría y que me enseñe algún día a decir como el Joe: “¡En Barranquilla me quedo!”

Antonio Javier Guzmán P.

ajguz@yahoo.com