Después de recibir vía email y rechazar cientos de invitaciones para unirme a varias redes sociales, un día aburrido por la monotonía de la oficina chateando con una vieja amiga, o una amiga vieja que en este caso es igual, esta me preguntó “¿oye estás en Facebook?”, con la franqueza que me caracteriza desde siempre le contesté, “¿y eso con qué se come?”, ella me dijo que era algo así como una versión actualizada y mejorada del chismógrafo, libreta que se usaba veinticinco años atrás para conocer la vida de los amigos a través de preguntas y respuestas de todo tipo. Queriendo satisfacer mi morbosa curiosidad decidí aceptar su invitación y tan pronto vi su foto me dije “ututui pero si hasta querida está la niña, no le pasan los años”.
Desde ese día temo confesar que me volví adicto a Facebook. Pasaba varias horas de mi valioso día buscando amigos y conocidos para agregarlos en mi perfil, incluso hasta competí con varios compañeros(as) para ver quien tenía más “amigos”. Si, así, amigos entre comillas. De las cosas que más llamó mi atención fue que en todas las fotos de perfil la gente se veía bonita, como si las hubieran maquillado con Photoshop. Yo no podía ser la excepción así que hurgué entre mis archivos buscando una foto decente. Tarea bastante difícil si se tiene en cuenta que cuando uno es feo no hay Photoshop que valga. Al fin encontré una, donde estoy junto a mi esposa, que me hace ver algo interesante y de paso le dice a mi club de fans “alto, este man tiene dueño”.
Gracias a Facebook pude encontrar ex compañeros del colegio, vecinos de los cuales no supe nada por años y amiguitas especiales; también puedo promocionar mi blog entre millones de usuarios, hacer contactos comerciales, encontrar rápidamente ayuda para donar sangre, conseguir un medicamento con lo que se salvan vidas, entre otras cosas y, esto se logra ya que es una excelente herramienta de marketing viral. Eso indudablemente tengo que abonárselo, pero después de un tiempo me he dado cuenta que ya no tengo a nadie más por agregar, y todo lo que transcurre en esta red social es la misma telenovela de todos los días, y ya me mamé de muchas de las cosas que a diario veo. Comparto con ustedes una lista de las cosas que más detesto de Facebook:
1. “Pedrito Perez ha etiquetado una foto tuya”
Tanto que me costó encontrar una foto digna en la que saliera con mi mejor cara y resulta que a mi amigo Pedro se le ocurrió la brillante idea de subir una foto de hace mil años donde aparezco con un espantoso bozo y una cara de sicario recién capturado, no hay derecho. Ahora bien, ese al menos soy yo y admito que las fotos no hacen milagros, pero de ahí a que mi nombre aparezca en perfumes, zapatos, bolsos, ecografías, bebés que no son míos, tarjetas de navidad, modelos en pelota, futbolistas famosos, platos de comidas, perros, gatos, loros, santos milagrosos, y cantantes es algo muy diferente. Es válido utilizar las redes sociales como herramienta de marketing y si bien etiquetar garantiza que dicha persona vea la mencionada foto es considerado poco cortés. Respeto a todo aquel que quiera hacer pública toda su vida y desee compartir las fotos de lo que come, hace o deja de hacer, pero por favor también deben respetar a aquellos que como yo, sólo deseamos pertenecer al mundo virtual sin dejarnos sumergir por él ni revelar todos nuestros secretos.
2. “Juanchito te invitó a unirte al grupo…”
De estas famosos y numerosas invitaciones, al principio por cortesía o tal vez pena me agregué a varios de ellos: “Barranquilla es lo mejor”, “Los que somos Junioristas hasta la muerte”, “No mas Farc”. Esperaba que el grupo aportara algo, que pudiéramos hacer cosas por mejorar a Barranquilla o acciones para sacar una ley en contra de la violencia, etc… nada de esto ocurre en estos grupos.
Y ni que decir de las mentes ingeniosas que han brotado como la maleza para crear miles de grupos sin sentido como “Los que se han pegado en el dedo chiquito con la pata de la cama”, “Los que caminamos si pisar las líneas”, o peor aún “Si este grupo llega a 1000 Fulanito se corta el cabello”. Por mí que fulanito, toda su familia y tres generaciones venideras se queden calvas.
3. “Josefina te ha enviado un Regalo (Pastel, Abrazo, Toque)”
La primera vez que vi este mensaje me alegré, “tan querida Josefina, se acordó de mi cumpleaños y me envió un regalo, ¿dónde lo tendré que buscar?” pensé de manera inocente. Resulta que ni se acordó de la fecha ni me envió el dichoso regalo, solo recibió una alerta de su Calendario de Cumpleaños y me envió un “Pastel Virtual”. ¿Qué se supone que debo hacer con ese pastel?, ¿lo imprimo y me lo como?, ¿lo parto en pedazos y lo reparto a mis amigos? En vez de eso me quedo con los que me llamaron ese día y me dieron al menos un ponqué Ramos comprado en la tienda. También Josefina, rebosante de cariño y afecto, ha sabido llenarme de toques y abrazos virtuales que no han rozado una fibra de mi ser, pero cuando está cerca de mi ni me determina, ¿quién la entiende? Josefina, la próxima vez que nos veamos aquí tengo algo para que te des gusto tocando… (¡mi guitarra mal pensados!)
4. “Fulanito quiere ser amigo tuyo”
Difícil saber quién es ese fulanito cuando dicha invitación no trae un mensaje o peor aún cuando la foto del personaje es de un florero, un carro o un paisaje. Además, a diferencia del cantante Roberto Carlos, a mi no me interesa tener un millón de amigos. Con los pocos que tengo me basta y sobra.
5. “Farmville, Pet Society”
Prefiero salir sudoroso y golpeado de un partido de bola e trapo que estar jugando este par de juegos insulsos. Sin embargo recibo invitaciones y notificaciones de todo aquel que gasta sus neuronas en tan “excitantes” juegos donde me informan que Gertrudis está regando sus margaritas o que Ermenegilda le dio de comer a su perro virtual. ¡Cómprense un perro de verdad que se cague y orine en su jardín y dejen de mandar huevonadas!
6. La Ortografía en Facebook
No soy el profesor Cleobulo del noticiero Caracol, ni me sé de memoria el diccionario de la Real Academia de la lengua Española, sólo hago el intento por escribir correctamente las palabras, aunque lo que escriba sean simples babosadas. Basta con leer algunos mensajes escritos en Facebook para imaginarse a Miguel de Cervantes Saavedra retorciéndose en su tumba por semejantes horrores ortográficos. Leer una frase como (copiado textualmente) “aller me inbitaron a un pisinazo y quize conpatirles estas fotikos”, lo juro, es como si me mentaran la madre o recibiera una patada en los huevos.
7. Notificaciones
Sólo es necesario hacer un clic a “Me gusta” en alguna foto o comentario para que luego Facebook llene tu bandeja de entrada en tu correo electrónico de notificaciones de todo aquel que también le gusta o comentó dicha foto. Afortunadamente crearon el “Ya no me gusta” porque después de cien mensajes en la bandeja de correo vaya a saber a quién le va a gustar eso.
8. “Galletas de la fortuna”
No es que no crea en la suerte, de vez en cuando compro el Baloto y cruzo los dedos esperando atinarle al premio gordo, pero eso de las galleticas de la fortuna y sus mensajes vacíos no deja de fastidiarme. “Hay alguien cercano que piensa mucho en ti”, “Te espera un largo viaje”, “Se acerca eso que tanto deseas”. Aquí tengo un aporte para una frase de esas famosas galletas: “Pasarás los próximos cinco segundos leyendo una estupidez que no te llevará a nada mientras muchos de tus amigos te bloquearán para que no les envíes más invitaciones a abrir su galletita de la suerte”.
9. La gente que comenta todo y le gusta todo.
Es la típica persona que ve todas las fotos o comentarios de sus amigos y en todas escribe algo como “estoy de acuerdo”, “qué lindo”, “divino”, o todo le gusta.
Estos personajes por lo general son los que comparten en su estado esta clase de mensajes: “Acabo de levantarme, hace un lindo día”, “Me voy a bañar, ya regreso”, “Se me acabó el jabón en pleno baño…jijiji”, “A desayunar una comida de campeones”. No creo que ellos sean tan populares o trascendentales como para que al mundo entero le interese saber todos y cada uno de los aspectos de su triste vida. Lo peor es que tan pronto como terminan de escribirlo ellos mismos le dan “Me gusta” a su comentario, a su foto o todo lo que se encuentren en el ciberespacio. Alguna vez vi un “Me gusta” en la frase “Hoy murió mi padre a la edad de 92 años”. ¿Qué le gusta de eso, que se haya muerto o qué llegó a los 92 años?
10. La adicción que crea.
Pese a las nueve razones anteriores aquí me encuentro yo, a la vez que escribo este garabato, con mi Facebook abierto viendo fotos de mis amigas a escondidas de mi esposa y esperando que algún lector haga una crítica constructiva de mis escritos. ¡Maldita adicción!
ajguz@yahoo.com