jueves, 5 de agosto de 2010

Una noche de insomnio

Son más de las 11 pm y no logro dormir, por más que doy vueltas en mi cama no me acomodo, estoy bastante inquieto, mi cuerpo pide y necesita descanso, mas mi mente no deja de trabajar. Decido contar ovejas a ver si eso ayuda, para mi sorpresa cuando voy por la número diez cada una de ellas me dice una frase al momento de saltar la cerca: “mañana tienes que pagar los servicios”, “no olvides enviarle la cotización al cliente”, “llama a fulano y zutano a cobrarles”, “se vence el plazo para pagar tu tarjeta de crédito”….las espanto a todas haciendo un tiro al aire.


Entre más rebusco el sueño más despierto me siento. Ya es la 1:00 am y necesito dormir, a las 7:00 am tengo que asistir a un curso pedagógico en el Tránsito para que me rebajen un 30% de una multa que me pusieron hace unos días y para llegar a tiempo debo levantarme antes de las 6:00 am. Ya no cumpliré las 8 horas de sueño que recomiendan, espero al menos aprovechar estas escasas cinco que me quedan.

Si mi esposa estuviera aquí le pediría una “ayudita”. Está comprobado científicamente que después de hacer el amor los hombres segregamos varias sustancias que nos provocan un sueño fulminante, así que un “rapidito” a esta hora sería una buena solución para mi insomnio, pero ni modo, ella está de viaje y aquí me encuentro yo, solo y mas despierto que nunca. ¿Qué otra opción tengo?, ¿Será recurrir a las viejas prácticas de la ley del cobarde, cinco contra uno o Manuela Beltrán?, intento hacerlo pero cuando mi mano va tomando rumbo al sur desisto de la idea, ya estoy muy viejo como para desperdiciar un “cartucho” en un simple y vulgar “pajazo”, esa munición mejor la guardo para una ocasión especial.

2:00 am y Morfeo nada que me llama a sus brazos, me levanto y camino como un robot hasta la nevera, la abro y empiezo a buscar sin saber qué, además de luz y agua me encuentro con un pedazo de pudin que al parecer brindaron en los quince años de Matusalén, era de vainilla y ahora parece que tiene chips de champiñones. Me decido por un vaso de leche, las abuelas dicen que la leche tibia produce sueño. ¿Tendrá eso algo que ver con las sustancias que segrega el hombre después de tener relaciones?

De regreso me siento en el sofá de la sala y enciendo el TV a pasar canales, y ¿qué me encuentro a esa hora?, cientos de canales que quieren venderte escobas mágicas, aparatos para cortar toda clase de alimentos y una máquina que te promete que con sólo cinco minutos de ejercicio te cambiará una enorme barriga por el apetecido six pack. En Warner Channel transmiten un capítulo de “Friends” que me he visto mil veces y ya me se de memoria, aún así me rio como si fuera la primera vez, en Nat Geo un león persigue a una gacela (yo siempre le doy al león), en MTV un rapero con mil cadenas en el cuello en una mansión acompañado de varias negras nalgonas, en TCM los “últimos” capítulos de Bonanza, en Fashion TV unos huesos desfilando en vestido de baño, en Fox Sports recordando los goles de Maradona cuando jugaba en Boca y lo que no pude soportar y por lo que apagué el TV fue ver en RCN al padre Chucho…por Dios!.

Luego le doy una oportunidad a mi PC, entro a mi correo y tengo quince mensajes nuevos, espero que sean nuevos negocios, lamentablemente no, son cinco cadenas de amor, dos de niñitos que llevan como ocho años desaparecidos y el resto chistes con títulos parecidos a este “jajajaja Buenísimo…no dejes de leerlo”; la verdad me contengo las ganas y borro todos sin leerlos. Tengo rato que no entro a Facebook (como 7 horas) así que veamos qué novedad hay. De mi lista de “amigos” hay uno que dice que está feliz, otro está molesto, uno le manda mensajes al técnico del Junior, unos se fueron de rumba, otros quedaron ponchados, otros cambiaron el carro, el perro, el marido o la esposa. Otros tantos abrieron galletas de la fortuna y esta les dice: “Te espera un largo viaje”, “hay alguien especial que piensa mucho en ti” o “se acerca eso que tanto deseas”, en fin todos mensajes “muy” profundos. Veamos las fotos de mis “amigos”: una vieja en tanga dejando poco a la imaginación, los bebés de unos, las mascotas de otros, algunos suben imágenes de lo que comieron, con quien y en donde, varios comparten o presumen de sus vacaciones, sólo falta que pongan fotos de cuando van al baño. Unos están “@Bogotá”, “@Miami”, “@México DF”, “@Egipto”, “@Buenos Aires”, “@China” y hasta en “@La Conchinchina”, ¿y yo qué? pues “@Frente a mi PC” viendo pendejadas y gastando horas de mi valioso sueño.

Sé que por esto más de uno me va a borrar de su lista aunque con más de quinientos en mi haber no creo que lo alcance a notar.

Al terminar ahí vuelvo a ver la hora y me sorprendo, 4:53 am. Apago el PC, ya la leche está empezando a hacer efecto (la de la nevera, aclaro). Nuevamente estoy en la cama, ya casi al quedarme dormido y esta vez sin pedirlo, reaparecen las ovejitas diciéndome: “mañana entra un cheque de tu proveedor”, “la lavadora necesita un mantenimiento”, “tu tarjeta de crédito vence mañana”…¡malditas ovejas!, ojalá y se extingan. Cuando ya no tienen nada más por decirme (5:15 am) el sueño finalmente me vence. Justo en el momento en que empiezo a entrar en la etapa de la inconsciencia, la alarma de mi celular suena con la canción ayayayaiii que bonita es esta vida, qué de bonita tendrá, me pregunto pensando en lo poco que logré dormir. En ese momento hago el cálculo de cuánto más tendré que pagar si no asisto al bendito curso, las cuentas en mi cabeza dan aproximadamente $130.000 que si bien no parecerán mucho, hoy en día pueden marcar diferencia. Así que decido levantarme para que la noche siguiente una de mis dulces ovejas no me los restriegue en la cara.

Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com