A mi amigo Jaime Cotes Escolar lo conocí en el colegio cuando teníamos tan solo cinco años de edad. Crecimos bajo el mismo régimen cuasi militar del Liceo de Cervantes. Camisa por dentro, pañuelo, caminar por la línea amarilla, cabello corto, rezar en cada cambio de clase y otras tantas cosas que para bien o para mal nos dieron una formación que sirvió de base para los valores que hoy día conservamos.
Nuestras madres eran amigas cercanas, por lo que fue muy común que yo pasara mucho tiempo en su casa y él en la mía. Ir a su casa era sinónimo de pasarla bien, bañarse en piscina (no había muchas disponibles por esos días), buena y abundante comida preparada por su madre, la señora Carmen y jugar Don King Kong en su Atari que cuidaba como a una novia.
Como estudiante Jaime nunca fue una lumbrera, al igual que yo pertenecía al selecto grupo del montón que pasaba el año con dios y ayuda. Bueno, lo reconozco, el era más disciplinado que éste servidor. Al sonar el timbre que indicaba la hora del recreo era el primero que se iba corriendo hasta un pequeño parque del colegio donde realizaba sus ejercicios con total disciplina. Mientras el resto jugábamos fútbol, beisbol, basquetbol o cualquier otra cosa, Jaime se colgaba de una barra y allí hacía un sin número de ejercicios que le permitieron desarrollar una importante masa muscular.
La calidez humana de Jaime y su sonrisa metálica producto de los famosos “frenillos” de entonces le permitieron rodearse de muchos amigos. Compañeros del colegio, vecinos y familiares nos deleitamos sin cesar de sus ocurrencias y buen estado de ánimo. Por más que hurgo en mi memoria no recuerdo haberlo visto de mal genio o pelando con alguien.
Así, el 1ro de diciembre de 1989, con muchas ilusiones, metas y sueños concluimos nuestra etapa académica en el colegio al graduarnos de bachilleres. Ese día todo era felicidad, el esfuerzo de muchos años había dado sus frutos y estábamos al borde de ingresar a la universidad. Yo me decidí por la ingeniería industrial y Jaime eligió estudiar Ingeniería Electrónica en la ciudad de Bogotá ya que en Barranquilla aun no estaba disponible dicha carrera.
Pero un mes después (1ro de Enero de 1990) todo cambió. Tras darse el feliz año con su madre y hermanos Jaime se fue caminando con Luis, un ex compañero y vecino, a la casa de Ana María una amiga en común a la que Luis le echaba los perros. En el camino se encontraron con Rodrigo, otro de nuestros compañeros de colegio, quien conducía un Volkswagen escarabajo color blanco. Éste se ofreció gentilmente a llevarlos y en el camino el carro presentó una falla mecánica haciendo que fueran a dar contra un poste.
Lo recuerdo como si fuera ayer, me encontraba jugando futbol con varios compañeros del colegio cuando Juan José Goenaga llegó corriendo y agitado nos dijo –Jaime Cotes se accidentó esta madrugada en un carro y está bastante delicado-. De inmediato todos dejamos de jugar y nos fuimos directo a la Clínica Del Caribe donde se encontraba en cuidados intensivos. Allá estaban los curas del colegio, familiares de Jaime y trescientas personas más. El primer parte del médico, Humberto Caiaffa, fue devastador: la vida de Jaime corría peligro y además se había quebrado la columna y quedaría inválido.
Una semana después lograron estabilizarlo y Jaime despertó. Su habitación estaba literalmente forrada en tarjetas de familiares, amigas, amigos, vecinos y allegados. Todas dándole ánimo y deseándole una pronta recuperación. La noticia se la dio el doctor Caiaffa. Las vertebras C6 y C7 trituradas lastimaron la médula espinal a ese nivel por lo que tuvieron reconstruir dichas vertebras con huesos de su cadera. Jaime no podría volver a caminar.
En ese momento cualquiera se hubiera echado a morir y tendría motivos de sobra. Pero no, Jaime de inmediato tomó la firme decisión de salir adelante con su vida. Su madre, una admirable mujer quien había quedado viuda desde que Jaime tenía 11 años y que con tesón había criado sola a cuatro hijos fue su principal motivación para recuperarse cuanto antes.
Luego de permanecer un año completo en la clínica donde presentó varias complicaciones Jaime fue dado de alta para empezar con su rehabilitación. El proceso fue duro y doloroso física y emocionalmente. Jaime pasó de valerse por sí mismo a estar cien por ciento dependiente de su hermano Alberto quien se dedicó a él con alma, vida y corazón. Sus hermanas Maria Antonieta y Soraya no se quedaron atrás y fueron el soporte emocional y financiero para esa etapa tan dura.
Jaime permaneció en Barranquilla intentando recuperarse en varios centros asistenciales pero los avances fueron mínimos e insuficientes. Buscando las mejores alternativas en instituciones para su rehabilitación encontraron en Cuba el Centro Internacional de restauración Neurológica (CIREN). Allí pasó Jaime sólo dos meses pero que le sirvieron para avanzar lo que no había conseguido en dos años estando en Barranquilla, lograr la mayor independencia posible con su limitación, lo que se llama “autovalidismo”.
Cinco años después del accidente, 1995, Jaime se encontraba listo para seguir en la búsqueda de sus metas y se matriculó en la Universidad del Norte en la facultad de Ingeniería Eléctrica. Allí nos encontramos, fue muy duro para mi verlo en silla de ruedas y admito que las primeras veces que lo vi hice lo que pude por evadirlo por no saber que decirle. Cuando por fin me decidí, me di cuenta que a pesar de estar un poco más delgado y que su voz había cambiado era el mismo Jaime que conocí en el colegio. Su sonrisa estaba allí presente iluminando cada rincón del alma mater. Sus sueños estaban intactos y haría cuanto fuera necesario por conseguirlos.
¡Y así fue! Cinco años más tarde, 2000, conseguiría su título de Ingeniero Eléctrico y de inmediato su primer trabajo como Webmaster en el centro de informática de la Uninorte. Dicho empleo lo supo combinar con una especialización en redes de computadores, misma que culminó con éxito en el 2002.
No conforme con esto Jaime siguió preparándose y ésta vez tomó el reto de hacer una Maestría en Administración de Empresas para tres años después conseguir el mencionado título. Para ese entonces su tiempo lo distribuía entre ser Catedrático en la Universidad del Norte, su nuevo trabajo en Metrotel como Ingeniero de Soporte y su empresa de modelaje y fotografía de nombre Zoom 10.
Por si fuera poco en el 2006 culminó la Maestría en eBusiness y en el 2010 la Maestría en Social Media Managment (Marketing en Redes Sociales). Hoy día conserva su trabajo en Metrotel y lo alterna con sus dos grandes pasiones: dictar clases en el Departamento de Administración de Empresas para la Escuela de Negocios en las asignaturas de “Gerencia Innovadora” y “Creación de Empresas de Base tecnológica” en la Universidad del Norte donde se ha ganado dos años consecutivos el premio a la excelencia como docente La otra pasión es tomarle fotos a bellas modelos para catálogos y para la cual siempre le he brindado mi colaboración pero lastimosamente nunca la ha requerido.
Su vida social no se queda atrás y literalmente podemos decir que no se pierde una. Si hay una fiesta de la empresa, allí está Jaime. Si inauguran algún sitio, allí está Jaime. Si hay una comparsa en Carnavales, allí está Jaime. Cada fin de año es uno de los encargados de la logística para motivar y reunir a nuestros compañeros del colegio y siempre llega puntual a la cita en su carro especialmente diseñado para su uso. Al llegar a cualquier sitio Jaime saluda más que reina de pueblo, su carisma y personalidad le han hecho acreedor de un cariño especial por donde quiera que vaya. Aunque en las mieles del amor, hoy no cuenta con su media naranja, ha tenido varias novias que han gozado de su fiel compañía. El casarse no está en sus planes inmediatos pero si Cupido llama a la puerta con la mujer ideal él dice que se dejará atrapar sin oponer mucha resistencia.
La discapacidad de Jaime no ha sido impedimento para conseguir sus sueños. No ha sido tarea fácil, sobretodo en una ciudad donde la accesibilidad al medio físico aun se encuentra en pañales. Él ha sido uno de los motivadores a cambiar el diseño de las vías de circulación para la Universidad del Norte lo que le ha ayudado en gran medida a desenvolverse como pez en el agua en éste centro estudiantil. Sin embargo, no todo es color de rosa y Jaime cuenta que muchas veces la gente por desconocimiento o falta de conciencia ciudadana se estaciona en los parqueaderos exclusivamente diseñados para las personas con alguna discapacidad.
Cada vez que nos reencontramos, Jaime me da una lección de vida. Mientras yo, encerrado en mi mundito, a veces no hago más que quejarme del país, la falta de oportunidades y otras tantas cosas, él le pone buena cara a la vida. Mientras yo llevo años decidiéndome por abrir un negocio el siempre llega con una empresa concretada. La última de ellas se llama eticbusiness.com, una firma que se dedica la creación de sitios Web y todo lo que tiene que ver con negocios en la nube. En esta empresa tiene como meta lograr traspasar las fronteras y emplear a más de mil personas de las cuales la mitad sean personas en situación de discapacidad y mujeres jóvenes madres solteras o cabeza de familia. Con el empeño, dedicación y sacrificio que le pone a todo lo que emprende estoy completamente seguro que lo va a lograr.
Algunos sacamos un millón de excusas para postergar proyectos, Jaime sencillamente donde pone el ojo pone la bala. No me pregunten cómo lo hace, pero la verdad es que tiene más cartones que un gamín. Ahora mismo tiene entre ceja y ceja un ambicioso proyecto. De la mano de la Universidad del Norte está liderando la creación de una Maestría en Marketing Digital.
Si les preguntáramos a sus estudiantes, compañeros de colegio, universidad, modelos, amigos y familiares que es lo que más admiran de Jaime tal vez muchos mencionen el temple y decisión para conseguir sus metas pero en lo que sin lugar a dudas todos coincidiremos es en la alegría que el transmite.
La historia de Jaime me inspira a ponerle corazón a lo que hago, a valorar lo mucho o poco que tengo y a poner en marcha con alegría los cientos de planes que tengo en mi gaveta. “La vida es una sola y hay que aprovechar las oportunidades, sino las hay, tenemos que crearlas” me dice Jaime con su incansable sonrisa… y vaya que si tiene razón.
Si algún día te encuentras con Jaime y decides preguntarle “¿cómo estás?” el seguro te responderá con su característica expresión de felicidad y el dedo pulgar apuntando hacia arriba diciendo “todo sobre ruedas”.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
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