lunes, 9 de agosto de 2010

Aventura Tenistica de un Costeño en Medellín


Por cosas de la vida y que no vienen ahora al caso, hace mas de 2 meses estoy viviendo en Medellín junto a mi señora esposa, mismo tiempo que llevo de inactividad y alejado de todo el mundo deportivo y tenistico, por lo que ha empezado a asomarse una pequeña y juguetona barriga en mi atlético cuerpo.


Con mucha pereza pero bastante determinación, un día desempolvé mis raquetas y me fui raudo a la liga de tenis de Antioquia a retomar la titánica labor de conseguir nuevamente el excelente nivel que algún día tuve (perdonen la modestia). Se podrán imaginar a este barranquillero 100% llegando a la liga de tenis de Antioquia con la idea en la cabeza de su similar en el Atlántico? Lo primero que me impresionó fue que dicha sede se encuentra ubicada en un gigantesco complejo deportivo donde funcionan también la liga de Jockey, de balonmano, boxeo, basketball, patinaje, pesas, atletismo, y por supuesto el estadio de fútbol Atanasio Girardot donde juega el equipo que desde hace dos meses soy hincha, el verde verde Nacional de mi alma (el propio pastelero).

Todo el personal que transita por ahí tiene pinta de deportista de alto rendimiento y yo no podía ser la excepción así que sacando pecho y caminando más confiado que el mismo Roger Federer en Wimbledon seguí mi camino hasta las canchas de tenis. La sede esta conformada por 10 canchas de polvo de ladrillo, gimnasio con fisioterapeutas prestos a colaborarte en lo que necesites, zona húmeda con sauna, vestieres con ducha, cafetería bien dotada donde te venden desde un tinto hasta una bandeja paisa, con televisión por cable para seguir los torneos del momento, 2 muros para calentar, un almacén deportivo que fácilmente podría estar ubicado en el C.C. Buenavista, fuente gratuita de agua, consultorio de Deportologo, Psicólogo y Nutricionista.

Tímidamente me acerqué a las oficinas para hacer efectiva mi reserva y cancelar la suma de $14.000 por el turno de 45 minutos de la cancha mas $6.000 por el caddie jugador que me serviría de sparring. Le sugerí a la señorita que me atendió que me mandara uno bueno ya que “yo tengo un buen nivel”.

Me fui al gimnasio a hacer lo que muy pocos hacen en Barranquilla, calentar como es debido. Después de 15 minutos en la bicicleta estática uno de los fisioterapeutas se ofreció para estirarme y yo accedí complacido pero pensando: “mínimo hay que tirarle $5.000 barras a este man”, pero no, al finalizar le pregunte si le debía algo y este me dijo que ese servicio estaba incluido en el valor del alquiler de la cancha. A las 9:15 sonó la chicharra e inmediatamente los que estaban jugando en la cancha numero 3, mi cancha asignada, se retiraron en el acto a pesar de que solo les faltaba un game para terminar su partido, no escuche de parte de ellos “ey llave 5 minuticos mas y nos vamos”.

Boleamos durante 10 minutos, practicamos unos servicios y nos dispusimos a jugar un set. Pese a que el caddie jugador tenía mucho mas nivel que yo, el set terminó 5-5 ya que nuevamente sonó la chicharra indicando que el tiempo había concluido. En esta ciudad los boleadores tienen la misma habilidad que en Barranquilla de hacerle pensar al jugador que el partido fue reñido, y lo peor de todo es que uno se va contento creyéndoselo. Al terminar las piernas me hacían como gallo montado en alambre y el corazón se me quería salir pero dichoso por el 5-5 pese a que casi todos mis puntos fueron por “errores no forzados” de mi oponente.

De ahí salí a las duchas y a cambiarme, ya cuando me iba me puse a leer la cartelera donde había diferentes artículos relacionados con el tenis y uno de ellos era una invitación para un torneo abierto Bancolombia en el Country Club de Medellín. Enseguida me animé y tome mi celular y llame a la persona encargada. Le dije que me quería inscribir en el torneo y le di mi nombre, pero ella me dijo que solo quedaba inscrito en el torneo al momento de cancelar el valor de la inscripción haciendo una consignación en la cuenta de ahorros a nombre del club. El valor de dicha inscripción fue $50.000 pesitos, ¿qué dolor cierto?, pero aun así hice el deposito, pase el fax con el volante de consignación y llame para que me inscribieran en segunda categoría pese a que llevaba mas de 2 años jugando en intermedia (una categoría de mejor nivel) en Barranquilla con la idea de “barrer” con todos en el torneo.

La modalidad del torneo era Round Robin, 4 grupos de 4 jugadores cada uno y cada partido se jugaría a dos sets y en caso de empate a uno se definiría en un tie break, clasificando los dos mejores de cada grupo. Por supuesto que pensaba que yo seria uno de esos en mi grupo.

El torneo arrancó 5 días después de haber jugado en la liga de tenis y al llegar a la portería del Country Club no entras solo diciendo: “voy para el torneo de tenis”, nada de eso, tienes que dar tu nombre y con lista en mano el celador te busca y te hace seguir luego de una exhaustiva requisa con perro incluido. Hay tres niveles de estacionamiento semejantes a un centro comercial. Las instalaciones por lejos son más ostentosas que las de nuestra curramba querida. Al momento de dar mi nombre a los organizadores del torneo me dieron un vale para almorzar de un suculento bufete que estaba incluido en la inscripción pero del cual no tenía conocimiento, así que cuando llegue (1:55pm) ya estaba atiborrado de comida incluyendo la infaltable arepa paisa. Pero sin ninguna pena lo pedí para llevar “pa pola” como decimos nosotros. Ahí mismo saqué las cuentas nuevamente en mi cabeza ($50 de la inscripción menos $30 de este bufete son $20, así que no importa si pierdo por lo menos ya recuperé algo de mi inversión).

Mis partidos estaban programados para las 2pm y ¿saben que paso?, asombrosamente empezaron a las 2pm, 2 minutos después de mi arrivo. Me llamaron para el primer partido y como si nunca en la vida hubiera jugado un torneo me puse del color de las bolas de tenis y más embolsado que el carajo. Las cancha de arcilla con líneas sintéticas, aquí no conocen la cal, están divididas por mallas una de la otra, así que rara vez se detiene el juego por meterse la bola de la cancha vecina. Todo estaba listo: caddie, juez de silla, pelotas nuevas y a jugar! La inactividad y los nervios me hicieron jugar peor que cuando estaba en tercera categoría y en ese momento me di cuenta que el caddie boleador que había jugado conmigo 5 días atrás me había mentido. En resumen jugué horrible. 1-6 / 2-6 en menos de 45 minutos frente a un tal Juan José Jaramillo que en los papeles era el mas “fácil” del cuadro. Afuera, en las gradas, mi esposa con apellido paisa (Gómez), pero mas barranquillera que Esthercita Forero, hacia como san Pedro negándome diciendo: “¡eh ave Maria que tipo tan malo!, ¿de dónde habrá salido?”. Al terminar el juez me dice: “el servicio son $5.000 señor”. ¿Por partido? pregunte yo. “si, por partido” contestó el juez. Uy saquemos cuentas de nuevo entonces: $50 de la inscripción menos $20 del almuerzo mas $15 los 3 partidos eso da $45, la vaina no es tan buena como parece.

Salí de ahí a ver el otro partido de mi cuadro, pero ojo, no sin antes limpiarme los zapatos en una rejilla con agua para no ensuciar el resto de la pulcra sede. Los otros dos integrantes tenían un juego mucho más sólido que el anterior, así que me dije: “estoy listo”, pero vamos con todo. Al terminar dicho partido me tocó jugar contra el ganador, un tal Sergio Botero. Esta vez los nervios eran menos pero el buen juego nada que aparecía. En pleno partido note que no había nadie que te gritara improperios afuera de la cancha, solo se escuchaban aplausos y ánimos por parte de los asistentes.

Mi contrincante no tuvo piedad de mi y me dejó 2-6 / 3-6. Aces, tiros ganadores, voleas, revés, drops, fueron parte de su repertorio a lo que yo solo podía ver pasar la bola una y otra vez. Al final, muy decente el señor me pidió mi número telefónico para invitarme a jugar, pero seamos honestos, ¿alguien en serio cree que me va a llamar?

Ya eliminado y sin ninguna presión llegó mi tercer y ultimo partido, el de la “honrilla” me dije yo. Ahora si voy a sacar la casta. Empecé quebrándole el servicio y lo tenía 4-1, pero no pude cerrar y en 6-6 nos fuimos a un tie-break que termine perdiendo 7-4. Para el segundo ya el cansancio hacia de las suyas a pesar de que no había sudado una sola gota (por el clima), el brazo no me daba ni para servir y confieso que estuve a punto de retirarme pero recordé que había prometido cerrar decorosamente… ¡pero que va!, el otro set fue un concierto de tiros ganadores por parte de el y errores no forzados de mi lado.

En resumen 3 partidos jugados, 3 partidos perdidos, el nombre del tenis barranquillero por el suelo, $65.000 menos en mi billetera, dolores por todo el cuerpo y alma y un almuerzo en una caja para comérmelo en la noche con el sabor de la derrota. Y eso que me inscribí en 2da categoría, ¿qué tal de haberlo hecho en intermedia?

Espero poder entrenar mas para el próximo evento y esta vez si dejar el nombre de Barranquilla bien alto… o por lo menos no tan bajo.

Antonio Javier Guzman P.
ajguz@yahoo.com