Tras la búsqueda infructuosa durante varios años por concebir un bebe, mi esposa y yo nos hemos visto sometidos a diferentes exámenes para encontrar el origen de dicho problema. Está claro que la mayoría de estos exámenes se los han practicado a mi señora por ser la mujer quien más responsabilidad tiene durante el proceso de gestación, pero cada uno de estos son un capítulo aparte y lo que me atañe a continuación es el espermograma que el mismo ginecólogo de mi esposa sugirió realizarme.
Me dirigí al laboratorio más cercano y en este me entregaron un papelito con las recomendaciones para la realización de dicho examen y que aquí les transcribo textualmente:
•Abstinencia total durante 4 días.
•Recoger la muestra en un frasco limpio.
•Entregar la muestra con no más de 20 minutos de diferencia después de la recolección.
Cuatro días de abstinencia no parecerán ser mucho para una pareja con más de seis años de casados pero para mí no hay algo más tentador que las palabras “NO PUEDES”. Sin embargo las mujeres siempre guardan un as bajo la manga o más bien toda la baraja completa y tan solo diciendo “tengo dolor de cabeza”, “estoy cansada” o “ahorita no” pueden acabar rápidamente con cualquier intención y así forzosamente pude cumplir con el requisito numero uno.
Del frasquito compré dos unidades por el optimismo de que uno solo no fuese suficiente.
Lo de los veinte minutos si era un problema logístico ya que dicho laboratorio se encontraba muy distante de mi apartamento así que no tenía otra alternativa que hacerme el examen en el mismo centro médico.
Pasados los 4 días en los que de “aquello” nada de nada, los dos frasquitos y yo tomamos rumbo al laboratorio clínico.
Me recibió una enfermera guapísima que por su físico supongo debía tener ascendencia europea, rubia de pies a cabeza, piernas como de dos metros y unos ojazos verdes de ensueño.
Ella misma me llevó hasta el cuarto y por más que le pedí una ayudita no la pude convencer. Por eso estamos como estamos, por negarle al prójimo una “mano” amiga. He sabido que en los países orientales existen bancos de esperma donde los donantes prácticamente son “ordeñados” por una linda enfermera. Mientras no abramos nuestra mente seguiremos siendo un país del tercer mundo.
Tan pronto entré al cuarto le puse seguro a la puerta y enseguida lo intenté con la mano derecha pero no pude, luego lo intenté con la mano izquierda y tampoco, finalmente al utilizar ambas manos fue que pude abrir el bendito frasco.
Confieso que me sentí intimidado al estar en un cuarto ajeno y frio, y si bien quería salir lo más rápido de esa tarea, mi “amigo” tenía otros planes. Al parecer se encontraba en huelga y estaba tan cabizbajo que daban ganas de llorar. Definitivamente necesitaba algo que lo inspirara, busqué por todo el pequeño cuarto y lo único que encontré fue una revista con Piedad Córdoba y su turbante como portada. Yo en ese momento necesitaba algo “mas-turbador” no “per-turbador”. Abro la revista y paso las paginas buscando algo mejor y me encuentro con un reportaje a la primera dama Lina Uribe, enseguida me pregunto cómo nuestro presidente fue capaz de tener dos hijos con esa señora tan insípida que no inspira un mal pensamiento. Sigo pasando las páginas y me topo con un comercial de una marca de relojes con Brad Pitt y aunque no puedo negar sus atributos físicos, definitivamente no es mi tipo. Por más que seguí buscando no encontré al menos una tetica aunque sea en brassier de esas que tanto abunda en los comerciales de ropa interior, maquillaje, jabones y hasta chicles. Entonces no me quedaba otra opción que elegir entre la del turbante y la insípida. Si por lo menos tuviera unos tragos encima creo que esto lo hubiera resuelto de una buena vez, pero es que a palo seco es muy duro decidir entre estos dos especímenes. Pasaba las páginas de un lado a otro, Piedad-Lina, Lina-Piedad, Piedad-Lina, Lina-Piedad, pero mi “amigo” seguía dormido. Las desnudé a ambas en mi mente. A una las tetas le llegaban hasta el ombligo, la otra las tenia escurridísimas. Una con un trasero fofo y feo, la otra al parecer lo dejó en la casa de Nariño. Una con cara de ninfómana, otra con cara de “ni te me acerques”. Una de izquierda, la otra de derecha.
Al final me decidí por la seguridad democrática y me puse a trabajar, trabajar y trabajar. Por un momento me sentí como el hombre con más poder en Colombia. Lo mejor de todo fue que cuando terminé no tuve que abrazarla y hacerle mimos, simplemente cerré la revista y la tiré al suelo.
Creo que sobra decir que con un solo frasco fue suficiente y hasta sobró espacio.
Al salir de ahí le entregué el frasquito con mis “muchachos” a la europea que al mirarme sonreía, yo pensaba que le había caído en gracia pero resultó ser que todavía tenía la cremallera abierta.
Los resultados me los entregaron dos días después, pero no pienso satisfacer la curiosidad morbosa de algunos o de todos, así que los dejo formulándose la pregunta: “¿quién será el del problema él o ella?”
Antonio J. Guzmán P.
ajguz@yahoo.com