martes, 13 de diciembre de 2011

El Pan Peao


Don Álvaro era un simple trabajador en una pequeña empresa donde se desempeñaba como soldador. Hace nueve años la firma prescindió de sus servicios sin decirle por qué y lo despidió con un cheque proveniente de su merecida liquidación.

Precavido como siempre, Don Álvaro guardó ese dinerito como un tesoro mientras conseguía otro empleo digno que le ayudara a subsistir. Los días y los meses pasaron y el trabajo nunca llegó obligándolo a tomar recursos de su liquidación para poder comer. Desesperado por la situación y sabiendo que de esa forma pronto se acabarían sus ahorros, tomó la decisión de comprar un horno de segunda, un par de cestas grandes y una bicicleta.

 Aprovechando que su esposa terminaba un curso de panadería en el Sena inició su pequeño negocio de preparar y vender pan por los polvorientos barrios de Barranquilla. Todas las mañanas su esposa amasaba, moldeaba y horneaba los panes más frescos y deliciosos para que don Álvaro saliera en las tardes en su oxidada bicicleta con el fin de sacar adelante su familia a punta de pedalazos.

 Hoy, y como hace casi nueve años, don Álvaro espera el comienzo de la caída del sol para salir en su velocípedo, cargando mogollas, piñitas, panochas, tostadas, pan de sal, de molde y de mantequilla ( ver video aquí). Vestido de gorra del Junior, camisa desgastada por el uso y un jean con el logo de su antigua empresa del cual lleva su bota amarrada con un elástico para evitar enredarse con la cadena, pedalea al ritmo de Lucho Herrera montado en su caballito de acero y en cada cuadra hace sonar su corneta de aire para que su asidua clientela salga alegre y le haga el pedido diario. Ese sonido se ha hecho más famoso que el de los camiones de la empresa transportadora Coordinadora y con solo escuchar el “beep-beep” de su bocina ya la gente sabe que es él.

 Muchas de las ventas que hace son fiadas y las anota en un cartón de cigarrillos Marlboro con un pequeño lápiz que sostiene entre su oreja y la gorra. En cada cuadra tiene varios acreedores que le deben varios miles de pesos y cuyas cuentas infla al ritmo del dólar.

“Ey pan”, le grita la gente, mientras detiene su bicicleta y la sostiene en un bordillo con un pedal, abre la bolsa que cubre las canastas y saca el alimento elaborado con harina, agua y sal para el deleite y disfrute de toda su clientela. “Regálenos la receta” le piden algunos, pero lo que ninguno sabe es que probablemente el ingrediente principal y secreto que le da el aroma y sabor especial al pan repartido en bicicleta proviene de los gases metanos que produce y expulsa don Álvaro directamente en la cesta durante todo el recorrido.

 A las 9 pm aproximadamente termina su ruta con su canasta casi vacía, de lo poco que le queda una parte se la regala a una vecina a quien le está lanzando los canes y el resto lo lleva a su casa para darle "materire" con su esposa y cuatro hijos.

 Ni las grandes multinacionales como Bimbo o los supermercados como Carulla o el Éxito han podido desbancarlo, y aunque cada vez sean menos sus colegas, don Álvaro pedalea y pedalea por toda Barranquilla distribuyendo el mejor y más delicioso de todos los panes: el pan peao.

Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mi Twitter: @AJGUZMAN