Ya es 9 de diciembre y aún no tomo la decisión de viajar a Barranquilla a pasar las fiestas de fin de año. Al igual que muchos de mis amigos y lectores, sea por cuestiones de trabajo o fruto del destino, nos encontramos lejos de la tierra que nos vio nacer; algunos en Medellín, otros en Bogotá, México D.F., Montreal, Miami, Londres, Barcelona, Washington D.C., Madrid, etc. En su mayoría, lugares más desarrollados tanto en su infraestructura y diseño arquitectónico como en lo cultural. Ciudades más limpias, con cultura ciudadana, clima con las cuatro estaciones, sistemas de transporte masivo, rascacielos inmensos, variedad de museos, infinidad de sitios culturales, conciertos durante todo el año de diferentes géneros musicales y entretenimiento de todas las categorías.
Teniendo como referencia estas grandes ciudades, Barranquilla quedaría muy desplazada en cuanto a algún atractivo turístico o cultural, ya que poseemos pocos sitios de entretenimiento, altos índices de delincuencia, arroyos, un Transmetro que funciona a medias, no tenemos nieve, sólo calor y más calor. Esto es una verdad a gritos que no podemos ocultar.
Hoy me pregunto entonces, ¿qué es lo que nos hace a todos los barranquilleros que vivimos fuera volver a nuestra ciudad de origen en las navidades?
Pero es que Barranquilla en diciembre tiene una magia que ningún otro lugar del mundo posee. Los que viajan en avión hacia “la arenosa” en esta época del año, tan pronto se suben pueden sentir ese aire de costa y frescura que sólo nosotros tenemos. Es muy común que te encuentres a varias personas cargando gigantescas bolsas de los grandes almacenes con juguetes y regalos para sus familiares, o como si en vez de ir en un avión estuvieran en una chiva, ya que puedes escuchar frases como “ey Juancho vámonos pa´atrás que allá hay puesto”. Tampoco faltan los que al aterrizar el avión aplauden, toman sus celulares y dicen “ajá mijo ponte pilas y pasa por mí que ya llegué”. A la salida del aeropuerto, los esperan sus familiares y amigos más allegados con una pancarta de bienvenida, flores y, una tambora que con su flauta de millo hacen mover los hombros y caderas de todos los presentes.
Los que se vienen por carretera saben que están llegando a la costa por el cambio en el paisaje. Del verde intenso de las montañas del interior y con sus robustas vacas Holstein van pasando a la vista árida y plana, llena de ganado famélico buscando sombrita. Los que entran por Sincelejo, sienten como la carretera se inunda de moto-taxistas y es muy común ver en cualquier esquina a cuatro tipos jugando dominó al ritmo de un pick-up a todo volumen y unas águilas bien frías.
Tan pronto llegas a Barranquilla empieza una loca y desenfrenada carrera por hacer todo lo que habías estado esperando durante el año, de inmediato todos tus familiares y amigos te contactan para invitarte a comer o a salir (cosa que solo pasa en quilla). Padres, primos, tíos, amigos, ex compañeros de trabajo, de colegio o de universidad se pelean por llenar un cupo en nuestras apretadas agendas de fin de año y, a veces por falta de tiempo toca descartar alguna de dichas invitaciones haciendo molestar a más de uno por el desaire.
Una de las cosas que más extrañamos los que vivimos fuera, es sin duda la comida. Es que pocos tienen el lujo de comerse un tuti fruti con “matrimonio” de bollo’e mazorca bajo la fiel sombra de un roble en la frutera de la Inmaculada, hablando de todo un poco, haciendo las veces de técnico del Junior o sencillamente contando los últimos chismes de la pintoresca y carnavalesca farándula barranquillera.
En diciembre en nuestra ciudad cualquier día es como un viernes y no faltan las despedidas de fin de año del grupo de amigos, vecinos, jugadoras de cartas, grupos deportivos, etc. Cualquier pretexto sirve para reunirse y tomarse unos etanoles.
Cuando llega el viernes, a las 4:00 pm, puedes “calentar motores” en Licores Fabio tomándote unas cervezas vestidas de novia o cualquier coctel o picada de su amplia carta. A eso de las 6:00 pm caes en Henry´s y aprovechas el 2x1 pidiendo una Margarita de fresa o un Whiskey doble escuchando música de los 80´s, viendo videos deportivos y un desfile de bollitos en el C.C. Parque Washington. Siendo las 11:00 pm, ya mas prendido que velita el 7 de diciembre tomas rumbo a Frogg Leggs (por lo menos en mi época, no sé si todavía sea así), allí te espera un negro como de tres metros de alto en la entrada para hacerte una requisa tan exhaustiva que ya hasta tiene club de fans en Facebook dentro de la comunidad gay. Allí la rumba es “todos contra todos”,… hombre con hombre, mujer con mujer, del mismo modo pero en sentido contrario... Si la sociedad protectora de animales llegara como a las 2:00 am, se llevaría a más de una linda “perrita” buscando dueño por una noche.
Si al salir de la rumba el hambre apremia, tienes varias opciones para escoger de todos los presupuestos. Viniendo de mayor a menor empezamos con Mc Mondongo donde puedes pedir una sopa de pollo que te dejará como nuevo. Si lo tuyo no son las sopas puedes irte a “Los amigos de la 38” y pedir una suculenta y “ligera” chuleta de cerdo o chicharroncito con bollo limpio. Pero, si en tu billetera sólo tienes la estampa de Jorge Eliecer Gaitán, te puedes comer un delicioso perrito de $1.000 en cualquier esquina de la ciudad (¡nada como los perros calientes de Barranquilla!).
Al día siguiente, si el guayabo te hace prometer que no vas a tomar nunca más, el plan ideal es irte a la playa, pides una jarra de refajo, te acuestas en una hamaca y esperas a que la brisa y el sonido del mar vayan poco a poco sacando esa resaca tan horrible. Al medio día pides un sancocho de pescado con una porción adicional de patacones y, cuando termines de almorzar te das un buen baño en el mar y una caminadita en la playa para ver una que otra nalguita en tanga. No te sorprendas si al finalizar todo esto ya tienes energías suficientes para empezar la misma agenda del día anterior.
Al llegar el 24, a pesar de que pensabas que tenias todos los regalos comprados, ese día te acuerdas que te hizo falta un regalo, así que te toca salir corriendo a comprarlo en cualquier centro comercial de la ciudad donde te toca chuparte una fila eterna para pagar la baratija elegida.
Esa noche prometes pasarlo en tu casa, rezas la novena, cantas uno que otro villancico y te comes una rica cena en familia hecha donde Margarita Diago o Josefina Pérez y por supuesto, no puede faltar el postre comprado a última hora en Dulcerna. Pero cuando son las 11:00 pm tu celular no para de sonar: hay rumba en Agua Helada y Uva. Todas tus promesas se van a pique y no tienes otra opción que despedirte de besito de tus familiares y darle rienda suelta a la rumba y el desenfreno…todo sea por no hacerles un desaire a los amigos.
El 25 te levantas como a las once de la mañana, te estrenas los interiores y la pantaloneta que te regaló uno de tus sobrinos y si quedó algo de la cena del día anterior te lo comes calentado de desayuno, pero sino quedaron ni las sobras puedes ir a Narcobollo y darte un banquete de todos los platos típicos costeños. Eso sí, debes estar dispuesto a desembolsar como mínimo $20.000 p/p por un desayuno. Allí puedes sentarte junto a la crema y nata de la más alta y rancia sociedad barranquillera, desde políticos, modelos, actores y exitosos empresarios hasta uno que otro traqueto recién coronado. Si tu intención es untarte más de pueblo y tener un encuentro más autóctono con la gastronomía killera te vas a “La Tiendecita” y puedes deleitarte con platos tan exóticos como sus nombres: “Los deditos curucutiadores”, “La morcilla espeluznante”, “Chuleta Dietética” o un “Chicharrón Morboso”, todo esto acompañado de un exquisito “Guarapo afrodisiaco”.
Si al salir de ahí te queda tiempo o la pereza no te gana, te vas donde tus hermanos(as) a ver que le regaló el niño Dios a tus sobrinos, de una vez te digo que por más que les supliques no te van a prestar su Nintendo, PSP o X-Box y si por alguna razón te lo prestan te harán sentir que ya tus años mozos pasaron hace tiempo cuando eras el amo y señor de Pac-Man, Asteroides o Space Invaders.
Del 26 al 30 no hay tregua, siguen las despedidas, los encuentros, los almuerzos en familia, sigues satisfaciendo tus antojos de comida y por supuesto que no puedes dejar pasar por alto la famosa y distinguida comida Árabe.
Cuando llega el 31 acompañas a tu esposa de almacén en almacén buscando algo para la noche ya que la pobre “no tiene nada que ponerse”. Cuando se ha probado más de veinte vestidos y el mismo número de veces le has dicho “ese te queda bien” tu paciencia llega al límite y la dejas tirada para irte a la sección de tecnología a ver que se te antoja de los últimos “jugueticos”. Allí te encuentras con un conocido tuyo que también de seguro se mamó de seguir a su esposa y terminas tomándote unas cervezas con el tipo. A la media hora ya es llaveria tuya y le has puesto a la orden tu casa (quedas como un príncipe y seguro que nunca va a ir). A las mil y quinientas aparece tu esposa dichosa con el primer vestido que se midió y tiene el descaro de preguntarte que por que te fuiste.
En la noche nuevamente reunidos en familia, todos con sus pintas más elegantes y tu esposa refunfuñando porque no le gustó como le quedó el vestido, tú decides hacer caso omiso y no tener la última pelea del año, mejor esperas un ratico y tienes la primera del próximo. Te tomas unos whiskys y no es necesario que prendas tu equipo de sonido ya que con el de los vecinos es suficiente.
Si ves tu casa llena de humo no te alarmes, no es un incendio, es tu suegra quemando incienso para exorcizar los malos espíritus. Como buenos chibchombianos que somos estamos llenos de agüeros es por eso que a esa hora te brindan lenteja por aquello de la abundancia, mas de una tiene la maleta lista para dale la vuelta a la manzana con la esperanza de hacer un viaje el próximo año, otros sostienen algo de oro durante toda la noche, no faltan las damas que usen sus cucos amarillos y por supuesto que se hace indispensable comerte las doce uvas. Cuando suena el disco “Faltan cinco pa´ las doce” todos bailan haciendo un circulo hasta que llegan los pitos, ojo que es indispensable saludar primero al sexo opuesto. A esa hora te bañan en champaña y cerca de tu casa queman el muñeco de “año viejo” que de seguro llevará el nombre de Hugo Chávez. Luego suena “Año nuevo, vida nueva, más alegre los días serán...”
El disco que le sigue es un “raspacanilla” que te anuncia que ya se vienen los carnavales así que de ahí pa’ lante lo que viene es rumba corrida. Los vecinos se acercan a dar el feliz año, el celular no para de sonar, eso es antes de que colapsen las redes de Tigo, Comcel y Movistar. Salen los pasteles comprados en Superfresco, con ese único sabor de los pasteles hecho por una mujer con los brazos más grandes que los de Mike Tyson y no precisamente por tirar hierro. Empiezan a pasar los carros como alma que lleva el diablo y me digo, ese mañana sale en La Libertad lleno de sangre.
¿Necesitaré algo más para decidirme a viajar a mi ciudad? Más bien los dejo y voy alistando mis maletas porque así sea caminando o en chance me voy pa’ Barranquilla… ¡nos vemos allá!
Feliz Navidad y Próspero Año 2011.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mi Twitter: @AJGUZMAN