viernes, 27 de mayo de 2011

Carmen busca empleo



El futuro de la joven Carmen es poco prometedor. Los gastos diarios y las cuentas por pagar cada día la sumergen en un estado de depresión y desconsuelo.

El salario mínimo que devenga en la empresa donde labora hace dos años ya no le alcanza, pese a todas las disminuciones de gastos que ha hecho en los últimos meses y los malabares que hace con cada quincena. Para colmo de males lleva dos meses sin recibir pago de horas extras por el nombramiento que le hizo su jefe como “personal de confianza”. Me pregunto, ¿de qué le sirve esa dichosa confianza con la empresa si no la promueven a un mejor cargo o le dan un sustancioso aumento de sueldo?

Decidida a encontrar un trabajo con mejor sueldo, optó por prepararse y para ello estudió en horario nocturno una carrera intermedia. Así, después de tres largos años, con mucho esfuerzo y tesón se graduó de secretaria ejecutiva bilingüe, con las mejores notas de su curso y una tesis laureada.

Como buscar trabajo es todo un trabajo, ella aplicó la ley de Tarzán en la selva, “no soltar una liana hasta agarrar la otra”, por esto sigue con su esclavizante y mal remunerado empleo mientras está en la búsqueda de una vacante que llene sus expectativas laborales y económicas.

Su primera tarea fue elaborar la hoja de vida actualizada y atractiva para el mercado. Afortunadamente ya no tendría que utilizar la famosa y tradicional forma Minerva 10-03, con la que ingresó a trabajar en su actual empresa, llenada a mano con foto a color de $1.000 tomada en una casucha del centro de la ciudad. Esta vez su hoja de vida debía ser elaborada en computador, impecable, ordenada y contar con todo el rigor de las normas ICONTEC.

Empezó con sus datos personales, tarea superada sin dificultad; el punto siguiente a llenar era el perfil profesional, donde debería en un corto párrafo definir sus cualidades, valores y de manera global sus habilidades en el área laboral. Gracias a la magia de Google pudo adecuar y transcribir esta frase: “Facilidad y disposición para aprender, buenas relaciones interpersonales, responsable, creativa, organizada, capacidad de realizar trabajos duros con rapidez, interés por la actualización profesional, amplia experiencia en el campo de las finanzas, liderazgo y capacidad de decisiones, conocimiento en sistemas y manejo de Internet, manejo de la lengua Inglés, experiencia en la área de informática”. Después de leerlo ella misma se dijo “Uf, con semejantes cualidades yo no necesito un empleo de medio pelo, lo que merezco es una presidencia o al menos una gerencia general”, pero al ver sus cuentas por pagar recordó su realidad y continuó en la tarea de diligenciar su curriculum vitae.

En el campo de educación llenó la información con el colegio donde se había graduado y el titulo de profesional recién obtenido, además de cuanto seminario y taller había realizado, sin obviar el de superación personal, trabajo en equipo, primeros auxilios, costurera y sus básicos conocimientos en sistemas en el manejo de Word, Excel, Office, Power Point e Internet.

Por su corta experiencia laboral además del actual empleo se inventó un cargo de directora de un pequeño negocio de propiedad de su cuñado, no sin antes avisarles a este y a los tres empleados que laboran en ella, para la eventualidad que llamaran a verificar dicha información.

En las referencias profesionales, le daba terror colocar el nombre de su jefe, no por ser mal empleada ni mucho menos, sino por miedo a que su jefe se enterara de que estaba buscando trabajo y la fuera a despedir por ello, así que decidió escribir el nombre del jefe pero el teléfono de la secretaria, intima amiga de ella quien ya tenía las instrucciones al pie de la letra para cuando recibiera la llamada ganadora. Para las referencias personales buscó su agenda y colocó los apellidos más sonados y reconocidos a nivel regional.

Ya con la hoja de vida elaborada imprimió diez copias y con periódico en mano se dispuso a encerrar en un círculo las vacantes que se ajustaran a su perfil. Se podría decir que empapeló la ciudad con ellas; en la mayoría de los casos nunca dieron una respuesta y las pocas empresas que lo hacían era para agradecerle y decirle que en el momento no tenían nada para su perfil.

Por fin encontró un anuncio en la prensa que al leerlo fue música para sus oídos, decía “Se buscan jóvenes con o sin experiencia, ingresos superiores a $2.000.000”. Inmediatamente tomó el teléfono y le dieron una cita para el día siguiente. Rompió su alcancía y pidió un préstamo en el fondo de empleados y con ese dinero se compró un hermoso vestido en SAO, siguiendo el consejo de una gran amiga que le decía que la gente se debe vestir para el puesto que quiere y no para el que tiene. Pidió permiso en su oficina alegando una cita médica de carácter urgente y se presentó a la entrevista, pero para su poca fortuna se encontró que era una oferta para ser distribuidora de una empresa Multinivel líder en productos para bajar de peso, y no está mal sólo que ella nació negada para las ventas.

Decidió ampliar su búsqueda a la Web y no limitarse al periódico, allí encontró otra oferta que sonaba muy interesante, “Trabaje desde casa, medio tiempo, sólo necesita ser de mente abierta y tener una conexión rápida a Internet. Ingresos superiores al $1.500.000”; se dijo: “este es el trabajo que necesito, así puedo dedicar la otra mitad del tiempo a la casa o a buscar otro empleo para comprarme una moto”. Decidida llenó los formularios necesarios en línea. Al día siguiente chequeó su cuenta de correo y tenía uno de la oferta de trabajo, donde le informaban que había sido aceptada para el cargo de chateadora erótica para una página XXX en el horario de 6:00  a 13:00 horas. La paga no era despreciable pero sus principios y estudios le impedían desempeñarse como tal.

Carmen no se desaminó, pues confiaba en que el universo le tenía guardado un mejor trabajo, así que continuó en la ardua tarea. Un compañero de universidad le informó sobre algunas vacantes disponibles en una prestigiosa multinacional. Ese mismo día en su hora de almuerzo, llevó su hoja de vida y a la semana siguiente la llamaron para la primera entrevista. Nuevamente se puso el mismo vestido de ejecutiva, gastó unos pesos en la peluquería del barrio para hacerse el manicure, pedicure y un sobrio peinado. Esta vez pidió permiso en su trabajo diciendo que se le había muerto un tío que sólo existía en su ingeniosa mente.

Se presentó a la entrevista donde le explicaron de la disponibilidad de dos vacantes para el cargo de auxiliar administrativa, contrato a término indefinido y un salario de $1.700.000 más todas las prestaciones sociales legales y un bono extraordinario anual por resultados en la evaluación de desempeño de cada empleado. En definitiva, este trabajo era exactamente lo que buscaba Carmen desde hacía meses. 

Las aspirantes al cargo eran cinco mujeres, incluida la protagonista de esta historia. Las primeras pruebas fueron las psicotécnicas, las cuales consistían en una serie de preguntas de escogencia múltiple sobre inteligencia general, aptitud y personalidad. Carmen salió airosa y sonriente de dicho examen, sabía que todo lo había respondido bien y en el menor tiempo posible. Estaba confiada que uno de esos puestos sería de ella por sus cualidades, conocimientos y disposición. Pero lo que ella no sabía es que uno de esos puestos disponibles ya tenía nombre y apellido. Una de las aspirantes que realizó el proceso estaba altamente recomendada por un importante político regional y dirigente de un reconocido partido, y sólo presentaba las pruebas para cumplir con los requisitos de la empresa, independiente de los resultados uno de las vacantes sería de ella a costa de lo que fuere. Es decir, la realidad para Carmen era la siguiente, un cargo disponible entre cuatro mujeres.

Al llegar a su casa encendió una veladora y prometió rezarle una novena a San Pancracio y pagar una manda con tal de conseguir el empleo.

Al parecer el perejil puesto en la esfinge de San Pancracio y la novena estaban dando resultado porque nuevamente la llamaron de la empresa, esta vez para una entrevista con quien sería su jefe. Como ya le habían visto el vestido de sastre comprado en SAO, recurrió a una amiga ejecutiva quien estuvo presta a facilitarle algo acorde a las necesidades. Esa noche estudió varias horas acerca de la empresa, de cómo comportarse en una entrevista laboral, su lenguaje verbal y no verbal, mirar a los ojos, no gesticular demasiado, sonreír, tener actitud positiva y sobre todo que sus respuestas fuesen enfocadas cien por ciento a beneficio de la empresa.

Al llegar a la compañía se encontró con las demás aspirantes y cruzaron varias palabras tratando de sacar información acerca de cada una de ellas. El entrevistador, su futuro jefe, la recibió con un cálido apretón de manos y luego la bombardeó con preguntas acerca de su hoja de vida, su perfil laboral, sus aspiraciones, metas, fortalezas, defectos, su vida personal y sobre cuál sería el beneficio que tendría la empresa al contratarla a ella. Carmen respondió de manera impecable a todos los interrogantes y el entrevistador la despidió no sin antes decirle que al día siguiente la llamarían para informarle de los resultados del proceso, pues necesitaban que la persona elegida empezara a laborar casi de inmediato.

Esa noche Carmen no pudo conciliar el sueño pensando en la respuesta que le darían y que podía cambiarle la vida de manera positiva. Rezó tres Padre Nuestros y nueve Ave Marías mientras hacía cuentas o más bien pajazos mentales con el dinero que se iba a ganar con su nuevo trabajo. Bien temprano, a eso de las 8 am recibió una llamada en su celular, era el jefe de personal de la multinacional. La noticia fue devastadora, no importó que ella fuera la mejor preparada de las cuatro aspirantes (recuerden que uno de los cargos ya tenía dueño), la más calificada para el cargo, la del más alto puntaje en las pruebas psicotécnicas y la de mejor fluidez verbal y desenvolvimiento en la entrevista personal. A su futuro jefe nada de eso le importó, pues al final terminó escogiendo a la de las tetas más grandes.

Esa es la triste realidad de Carmen, quien hoy día está pagando el crédito para la compra del vestido que ya se encuentra un poco desteñido por el uso y abuso de innumerables entrevistas laborales, presa del desespero terminó ingresando a las ventas por multinivel, para lo cual hizo otro préstamo, hoy día tiene su cuarto lleno de productos y aún no ha vendido el primero de ellos.

Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com