lunes, 23 de abril de 2012

Cumbre de dominó


Era una tarde de domingo cuando Alfonso se encontraba solo en la terraza de su casa descansando en una mecedora. Mientras se abanicaba con la sección deportiva del periódico El Heraldo para apaciguar el fuerte calor, bebía pequeños sorbos de una deliciosa cerveza a punto de congelación.

En ese mismo instante pasaba su vecino Tulio, al que apodaban “Aladino” porque aparecía tan pronto abrían una botella. Al ver a su amigo reposando le dijo –Aja viejo Pocho, ¿ya te sabes la última?-.
-La Z- le respondió Alfonso muy parco.
-Imagínate que Nancy, la hermana de Carlos, está preñada. Sácate una fría y te tiro todo el dato- agregó Tulio emocionado.
-Nojoda, yo sabía que esa vieja con su carita de yo no fui se estaba comiendo sus pescuezos en voz baja. ¿Y quién es el machucante?- preguntó Alfonso intrigado.
-No te hagas el marica, mándate la fría que así con el galillo seco no aguanta- repuso Tulio una vez más.
-Bueno, pero desde ahora te la canto, es la única que tengo- finalizó Alfonso antes de levantarse de su cómodo mecedor.

No acababa de pararse cuando de improvisto llegó Rodolfo, un vecino de ambos, y dijo –Huy Alfonso, ¿estás mandando?, tírate una ahí-
-Ñerda loco, ahora uno no puede tomarse una cerveza tranquilo. Ya vengo, voy por las botellas- añadió resignado Alfonso.

Como si fuera poco, al llegar Alfonso con las tres cervezas, pasaba Freddy en su moto y al ver a sus compinches frenó en seco y se bajó a “saludar”. –Viejo Pocho que detallazo, así es que siempre lo deben recibir a uno los amigos, con una fría en la mano- musitó Freddy al tiempo que cogía uno de los envases lleno del cebado líquido.
-Hablando serio, no tengo más. Mi nevera parece una fuente, sólo hay luz y agua- gruñó Alfonso con cara de pocos amigos.

Freddy, presumiendo ser el adinerado de la cuadra, lanzó al aire una invitación –Yo mando la primera tanda, pero sácate un dominó y nos tiramos unos chicos aprovechando que estamos los cuatro. De aquí pa´lante el que pierda el chico paga la ronda-.
-Bueno, va pa´esa pero yo voy con Tulio que es un tigre mono jugando dominó- añadió Alfonso aceptando el reto.
-Ni modo Freddy, nos tocó juntos. Pero ya sabes, si la cagas tu pagas porque estoy más pelao que el jopito del niño Dios. Además juego uno y nos vamos porque mi novia me está esperando para ir al cine y luego comer perro caliente- completó Rodolfo.

Teniendo la mesa lista y ubicándose cada competidor frente a su pareja voltearon las fichas y el dueño de casa empezó a revolverlas.
-Mueve bien esa vaina y suéltalas que yo te conozco lo tramoyero- replicó Freddy de manera contundente.

Al terminar de revolver cada uno cogió al azar siete fichas. Rodolfo y Tulio sonrieron al ver su juego mientras que los dos restantes mostraron prudencia.
-Que salga el que tenga la mazorca- dijo Freddy con ganas de empezar la acción.
-Aquí está la pelúa- apuntó Alfonso a la vez que hacía sonar de manera exagerada la ficha con la pobre mesa que de nada tenía la culpa. Cuando terminó su maniobra le dijo a su rival ubicado a su derecha en tono sarcástico –dale mi amor-.

Uno a uno fueron dejando sus fichas mientras el juego ganaba en tensión. Ninguno permitía una mínima seña con su compañero para que la información no se filtrara entre ambos. Cuando llegó el turno de Freddy, éste alzaba su ceja pretendiendo pasar por intelectual analizando su juego y el de sus rivales de turno. Justo antes de poner su ficha se escuchó tímidamente la canción “Amarte más no pude” de Diomedes Díaz y Freddy la entonaba cual cantante del programa Yo Me Llamo a la vez que le decía al anfitrión –levántate de ahí y dale quinientas barras de volumen a esa vaina porque todos pasan, ahora en este juego mando yo- dejando en la mesa su jugada maestra donde en ambos lados figuraba el cinco sabiendo que en sus manos estaban las pintas necesarias para ganar ventaja.

Cuando ya no tuvo otra opción diferente a dejar el juego disponible a su contrincante tiró en la mesa la ficha marcada con el cinco y tres y dijo –acuéstate como las coyas- mirando a su vecino de la derecha y sabiendo que éste poseía el doble tres. En eso se acercó William, el rolo de la cuadra, y al verlos jugar preguntó con tono inocente –ala, ¿y qué figura tienen que armar?

-Nojoda cachaco, ábrete de aquí que tú no sabes de esta vaina, ves a ver si la puerca puso o juégate un partidito de tejo- vociferó Tulio en tono burlón mientras azotaba el cinco y seis contra la madera y añadía –el que tenga el doble cinco puede echarle vaselina porque está ahorcado-.

-“Sopa”- pronunció Freddy queriendo decir que pasaba.

Era el turno de Alfonso, puso su ficha sin tanto pensar con una pasmosa tranquilidad pero un segundo después Freddy se la devolvía diciendo con voz de mando –las cabras van al monte y los rateros al mercado- revelando la trampa que Alfonso había intentado hacer.

En ese mismo instante se escuchó el sonido de un cuchillo golpeando una superficie metálica. Era el vendedor de butifarras que pasaba frente a los jugadores. –Hey, ¿a cómo son?- le preguntaron todos al unísono dejando ver el hambre que cargaban. –A quinientos, tres en mil- respondió el humilde vendedor. –Bueno, dame cinco mil barras con ñapa incluida, pero le echas buen limón y una torrejas adicionales de bollo e´yuca- señaló Freddy sacando el dinero de su billetera.
-¿Y el huevo?- preguntó Rodolfo. -¡Velo aquí!- le contestó Tulio riéndose y agarrándose sus partes íntimas.

Mientras comían sus viandas, el cuarteto se dispuso a contemplar el paisaje compuesto por un grupo de hermosas mujeres que caminaban bajo el abrazador sol que ya empezaba a caer. Todos sacaron lo mejor de su repertorio de piropos picantes pero sin faltarles el respeto a las damiselas pero haciendo sonrojar sus bellos rostros.
-Oye Tulio, y a todas estas, ¿quién es el papá del hijo de Nancy?- preguntó Alfonso ensimismado.
-No sé, pero las malas lenguas dicen que es un man casado que la ajusticiaba todos los fines de semana- concluyó Tulio de manera especulativa.

Cuando retomaron el juego, después de limpiarse las manos con la camiseta del otro era el turno de Rodolfo. Examinó bien las tres fichas que le quedaban, revisó varias veces el juego puesto en la mesa y finalmente decidió por deshacerse de la pieza con más pintas.

Tulio, sin decir palabra alguna golpeó la mesa dos veces con una de sus fichas indicando que no tenía juego para poner en la mesa y por lo tanto pasaba.

Freddy, que siempre estuvo al tanto de la estrategia de su compañero, colocó su ficha para dejarle el juego servido en bandeja de plata a Rodolfo.

Y así fue, llegado nuevamente el turno de Rodolfo dejó en la mesa la ficha marcada con la tres y blanco para de esta manera cerrar el juego. Tiró en la mesa la única pieza que le quedaba en la mano y dijo –No va más, ¿quién tiene menos que la pela´?- mostrando la doble blanca y dejando a sus rivales viendo un chispero.

Rodolfo y Freddy se chocaron las manos en señal de victoria y de inmediato pidieron la siguiente ronda de cervezas. Al tenerlas en sus manos bebieron un gran sorbo y dijeron al tiempo –ah, heladitas y gratis son más ricas-.

Un poco ardidos por la situación los perdedores voltearon las fichas y revolvieron para empezar un nuevo juego. Freddy, recordando la cita que tenía su compañero le preguntó -¿tú no te ibas a ver con tu novia?- y de inmediato éste le contestó –Fresco yo me quedo, ahorita la llamo y le digo que no puedo ir. De todas formas íbamos a pelear cuando llegara-.

Así continuó una tarde de dominó entre amigos. Al igual que la cumbre de las Américas efectuada en Cartagena hubo bastante protocolo, se habló mucha mierda y no se concretó ni se hizo nada. La única diferencia es que aquí no hubo ni burros, ni putas ni ublimes.

¡Que viva la cumbre de dominó!

*Espere el próximo Lunes: "Barranquilla, ¿el mejor vividero?"
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Otros artículos del autor: http://anecdotascaribes.blogspot.com/