Después de muchos años de vida 
matrimonial, después de intentarlo una y otra vez, después de cientos de
 visitas a médicos de distintas especialidades, después de que mi esposa
 le abriera las piernas a varios ginecólogos, después de múltiples pajazos sin sabor en un cuarto oscuro para practicarme diversos exámenes en búsqueda de algo anormal (ver aquí),
 después de seguir las indicaciones de familiares y amigos creedores de 
la verdad absoluta donde nos decían “dile a ella que eleve sus piernas 
cuando terminen”, “que no orine sino después de dos horas”, “háganlo con
 la luna llena”, “tómense un tiempo de vacaciones”, “yo conozco a un 
chamán que hace milagros”, “háganlo un día si y un día no”, “la posición
 del misionero es la más efectiva”, “adopten uno y ya vendrán los suyos"
 y quien sabe cuántas cosas más. Después de cientos de polvos 
programados, algunos buenos, otros regulares y muchos pésimos. Después 
de gastar miles, millones de pesos, en vitaminas, cirugías, exámenes de 
laboratorio, inseminaciones artificiales, fertilización in vitro, 
después de incontables frustraciones al recibir la no deseada visita. 
Después de aguantar varios comentarios impertinentes como: “¿quién es el
 del problema, tu o ella?”, o soportar burlas de los que se dicen ser 
amigos diciéndonos: “ese man salió purina”, “la esposa es una mula”. 
Después de ver nacer a una docena de sobrinos, a los hijos de mis amigos
 e incluso a otros tantos que vi convertirse en abuelos. Después de 
pedirle a Dios, al niño Jesús, a la virgen María, los Reyes Magos, Papá 
Noel y prenderle decenas de veladoras a San Judas Tadeo, abogado de los 
casos difíciles y desesperados.
Después de pasar y vivir por todo eso 
confieso que mi fe se había perdido por completo. Mi esposa y yo ya 
teníamos visto un lindo perrito de raza Pug, esos que tienen la cara 
arrugada, son divinos y generan menos trabajo y casi el mismo placer que
 un hijo. Y es que no fue fácil ver a mi esposa recibir la no grata 
“visita” mensual y además seguir escuchando las inoportunas personas que
 no se cansaban de preguntarnos: “¿ajá y ustedes cuando es que van a 
tener hijos?”. Tuve que pasar por toda esa presión y  estrés, para darme
 cuenta que Dios concede las cosas en su tiempo y no en mi tiempo, mis 
planes no son sus planes y que además Él es el único que da la vida. 
Este regalo que nos concedió no fue el fruto de mis múltiples oraciones o
 por ser buena persona e ir a misa todos los domingos. Simplemente 
recibimos esa bendición por pura misericordia de Él y lo mejor de todo, 
sin nada a cambio.
Si, así es. Gracias a Dios, mi esposa y yo finalmente estamos esperando un bebé.
Lo supimos después de haber llegado de 
Barranquilla luego de unas ajetreadas vacaciones. Ya en el calor de 
nuestro hogar y con pocos días de atraso pero con bastante ansiedad 
compramos una prueba de embarazo casera, esas de $5.000 que venden en 
cualquier droguería y que son capaces de generar emociones ambivalentes.
 Si, la misma prueba a la que acuden muchas parejas de novios asustados 
creyendo haber metido los guayos. El resultado: dos rayitas verticales 
que indicaban “Embarazo Positivo”.
Pero a pesar que este tipo de pruebas 
tienen un bajo margen de error, de inmediato nos dirigimos al 
laboratorio más cercano para hacernos la prueba de sangre llamada 
Gonadotropina Corionica y así comprobar de una manera más científica la 
tan agradable noticia. Una hora más tarde nos enviaron el resultado a 
nuestro e-mail.
Comprobado: Embarazo POSITIVO.
Como toda mujer, mi esposa lo presentía,
 creo que las mujeres desarrollan ese sexto sentido y saben cuándo están
 en embarazo. Por mi parte, el corazón me quería estallar, las palabras 
no me salían y las lágrimas corrían por mis mejillas mientras nos 
fusionábamos en un abrazo tan emotivo que cicatrizó todas las heridas 
producidas por tan larga espera.
De inmediato empecé a sentir que todas 
mis articulaciones se paralizaban y un fuerte nudo en la garganta me 
impedía pronunciar palabra alguna. Parece mentira, tanto tiempo 
anhelando y esperando ese momento y ahora que llegaba sentía un miedo 
enorme por el reto que se me viene encima: ¡Voy a ser Papá!
En ese preciso instante surgen miles de 
interrogantes en mi cabeza: ¿Crecerá sano?, ¿será niño o niña?, ¿será 
uno o dos?, ¿Estará completo?, ¿tendremos el dinero suficiente para 
darle todo lo que queremos?, ¿será cierto eso que todo niño nace con el 
pan bajo el brazo?, si es así, ¿a qué sabrá ese pan aliñado con sobaco 
de bebé? Y si nace en Medellín entonces ¿traerá una arepa con chorizo?, 
yo preferiría que trajera una chequera o un certificado que diga “Todo 
pago hasta que cumpla los 25 años”. Pero lo que más me preocupa y da 
vueltas en mi cabeza es “¿seré un buen padre?”. Mi papá dice que aunque 
nadie le enseña a un hombre a asumir el rol más importante que puede 
realizar en su vida, eso va fluyendo día a día de acuerdo con las 
necesidades. ¡Ruego a Dios porque así sea!
Aún no sabemos el sexo de la criatura, 
por lo que vimos en la última ecografía más que un ser humano parece un 
renacuajo. Si es niño lo llamaremos Rogelio Federico en honor a mi 
ídolo, el mejor tenista de todos los tiempos. Si es niña estamos por 
decidirnos entre el nombre de mis amigas Venus y Serena, (ver aquí) aunque creo que este último es más acorde con nuestros apellidos.
Tampoco sabemos dónde nacerá, pero sea 
donde sea garantizaremos que será 100% costeño(a). Además sacando las 
cuentas y mirando el calendario no cabe duda que es “Made in 
Barranquilla”, así que un descendiente de costeños, hecho en la costa 
será necesariamente amante de los carnavales, excelente bailarín(a), 
Juniorista hasta los tuétanos y con acento caribeño. Prometo 
desheredarlo(a) si nos sale hincha del Nacional o con el cantico de 
Natalia Paris.
En el momento que escribo esto el 
renacuajito(a) tiene 5 semanas de gestación… un momento, ¿cómo así? Ese 
día fue 20 de febrero y yo no le toqué un pelo a mi esposa, lo tengo muy
 claro. Huy, sonaron las campanas de Belén, ¿será me quieren meter gato 
por liebre?, bueno, no importa, bien lo dice el dicho: “padre no es el 
que engendra sino el que cría”. Afortunadamente luego la ginecóloga nos 
explicó que el embarazo se empieza a contar desde el primer día del 
último período y aunque la ovulación se de dos semanas después, momento 
 en que se puede embarazar la mujer y mismo día que ejercí mis deberes a
 cabalidad, los médicos siempre hablan en función a la última 
menstruación.
Ahora bien, ¿cómo será nuestro 
embarazo?, ¿será que mi esposa me cortará los “servicios”? Si bien es 
cierto que el embarazo puede causar inapetencia sexual también he 
escuchado que algunas mujeres embarazadas experimentan mayor deseo de 
tener relaciones con su pareja pero me daría pavor puyarle un ojito al 
pobre bebé.
Hasta el momento ella lleva un embarazo 
saludable, algo de los mareos normales y dice que se siente como si 
viajara en un barquito de papel. Ha subido muy poco de peso y sigue 
conservando su escultural cuerpo. No quiero parecer cursi, pero debo 
decir y me nace hacerlo, que la futura madre está más bella que de 
costumbre, su cabello brilla como la seda y sus ojos parecen dos 
luceros. A mí en cambio esto del embarazo me ha sacado más canas de las 
que tenía y ya se me ve la barriguita. Al ritmo que estoy comiendo creo 
que el que va subir un kilo por mes soy yo.
La futura mamá es la usuaria número uno 
de Google (yo le digo “mini-google” de cariño) se la pasa todo el día en
 la red buscando información acerca del proceso de gestación, la dieta 
que debe llevar y todo lo relacionado con los progresos del 
renacuajito(a). Por mi parte me la paso haciendo cuentas en la cabeza 
(una boca más, un apartamento más grande, la ropita, la cuna), y cada 
vez que me acuerdo de algo que se necesita en mi cabeza suena un ring como
 una caja registradora a la que le están vaciando sus arcas. ¡Ay Dios, 
dame fuerzas para no salir corriendo! … ¡Ring! (el coche).
Ya le estamos haciendo estimulación 
temprana pero no con la música clásica de Mozart ni Vivaldi, en vez de 
eso le ponemos la salsa caribeña del Joe Arroyo y el pop de Shakira, 
quien quita que el pelao(a) nos salga artista y nos saque de pobres… 
¡Ring! (los potes de leche).
Ahora que toda la familia lo sabe y 
feliz por la buena nueva, me piden que cuide bastante a la futura madre y
 que no la deje mover un dedo. Esto se ha traducido en más carga para 
este pobre cristiano, pero para mí será todo un placer atenderla y un 
trabajo insignificante comparado con darle vida y albergue durante nueve
 meses al fruto de nuestro amor. Así que estoy dispuesto a complacerle 
hasta el más mínimo antojo que le provoque. Si quiere tomar jugo de 
pepino con leche se lo prepararé al instante. Si me despierta a las 3 de
 la mañana con ganas de tomarse una Kola Román con ponqué Ramos y helado
 de garbanzos moveré cielo y tierra para conseguírselo…¡Ring! (las 
vacunas).
La abuela paterna ya debe tener la aguja
 afilada para bordarle al nieto(a) toallitas, baberos, saca gases y 
otras cosas en punta de cruz. La abuela materna estará estirando y 
calentando sus brazos con el fin de prestarle su ayuda y transmitirle a 
su hija todos los conocimientos que ha ganado después de criar a cinco 
hijos y mal criar a seis nietos…¡Ring! (la niñera).
Sé muy bien que nuestras vidas van a 
cambiar drásticamente. Se acabarán las levantadas los domingos y 
festivos a las 10 am. Tendremos que decirle adiós a la rumba y la 
farándula por un buen tiempo. Hasta el último peso de nuestros ingresos 
será destinado a la adecuación del cuarto para la llegada del bebé. Mis 
partidos de fútbol y tenis en ESPN serán cambiados por alguna caricatura
 de Nick o Disney channel. Nuestros temas de conversación serán 
monopolizados por el cambio de pañales, la hora del tetero y la compra 
de la leche. Pero todo esto tendrá sentido en el momento en que ese 
pequeño ser nazca y llegue el día en que nos agarre un dedo con su 
frágil y diminuta mano para, de manera metafórica, atarnos eternamente a
 él y así convertirnos en su ejemplo y guía hasta que tenga alas para 
seguir solo su camino…¡Ring! (la salud pre-pagada).
Mientras tanto a nuestro renacuajito(a) 
le mando un mensaje como dice mi compadre Silvestre (el agarra pipi): 
“tienes ocho meses para nacerrr yyy buena suerteee!!!
¡¡¡Ring!!! (la cuna, el corral, el moisés)
*Espere el próximo Lunes: "El secreto de mis padres"
*Espere el próximo Lunes: "El secreto de mis padres"
Antonio Javier Guzmán P. (el futuro papá)
ajguz@yahoo.com
