lunes, 9 de abril de 2012

¡Voy a ser papá!


Después de muchos años de vida matrimonial, después de intentarlo una y otra vez, después de cientos de visitas a médicos de distintas especialidades, después de que mi esposa le abriera las piernas a varios ginecólogos, después de múltiples pajazos sin sabor en un cuarto oscuro para practicarme diversos exámenes en búsqueda de algo anormal (ver aquí), después de seguir las indicaciones de familiares y amigos creedores de la verdad absoluta donde nos decían “dile a ella que eleve sus piernas cuando terminen”, “que no orine sino después de dos horas”, “háganlo con la luna llena”, “tómense un tiempo de vacaciones”, “yo conozco a un chamán que hace milagros”, “háganlo un día si y un día no”, “la posición del misionero es la más efectiva”, “adopten uno y ya vendrán los suyos" y quien sabe cuántas cosas más. Después de cientos de polvos programados, algunos buenos, otros regulares y muchos pésimos. Después de gastar miles, millones de pesos, en vitaminas, cirugías, exámenes de laboratorio, inseminaciones artificiales, fertilización in vitro, después de incontables frustraciones al recibir la no deseada visita. Después de aguantar varios comentarios impertinentes como: “¿quién es el del problema, tu o ella?”, o soportar burlas de los que se dicen ser amigos diciéndonos: “ese man salió purina”, “la esposa es una mula”. Después de ver nacer a una docena de sobrinos, a los hijos de mis amigos e incluso a otros tantos que vi convertirse en abuelos. Después de pedirle a Dios, al niño Jesús, a la virgen María, los Reyes Magos, Papá Noel y prenderle decenas de veladoras a San Judas Tadeo, abogado de los casos difíciles y desesperados.

Después de pasar y vivir por todo eso confieso que mi fe se había perdido por completo. Mi esposa y yo ya teníamos visto un lindo perrito de raza Pug, esos que tienen la cara arrugada, son divinos y generan menos trabajo y casi el mismo placer que un hijo. Y es que no fue fácil ver a mi esposa recibir la no grata “visita” mensual y además seguir escuchando las inoportunas personas que no se cansaban de preguntarnos: “¿ajá y ustedes cuando es que van a tener hijos?”. Tuve que pasar por toda esa presión y estrés, para darme cuenta que Dios concede las cosas en su tiempo y no en mi tiempo, mis planes no son sus planes y que además Él es el único que da la vida. Este regalo que nos concedió no fue el fruto de mis múltiples oraciones o por ser buena persona e ir a misa todos los domingos. Simplemente recibimos esa bendición por pura misericordia de Él y lo mejor de todo, sin nada a cambio.

Si, así es. Gracias a Dios, mi esposa y yo finalmente estamos esperando un bebé.

Lo supimos después de haber llegado de Barranquilla luego de unas ajetreadas vacaciones. Ya en el calor de nuestro hogar y con pocos días de atraso pero con bastante ansiedad compramos una prueba de embarazo casera, esas de $5.000 que venden en cualquier droguería y que son capaces de generar emociones ambivalentes. Si, la misma prueba a la que acuden muchas parejas de novios asustados creyendo haber metido los guayos. El resultado: dos rayitas verticales que indicaban “Embarazo Positivo”.

Pero a pesar que este tipo de pruebas tienen un bajo margen de error, de inmediato nos dirigimos al laboratorio más cercano para hacernos la prueba de sangre llamada Gonadotropina Corionica y así comprobar de una manera más científica la tan agradable noticia. Una hora más tarde nos enviaron el resultado a nuestro e-mail.

Comprobado: Embarazo POSITIVO.

Como toda mujer, mi esposa lo presentía, creo que las mujeres desarrollan ese sexto sentido y saben cuándo están en embarazo. Por mi parte, el corazón me quería estallar, las palabras no me salían y las lágrimas corrían por mis mejillas mientras nos fusionábamos en un abrazo tan emotivo que cicatrizó todas las heridas producidas por tan larga espera.

De inmediato empecé a sentir que todas mis articulaciones se paralizaban y un fuerte nudo en la garganta me impedía pronunciar palabra alguna. Parece mentira, tanto tiempo anhelando y esperando ese momento y ahora que llegaba sentía un miedo enorme por el reto que se me viene encima: ¡Voy a ser Papá!

En ese preciso instante surgen miles de interrogantes en mi cabeza: ¿Crecerá sano?, ¿será niño o niña?, ¿será uno o dos?, ¿Estará completo?, ¿tendremos el dinero suficiente para darle todo lo que queremos?, ¿será cierto eso que todo niño nace con el pan bajo el brazo?, si es así, ¿a qué sabrá ese pan aliñado con sobaco de bebé? Y si nace en Medellín entonces ¿traerá una arepa con chorizo?, yo preferiría que trajera una chequera o un certificado que diga “Todo pago hasta que cumpla los 25 años”. Pero lo que más me preocupa y da vueltas en mi cabeza es “¿seré un buen padre?”. Mi papá dice que aunque nadie le enseña a un hombre a asumir el rol más importante que puede realizar en su vida, eso va fluyendo día a día de acuerdo con las necesidades. ¡Ruego a Dios porque así sea!

Aún no sabemos el sexo de la criatura, por lo que vimos en la última ecografía más que un ser humano parece un renacuajo. Si es niño lo llamaremos Rogelio Federico en honor a mi ídolo, el mejor tenista de todos los tiempos. Si es niña estamos por decidirnos entre el nombre de mis amigas Venus y Serena, (ver aquí) aunque creo que este último es más acorde con nuestros apellidos.

Tampoco sabemos dónde nacerá, pero sea donde sea garantizaremos que será 100% costeño(a). Además sacando las cuentas y mirando el calendario no cabe duda que es “Made in Barranquilla”, así que un descendiente de costeños, hecho en la costa será necesariamente amante de los carnavales, excelente bailarín(a), Juniorista hasta los tuétanos y con acento caribeño. Prometo desheredarlo(a) si nos sale hincha del Nacional o con el cantico de Natalia Paris.

En el momento que escribo esto el renacuajito(a) tiene 5 semanas de gestación… un momento, ¿cómo así? Ese día fue 20 de febrero y yo no le toqué un pelo a mi esposa, lo tengo muy claro. Huy, sonaron las campanas de Belén, ¿será me quieren meter gato por liebre?, bueno, no importa, bien lo dice el dicho: “padre no es el que engendra sino el que cría”. Afortunadamente luego la ginecóloga nos explicó que el embarazo se empieza a contar desde el primer día del último período y aunque la ovulación se de dos semanas después, momento en que se puede embarazar la mujer y mismo día que ejercí mis deberes a cabalidad, los médicos siempre hablan en función a la última menstruación.

Ahora bien, ¿cómo será nuestro embarazo?, ¿será que mi esposa me cortará los “servicios”? Si bien es cierto que el embarazo puede causar inapetencia sexual también he escuchado que algunas mujeres embarazadas experimentan mayor deseo de tener relaciones con su pareja pero me daría pavor puyarle un ojito al pobre bebé.

Hasta el momento ella lleva un embarazo saludable, algo de los mareos normales y dice que se siente como si viajara en un barquito de papel. Ha subido muy poco de peso y sigue conservando su escultural cuerpo. No quiero parecer cursi, pero debo decir y me nace hacerlo, que la futura madre está más bella que de costumbre, su cabello brilla como la seda y sus ojos parecen dos luceros. A mí en cambio esto del embarazo me ha sacado más canas de las que tenía y ya se me ve la barriguita. Al ritmo que estoy comiendo creo que el que va subir un kilo por mes soy yo.

La futura mamá es la usuaria número uno de Google (yo le digo “mini-google” de cariño) se la pasa todo el día en la red buscando información acerca del proceso de gestación, la dieta que debe llevar y todo lo relacionado con los progresos del renacuajito(a). Por mi parte me la paso haciendo cuentas en la cabeza (una boca más, un apartamento más grande, la ropita, la cuna), y cada vez que me acuerdo de algo que se necesita en mi cabeza suena un ring como una caja registradora a la que le están vaciando sus arcas. ¡Ay Dios, dame fuerzas para no salir corriendo! … ¡Ring! (el coche).

Ya le estamos haciendo estimulación temprana pero no con la música clásica de Mozart ni Vivaldi, en vez de eso le ponemos la salsa caribeña del Joe Arroyo y el pop de Shakira, quien quita que el pelao(a) nos salga artista y nos saque de pobres… ¡Ring! (los potes de leche).

Ahora que toda la familia lo sabe y feliz por la buena nueva, me piden que cuide bastante a la futura madre y que no la deje mover un dedo. Esto se ha traducido en más carga para este pobre cristiano, pero para mí será todo un placer atenderla y un trabajo insignificante comparado con darle vida y albergue durante nueve meses al fruto de nuestro amor. Así que estoy dispuesto a complacerle hasta el más mínimo antojo que le provoque. Si quiere tomar jugo de pepino con leche se lo prepararé al instante. Si me despierta a las 3 de la mañana con ganas de tomarse una Kola Román con ponqué Ramos y helado de garbanzos moveré cielo y tierra para conseguírselo…¡Ring! (las vacunas).

La abuela paterna ya debe tener la aguja afilada para bordarle al nieto(a) toallitas, baberos, saca gases y otras cosas en punta de cruz. La abuela materna estará estirando y calentando sus brazos con el fin de prestarle su ayuda y transmitirle a su hija todos los conocimientos que ha ganado después de criar a cinco hijos y mal criar a seis nietos…¡Ring! (la niñera).

Sé muy bien que nuestras vidas van a cambiar drásticamente. Se acabarán las levantadas los domingos y festivos a las 10 am. Tendremos que decirle adiós a la rumba y la farándula por un buen tiempo. Hasta el último peso de nuestros ingresos será destinado a la adecuación del cuarto para la llegada del bebé. Mis partidos de fútbol y tenis en ESPN serán cambiados por alguna caricatura de Nick o Disney channel. Nuestros temas de conversación serán monopolizados por el cambio de pañales, la hora del tetero y la compra de la leche. Pero todo esto tendrá sentido en el momento en que ese pequeño ser nazca y llegue el día en que nos agarre un dedo con su frágil y diminuta mano para, de manera metafórica, atarnos eternamente a él y así convertirnos en su ejemplo y guía hasta que tenga alas para seguir solo su camino…¡Ring! (la salud pre-pagada).

Mientras tanto a nuestro renacuajito(a) le mando un mensaje como dice mi compadre Silvestre (el agarra pipi): “tienes ocho meses para nacerrr yyy buena suerteee!!!

¡¡¡Ring!!! (la cuna, el corral, el moisés)

*Espere el próximo Lunes: "El secreto de mis padres"

Antonio Javier Guzmán P. (el futuro papá)
ajguz@yahoo.com