Conducía tranquilamente mi fiel Twingo
por una concurrida calle de Medellín, ciudad en la que vivo hace cuatro
años, cuando de repente se me atravesó un vehículo de manera
intempestiva. Como pude, metí los frenos haciendo rechinar mis llantas y
me escapé de colisionar por pocos centímetros.
Retomé mi camino y unos metros adelante, en un semáforo en rojo, me topé con la conductora que estuvo a punto de chocar mi automóvil. Al darme cuenta que la mujer gesticulaba de manera agresiva bajé mi ventanilla para escucharla y ésta me gritó a todo pulmón “mirá, casi me dañás el carro”. Mantuve la calma pero de inmediato le respondí “yo iba por mi carril y tú me cerraste la vía”. Tan pronto sintió mi marcado acento caribeño, del cual aun no pierdo un ápice, me contestó de manera despectiva “eh ave maría, ¡costeño tenías que ser!”. Juro por Dios que me provocó gritarle e insultarla con mi fluido dialecto soez y decirle cosas como “paisa prepago”, “traqueta”, “sicaria” , “tetas de plástico” y otras tantas , pero saqué fuerzas de donde no las tenía, conté hasta diez y sólo la castigué con el látigo de la indiferencia subiendo mi ventanilla y poniendo en marcha mi carro.
La rabia por el suceso me duró varias horas y en ese tiempo me pregunté ¿qué quiso decir con “¡costeño tenías que ser!”?, ¿acaso hacer respetar una mínima norma de tránsito está mal hecho y es propio de los costeños? No, me respondí de inmediato. La mala intención de esa mujer fue despreciarme por ser costeño e igualarme o juzgarme por lo que su limitada capacidad mental le permite conocer acerca de una persona nacida en la costa. Seguramente ella solo conoce la costa por lo que nuestros “laureados” canales muestran por televisión, gente chabacana, bullera, con una cerveza pegada siempre en la mano y cuya única aspiración en la vida es ver al Junior campeón.
Para ella, y para muchas otras personas del interior o resto del país que piensan lo mismo, déjenme decirles que están completamente equivocados. En nuestra región, como en el resto del país, existe gente decente, respetuosa, trabajadora y exitosa. Al costeño se le etiqueta de flojo, y si, no niego que exista mucha gente floja, pero en este tiempo que llevo viviendo en Medellín he visto también holgazanes por montones que le piden permiso a un pie para mover el otro. Así como también hay sicarios y prepagos de la costa, de Bogotá, Cali y cualquier rincón de nuestro amado país.
Aquí en Colombia cometemos el error de juzgar a priori a una persona por su estrato social, color, clase, sexo o condición sin darnos cuenta que no todos somos iguales. Tanto las virtudes como los defectos no son propias de una región, son características del ser humano. Y si bien cada zona maneja ciertos comportamientos (buenos y malos), ninguno de ellos nos define a todos por igual. El problema con los estereotipos no que sean errados, es que son incompletos (lea aquí: Equilibrio de historias).
Los costeños, y particularmente los barranquilleros, no nos quedamos atrás y tenemos a flor de piel el juicio a priori. Solo falta ver un mal comportamiento de alguna persona del interior para lanzar de inmediato esa frase que tanto le gusta a muchos “¡cachaco tenía que ser!”. Acaso en Barranquilla no existen los mala gente (léase “mierdosos”). Yo conozco varios, muchos si empiezo a hacer memoria.
Esta actitud es una especie de discriminación social, y todos sin excepción alguna vez hemos caído en esa trampa. Tal vez esa sea una de las razones de nuestro subdesarrollo, que en vez de trabajar en equipo aceptando nuestros dones y fallas como hermanos de un mismo país que somos, nos pasamos la vida despotricando del otro sin darnos la posibilidad de conocer de las personas más allá de lo que ven nuestras narices.
Una de las razones por las que me niego a ver los realitys de RCN y Caracol es que estoy plenamente convencido de que le baja el coeficiente intelectual a todo aquel que se ponga frente al televisor. La otra es que promueve aun más las diferencias entre regiones.
A raíz de los mencionados problemas que tuvieron los equipos costeños en ambos canales, la gente de la costa ofendida empezó a sacar los trapitos sucios al sol de las otras regiones. Hace unos días a mi correo llegó una imagen que mostraba las fotos de Shakira, Carlos Vives, Silvia Tcherassi, Sofía Vergara, el “Pibe Valderrama, Edgar Rentería y Gabriel García Márquez por mencionar solo algunos, diciendo que ellos son la representación real de la gente de la costa. Paralelo a dicha imagen venía otra con Garavito, el mono Jojoy, Pablo Escobar, Manuel Marulanda y otros tantos diciendo que ellos reunían el perfil de los “cachacos”.
Dicha imagen y su mensaje me dejan mucho que pensar ya que no comparto la idea. De los costeños mostrados en la foto ninguno siento que me representa. Yo ni canto, ni bailo, ni diseño ropa, ni actúo, ni juego futbol, ni beisbol y a duras penas escribo unas cuantas líneas que no me dan ni para el tinto. Ellos son gente que valoro por su tenacidad de salir adelante frente a tantas adversidades que presenta nuestra nación y que por el destino nacieron en alguna parte del Caribe colombiano, pero el fruto de su éxito ha dependido poco o nada de su lugar de origen. Bien podrían estar en dicha imagen Juanes, Andrés Cepeda, Paola Cavalli, Catalina Sandino, Juan Pablo Montoya o Héctor Abad Faciolince y estoy seguro que tampoco representan al pueblo del interior.
En los malos de las fotos también pudieron estar los Nule, Salvatore Mancuso, innumerables políticos corruptos y otros que abusan de sus esposas de forma física y verbal. Todos nacidos en la costa pero que su condición de delincuentes no viene de la mano con la ciudad donde nacieron. Ellos tampoco representan al hombre costeño, por lo menos a mi no repito.
Yo me identifico más con miles de ciudadanos del común. Esos que todos los días se levantan bien temprano a salir a camellar para llevar el pan a la casa, los que la vacilan a pesar de tener la cuenta en rojo, los que siempre ven el lado amable de las cosas, los que muchas veces se equivocan y caen pero que con esfuerzo se levantan y siguen adelante con la frente en alto. Con ellos si me siento bien representado y no son costeños, cachacos, paisas, santandereanos o vallunos, sencillamente son COLOMBIANOS.
La próxima vez que veas a alguien haciendo una buena obra, sea de la región que sea, dile “¡colombiano tenías que ser!”.
Retomé mi camino y unos metros adelante, en un semáforo en rojo, me topé con la conductora que estuvo a punto de chocar mi automóvil. Al darme cuenta que la mujer gesticulaba de manera agresiva bajé mi ventanilla para escucharla y ésta me gritó a todo pulmón “mirá, casi me dañás el carro”. Mantuve la calma pero de inmediato le respondí “yo iba por mi carril y tú me cerraste la vía”. Tan pronto sintió mi marcado acento caribeño, del cual aun no pierdo un ápice, me contestó de manera despectiva “eh ave maría, ¡costeño tenías que ser!”. Juro por Dios que me provocó gritarle e insultarla con mi fluido dialecto soez y decirle cosas como “paisa prepago”, “traqueta”, “sicaria” , “tetas de plástico” y otras tantas , pero saqué fuerzas de donde no las tenía, conté hasta diez y sólo la castigué con el látigo de la indiferencia subiendo mi ventanilla y poniendo en marcha mi carro.
La rabia por el suceso me duró varias horas y en ese tiempo me pregunté ¿qué quiso decir con “¡costeño tenías que ser!”?, ¿acaso hacer respetar una mínima norma de tránsito está mal hecho y es propio de los costeños? No, me respondí de inmediato. La mala intención de esa mujer fue despreciarme por ser costeño e igualarme o juzgarme por lo que su limitada capacidad mental le permite conocer acerca de una persona nacida en la costa. Seguramente ella solo conoce la costa por lo que nuestros “laureados” canales muestran por televisión, gente chabacana, bullera, con una cerveza pegada siempre en la mano y cuya única aspiración en la vida es ver al Junior campeón.
Para ella, y para muchas otras personas del interior o resto del país que piensan lo mismo, déjenme decirles que están completamente equivocados. En nuestra región, como en el resto del país, existe gente decente, respetuosa, trabajadora y exitosa. Al costeño se le etiqueta de flojo, y si, no niego que exista mucha gente floja, pero en este tiempo que llevo viviendo en Medellín he visto también holgazanes por montones que le piden permiso a un pie para mover el otro. Así como también hay sicarios y prepagos de la costa, de Bogotá, Cali y cualquier rincón de nuestro amado país.
Aquí en Colombia cometemos el error de juzgar a priori a una persona por su estrato social, color, clase, sexo o condición sin darnos cuenta que no todos somos iguales. Tanto las virtudes como los defectos no son propias de una región, son características del ser humano. Y si bien cada zona maneja ciertos comportamientos (buenos y malos), ninguno de ellos nos define a todos por igual. El problema con los estereotipos no que sean errados, es que son incompletos (lea aquí: Equilibrio de historias).
Los costeños, y particularmente los barranquilleros, no nos quedamos atrás y tenemos a flor de piel el juicio a priori. Solo falta ver un mal comportamiento de alguna persona del interior para lanzar de inmediato esa frase que tanto le gusta a muchos “¡cachaco tenía que ser!”. Acaso en Barranquilla no existen los mala gente (léase “mierdosos”). Yo conozco varios, muchos si empiezo a hacer memoria.
Esta actitud es una especie de discriminación social, y todos sin excepción alguna vez hemos caído en esa trampa. Tal vez esa sea una de las razones de nuestro subdesarrollo, que en vez de trabajar en equipo aceptando nuestros dones y fallas como hermanos de un mismo país que somos, nos pasamos la vida despotricando del otro sin darnos la posibilidad de conocer de las personas más allá de lo que ven nuestras narices.
Una de las razones por las que me niego a ver los realitys de RCN y Caracol es que estoy plenamente convencido de que le baja el coeficiente intelectual a todo aquel que se ponga frente al televisor. La otra es que promueve aun más las diferencias entre regiones.
A raíz de los mencionados problemas que tuvieron los equipos costeños en ambos canales, la gente de la costa ofendida empezó a sacar los trapitos sucios al sol de las otras regiones. Hace unos días a mi correo llegó una imagen que mostraba las fotos de Shakira, Carlos Vives, Silvia Tcherassi, Sofía Vergara, el “Pibe Valderrama, Edgar Rentería y Gabriel García Márquez por mencionar solo algunos, diciendo que ellos son la representación real de la gente de la costa. Paralelo a dicha imagen venía otra con Garavito, el mono Jojoy, Pablo Escobar, Manuel Marulanda y otros tantos diciendo que ellos reunían el perfil de los “cachacos”.
Dicha imagen y su mensaje me dejan mucho que pensar ya que no comparto la idea. De los costeños mostrados en la foto ninguno siento que me representa. Yo ni canto, ni bailo, ni diseño ropa, ni actúo, ni juego futbol, ni beisbol y a duras penas escribo unas cuantas líneas que no me dan ni para el tinto. Ellos son gente que valoro por su tenacidad de salir adelante frente a tantas adversidades que presenta nuestra nación y que por el destino nacieron en alguna parte del Caribe colombiano, pero el fruto de su éxito ha dependido poco o nada de su lugar de origen. Bien podrían estar en dicha imagen Juanes, Andrés Cepeda, Paola Cavalli, Catalina Sandino, Juan Pablo Montoya o Héctor Abad Faciolince y estoy seguro que tampoco representan al pueblo del interior.
En los malos de las fotos también pudieron estar los Nule, Salvatore Mancuso, innumerables políticos corruptos y otros que abusan de sus esposas de forma física y verbal. Todos nacidos en la costa pero que su condición de delincuentes no viene de la mano con la ciudad donde nacieron. Ellos tampoco representan al hombre costeño, por lo menos a mi no repito.
Yo me identifico más con miles de ciudadanos del común. Esos que todos los días se levantan bien temprano a salir a camellar para llevar el pan a la casa, los que la vacilan a pesar de tener la cuenta en rojo, los que siempre ven el lado amable de las cosas, los que muchas veces se equivocan y caen pero que con esfuerzo se levantan y siguen adelante con la frente en alto. Con ellos si me siento bien representado y no son costeños, cachacos, paisas, santandereanos o vallunos, sencillamente son COLOMBIANOS.
La próxima vez que veas a alguien haciendo una buena obra, sea de la región que sea, dile “¡colombiano tenías que ser!”.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Otros artículos del autor: http://anecdotascaribes.blogspot.com/