martes, 15 de septiembre de 2015

El globo


El globo

Después de una tarde de parque junto a mi hijo, ya cansado y con bastante hambre nos disponíamos a regresar a casa. Subí a Lucas a su silla, lo aseguré, me senté y encendí de inmediato mi vehículo para arrancar. De repente, mi hijo gritó -¡Papá, papá, mi globo se fue!-. Efectivamente, el globo se le había escapado por la ventana del carro que ya estaba abierta. Con las tripas que se retorcían por ya ser pasada la hora de comer le dije que otro día le compraría otro para quitarle la idea. Pero al contrario de hacerlo desistir se puso a llorar a moco tendido por su esférico juguete.

Pensé en hacer caso omiso a su llanto y arrancar de inmediato pero la sola idea de escuchar su concierto hasta la casa me hizo cambiar de opinión. Bastante desesperado y con poca paciencia me bajé del carro en busca del dichoso globo y al caminar solo un metro me sorprendí con lo que vi. Resulta que justo frente a mi camioneta estaba un niño de escasos dos años al cual no había visto antes por su corta estatura. De inmediato busqué por todos lados para ver con quien estaba el niño pero sin tener fortuna. Luego de un minuto de búsqueda infructuosa apareció un tipo como de unos treinta años que caminaba con paso lento y con su cabeza metida en el celular mientras texteaba a gran velocidad. Le pregunté –señor, ¿este niño es suyo?-, y con la tranquilidad más grande de este mundo me respondió –si, ¿por qué?-.

Le expliqué que su hijo estaba casi debajo de mi carro y que estuve a solo segundos de arrancar con lo que hubiese ocasionado una tragedia por lo que le pedí que estuviese más atento. El tipo puso cara de terror y de inmediato guardó su celular, cargó al niño y le dio un beso mientras varias personas alrededor fueron testigos del particular hecho.

Al subir a mi carro seguí juzgando al negligente papá, pero recordé que yo también he hecho lo mismo al menos una vez y que la anécdota no solo debía traer una enseñanza para él sino también para mi y para cada uno de los padres que a veces nos sumergimos en la tecnología descuidando a nuestros hijos por un segundo que en muchos casos puede llegar a ser fatal.

Por otro lado, le di gracias a Dios por evitarme esa mala hora y a Lucas por dejar escapar su globo. Definitivamente las carreras solo traen cansancio. 

Estemos atentos a todas las señales en forma de globo que cada día nos cruzamos en nuestro camino.

Antonio Javier Guzmán P

@ajguzman