lunes, 5 de octubre de 2015

La letra L



Los avances de nuestro hijo Lucas no dejan de sorprendernos día a día y como todos los padres, creemos que nuestro retoño es un súper dotado o peor aún, lanzamos esa frase tan temeraria y repetida que dice “mi hijo es el más inteligente del mundo”.

A sus escasos tres años es una esponja de absorber conocimiento y aprende en par patadas lo que le enseñan en el colegio y en su casa. Pero, no bastando con eso, su madre quiere que vaya más allá y ya le está enseñando a leer y escribir su nombre. Tarea difícil cuando apenas va por las vocales y los números del 1 al 10, pero ella no descansa y a punta de dedicación y esfuerzo ya ha empezado a ver sus frutos.

Cierto día, le escribió su nombre (Lucas) y le preguntó al niño -¿qué dice ahí?-. Él, hábilmente, aunque estoy seguro de que no sabía, respondió con la experiencia que le ha dado el buen número de veces que ha visto escribir la palabra con que fue bautizado. Mi esposa, intentando utilizar una metodología sacada de no sé dónde, dividió el nombre en cada letra y de esta manera decirle un animal, objeto o cosa que empezara con cada una de ellas y mostrarle dicha imagen para que las fuese asociando supongo.

Así entonces le dijo “tu nombre se escribe con la L de león, luego sigue la U de uva, después la C de casa, la A de árbol y por último la S de sapo”. El método parecía estar dando resultado porque Lucas tenía toda su atención puesta en las figuras del loro, la uva y el resto de dibujos.

Cuando llegó su turno, la mamá le quitó las imágenes y empezó por escribir la letra L y le preguntó –Lucas, ¿qué letra es esta?-. Él, le respondió en el acto, -la letra ele mamá-. La madre, orgullosa y sacando pecho por su victoria prosiguió a responderle –Ahora dime un animal que empiece por ele. -Lucas se quedó pensando unos segundos, y luego de un momento se le iluminaron los ojos y puso esa sonrisa pícara que nos tiene enamorados y dijo con la mayor seguridad del caso –ya se mamá: ele-fante-.

Hoy estoy plenamente convencido de que Lucas no será “el niño más inteligente del mundo”, pero más aún de que no me interesa que lo sea. Con su chispa, anécdotas continuas y verlo crecer feliz será suficiente para hacernos vivir experiencias que nos convierten en unos padres felices y afortunados de tenerlo como hijo.

Antonio Javier Guzmán P