miércoles, 18 de noviembre de 2015

El vaso del loco

El vaso del loco

Cuando era niño y vivía en el barrio Paraíso de la ciudad de Barranquilla recuerdo que a nuestra casa llegaban muchas personas a pedir limosna, ropa usada, comida y por supuesto un vasito con agua que como bien dice el dicho –no se le niega a nadie-.

Entre dichos visitantes contábamos con gente sin hogar, desplazados, gamines, pordioseros y toda esa gente a la que vulgarmente llamamos “locos”. Si, así, entre comillas, porque muchas veces eran más cuerdos que los dueños de casa.

Para ese entonces contábamos con una “vajilla” de recipientes de vidrio donde venía la mermelada y luego cuando se terminaba era utilizada para brindarle el agua a todas y cada una de las personas que pedían el preciado líquido.

Dichos vasos, los de mermelada, rápidamente tomaron el nombre de “el vaso del loco” entre nuestra familia y por supuesto que ningún integrante de la casa era capaz de tomar agua en ellos por muy bien que se lavaran. Ahí en la despensa, en un rincón bien lejano y oscuro siempre estaba el vaso del loco y solo era sacado cuando recibíamos dicha visita.

Hoy, tal vez unos treinta años después, me encontraba en un hotel de cuatro estrellas de la ciudad de Bogotá y el vaso en el que nos sirvieron el agua era nada más y nada menos que el vaso del loco. Tan pronto lo vi, recordé mi niñez y lo mal visto que era el recipiente de mermelada, por lo que al principio me resultó difícil tomar la decisión de animarme a beber el agua. Pero ahora resulta que tomar el agua en el mencionado vaso tiene estilo y caché. 

Finalmente me decidí, tomé el agua y me supo a lo que debe saber, a agua. 

Muchas veces estamos llenos de prejuicios y nos volvemos pretenciosos, y hasta insoportables diría yo, pero cuando eso mismo que nos disgusta viene en un empaque ostentoso, con un nombre en inglés o la gente in lo usa o toma, entonces para nosotros empieza a ser aceptable y podemos llegar a pagar una fortuna por tenerlo.

Desde ya voy a empezar a coleccionar mi nueva vajilla con vasos de mermelada, y los seguiré llamando el vaso del loco, pero esta vez, el loco seré yo.

Antonio Javier Guzmán P.