lunes, 9 de agosto de 2010
Aventura Tenistica de un Costeño en Medellín
Por cosas de la vida y que no vienen ahora al caso, hace mas de 2 meses estoy viviendo en Medellín junto a mi señora esposa, mismo tiempo que llevo de inactividad y alejado de todo el mundo deportivo y tenistico, por lo que ha empezado a asomarse una pequeña y juguetona barriga en mi atlético cuerpo.
Con mucha pereza pero bastante determinación, un día desempolvé mis raquetas y me fui raudo a la liga de tenis de Antioquia a retomar la titánica labor de conseguir nuevamente el excelente nivel que algún día tuve (perdonen la modestia). Se podrán imaginar a este barranquillero 100% llegando a la liga de tenis de Antioquia con la idea en la cabeza de su similar en el Atlántico? Lo primero que me impresionó fue que dicha sede se encuentra ubicada en un gigantesco complejo deportivo donde funcionan también la liga de Jockey, de balonmano, boxeo, basketball, patinaje, pesas, atletismo, y por supuesto el estadio de fútbol Atanasio Girardot donde juega el equipo que desde hace dos meses soy hincha, el verde verde Nacional de mi alma (el propio pastelero).
Todo el personal que transita por ahí tiene pinta de deportista de alto rendimiento y yo no podía ser la excepción así que sacando pecho y caminando más confiado que el mismo Roger Federer en Wimbledon seguí mi camino hasta las canchas de tenis. La sede esta conformada por 10 canchas de polvo de ladrillo, gimnasio con fisioterapeutas prestos a colaborarte en lo que necesites, zona húmeda con sauna, vestieres con ducha, cafetería bien dotada donde te venden desde un tinto hasta una bandeja paisa, con televisión por cable para seguir los torneos del momento, 2 muros para calentar, un almacén deportivo que fácilmente podría estar ubicado en el C.C. Buenavista, fuente gratuita de agua, consultorio de Deportologo, Psicólogo y Nutricionista.
Tímidamente me acerqué a las oficinas para hacer efectiva mi reserva y cancelar la suma de $14.000 por el turno de 45 minutos de la cancha mas $6.000 por el caddie jugador que me serviría de sparring. Le sugerí a la señorita que me atendió que me mandara uno bueno ya que “yo tengo un buen nivel”.
Me fui al gimnasio a hacer lo que muy pocos hacen en Barranquilla, calentar como es debido. Después de 15 minutos en la bicicleta estática uno de los fisioterapeutas se ofreció para estirarme y yo accedí complacido pero pensando: “mínimo hay que tirarle $5.000 barras a este man”, pero no, al finalizar le pregunte si le debía algo y este me dijo que ese servicio estaba incluido en el valor del alquiler de la cancha. A las 9:15 sonó la chicharra e inmediatamente los que estaban jugando en la cancha numero 3, mi cancha asignada, se retiraron en el acto a pesar de que solo les faltaba un game para terminar su partido, no escuche de parte de ellos “ey llave 5 minuticos mas y nos vamos”.
Boleamos durante 10 minutos, practicamos unos servicios y nos dispusimos a jugar un set. Pese a que el caddie jugador tenía mucho mas nivel que yo, el set terminó 5-5 ya que nuevamente sonó la chicharra indicando que el tiempo había concluido. En esta ciudad los boleadores tienen la misma habilidad que en Barranquilla de hacerle pensar al jugador que el partido fue reñido, y lo peor de todo es que uno se va contento creyéndoselo. Al terminar las piernas me hacían como gallo montado en alambre y el corazón se me quería salir pero dichoso por el 5-5 pese a que casi todos mis puntos fueron por “errores no forzados” de mi oponente.
De ahí salí a las duchas y a cambiarme, ya cuando me iba me puse a leer la cartelera donde había diferentes artículos relacionados con el tenis y uno de ellos era una invitación para un torneo abierto Bancolombia en el Country Club de Medellín. Enseguida me animé y tome mi celular y llame a la persona encargada. Le dije que me quería inscribir en el torneo y le di mi nombre, pero ella me dijo que solo quedaba inscrito en el torneo al momento de cancelar el valor de la inscripción haciendo una consignación en la cuenta de ahorros a nombre del club. El valor de dicha inscripción fue $50.000 pesitos, ¿qué dolor cierto?, pero aun así hice el deposito, pase el fax con el volante de consignación y llame para que me inscribieran en segunda categoría pese a que llevaba mas de 2 años jugando en intermedia (una categoría de mejor nivel) en Barranquilla con la idea de “barrer” con todos en el torneo.
La modalidad del torneo era Round Robin, 4 grupos de 4 jugadores cada uno y cada partido se jugaría a dos sets y en caso de empate a uno se definiría en un tie break, clasificando los dos mejores de cada grupo. Por supuesto que pensaba que yo seria uno de esos en mi grupo.
El torneo arrancó 5 días después de haber jugado en la liga de tenis y al llegar a la portería del Country Club no entras solo diciendo: “voy para el torneo de tenis”, nada de eso, tienes que dar tu nombre y con lista en mano el celador te busca y te hace seguir luego de una exhaustiva requisa con perro incluido. Hay tres niveles de estacionamiento semejantes a un centro comercial. Las instalaciones por lejos son más ostentosas que las de nuestra curramba querida. Al momento de dar mi nombre a los organizadores del torneo me dieron un vale para almorzar de un suculento bufete que estaba incluido en la inscripción pero del cual no tenía conocimiento, así que cuando llegue (1:55pm) ya estaba atiborrado de comida incluyendo la infaltable arepa paisa. Pero sin ninguna pena lo pedí para llevar “pa pola” como decimos nosotros. Ahí mismo saqué las cuentas nuevamente en mi cabeza ($50 de la inscripción menos $30 de este bufete son $20, así que no importa si pierdo por lo menos ya recuperé algo de mi inversión).
Mis partidos estaban programados para las 2pm y ¿saben que paso?, asombrosamente empezaron a las 2pm, 2 minutos después de mi arrivo. Me llamaron para el primer partido y como si nunca en la vida hubiera jugado un torneo me puse del color de las bolas de tenis y más embolsado que el carajo. Las cancha de arcilla con líneas sintéticas, aquí no conocen la cal, están divididas por mallas una de la otra, así que rara vez se detiene el juego por meterse la bola de la cancha vecina. Todo estaba listo: caddie, juez de silla, pelotas nuevas y a jugar! La inactividad y los nervios me hicieron jugar peor que cuando estaba en tercera categoría y en ese momento me di cuenta que el caddie boleador que había jugado conmigo 5 días atrás me había mentido. En resumen jugué horrible. 1-6 / 2-6 en menos de 45 minutos frente a un tal Juan José Jaramillo que en los papeles era el mas “fácil” del cuadro. Afuera, en las gradas, mi esposa con apellido paisa (Gómez), pero mas barranquillera que Esthercita Forero, hacia como san Pedro negándome diciendo: “¡eh ave Maria que tipo tan malo!, ¿de dónde habrá salido?”. Al terminar el juez me dice: “el servicio son $5.000 señor”. ¿Por partido? pregunte yo. “si, por partido” contestó el juez. Uy saquemos cuentas de nuevo entonces: $50 de la inscripción menos $20 del almuerzo mas $15 los 3 partidos eso da $45, la vaina no es tan buena como parece.
Salí de ahí a ver el otro partido de mi cuadro, pero ojo, no sin antes limpiarme los zapatos en una rejilla con agua para no ensuciar el resto de la pulcra sede. Los otros dos integrantes tenían un juego mucho más sólido que el anterior, así que me dije: “estoy listo”, pero vamos con todo. Al terminar dicho partido me tocó jugar contra el ganador, un tal Sergio Botero. Esta vez los nervios eran menos pero el buen juego nada que aparecía. En pleno partido note que no había nadie que te gritara improperios afuera de la cancha, solo se escuchaban aplausos y ánimos por parte de los asistentes.
Mi contrincante no tuvo piedad de mi y me dejó 2-6 / 3-6. Aces, tiros ganadores, voleas, revés, drops, fueron parte de su repertorio a lo que yo solo podía ver pasar la bola una y otra vez. Al final, muy decente el señor me pidió mi número telefónico para invitarme a jugar, pero seamos honestos, ¿alguien en serio cree que me va a llamar?
Ya eliminado y sin ninguna presión llegó mi tercer y ultimo partido, el de la “honrilla” me dije yo. Ahora si voy a sacar la casta. Empecé quebrándole el servicio y lo tenía 4-1, pero no pude cerrar y en 6-6 nos fuimos a un tie-break que termine perdiendo 7-4. Para el segundo ya el cansancio hacia de las suyas a pesar de que no había sudado una sola gota (por el clima), el brazo no me daba ni para servir y confieso que estuve a punto de retirarme pero recordé que había prometido cerrar decorosamente… ¡pero que va!, el otro set fue un concierto de tiros ganadores por parte de el y errores no forzados de mi lado.
En resumen 3 partidos jugados, 3 partidos perdidos, el nombre del tenis barranquillero por el suelo, $65.000 menos en mi billetera, dolores por todo el cuerpo y alma y un almuerzo en una caja para comérmelo en la noche con el sabor de la derrota. Y eso que me inscribí en 2da categoría, ¿qué tal de haberlo hecho en intermedia?
Espero poder entrenar mas para el próximo evento y esta vez si dejar el nombre de Barranquilla bien alto… o por lo menos no tan bajo.
Antonio Javier Guzman P.
ajguz@yahoo.com
sábado, 7 de agosto de 2010
Diario de un Enyesado
Este es el relato de mi primer día con el yeso en mi brazo derecho sin la compañía de mi señora esposa.
5 am. Llevo sólo 12 horas con este yeso y ya no lo soporto, tengo las más firmes intenciones de quitármelo pero sé que estaría cometiendo un grave error.
Me levanto al baño a hacer la número uno y aunque no es tan fácil manejar semejante aparato con la mano siniestra (zurda para los poco letrados) pude salir airoso de mi primera tarea con esta pequeña discapacidad, es cierto que tuve poca puntería pero ¿a quién engaño?, con la derecha tampoco es que atine mucho. Para la número dos pensé que iba a resultar más fácil ya que estaba sentado, con mis manos libres hojeando una revista y lo que tenía que evacuar salió rápidamente, pero cuando me dispuse a la operación limpieza volví a acordarme del puto yeso así que me figuró con la zurda dicha labor. Para resumir este capítulo de la manera menos grotesca diré que me sentí como todo un “culicagado” y no precisamente por tener 11 años así que de inmediato ameritaba un buen baño para culminar la labor de aseo e higiene.
Tome una bolsa plástica de Carrefour y me la envolví como pude en mi brazo derecho, luego me pase una cinta de las gruesas para sujetar y sellar el extremo de la bolsa con el fin de que no se filtrara el agua. Ya con mi disfraz puesto y con solo una mano habilitada (la izquierda) entré al baño, abrí la llave y con mi brazo derecho extendido en lo alto pasé el jabón por casi todo mi cuerpo, y digo casi porque no pude enjabonarme el brazo izquierdo por obvias razones, así que si alguno de mis lectores se encuentra conmigo le sugiero que se haga a mi derecha porque mi axila izquierda esta herida y con el paso de los días creo que pasará mejor vida.
La afeitada fue cosa de locos, me corte más de tres veces y sangré tanto que tuve que ir a la clínica a que me pusieran una pinta de sangre. Para vestirme elegí la ropa más fácil de ponerme: jeans, camiseta y zapatos sin cordón, es decir lo que uso todos los días de Dios. Para desayunar opté por algo sencillo, sándwich de jamón con queso, un vaso de yogurt y una manzana, todo servido en desechables para no tener que lavar nada después.
La cepillada de dientes también fue toda una odisea, terminé con todas las encías inflamadas y mis dientes mal enjuagados. Benditos sean el Listerine y los chicles si logran disimular mi mal aliento.
Al salir de mi apto me topé con una vecina que esta mas buena que el pan de cada día, nunca me había dirigido la palabra pero al ver mi brazo me dijo: “ayyy pobrecito ¿qué te pasó?” en ese momento me di cuenta que todo mi sufrimiento podía tener un sentido y mi respuesta más rápida fue la versión deportista de mi accidente: “estaba jugando la final de un torneo de tenis y por llegarle a una bola imposible me lancé dos metros cual arquero de futbol y al caer me fracturé la muñeca”. No sé si la dejé impresionada o diría “mucho bobo este, tirarse a coger una pelotica de tenis”, pero lo cierto es que por lo menos quedé en el mapa, ya no soy cualquier vecino, ahora soy el vecino que juega tenis y está enyesado.
Para manejar no tuve ningún contratiempo, una sola mano basta para este experto al volante gracias a las clases recibidas de su ídolo colombiano, el patán de Juan Pablo Montoya.
A la hora del almuerzo me incliné por un corrientazo de 220 voltios, y sin ninguna pena le dije a la señorita que me atendió que me cortara la carne en trocitos para poder comer más tranquilo. Dejé la mesa sucia y mi plato a medio terminar, presiento que esto me va a hacer rebajar unos kilitos y con lo flaco que estoy dentro de poco podré hacerle propaganda a “la mala situación”.
Al salir de ahí me encontré con un ex compañero del colegio amante de las pesas, y formuló la tan mencionada pregunta: “ñerda loco ¿que te pasó?”, para el tenía la versión varonil de mi accidente: “imagínate que dos manes me iban a atracar y les he dado una muñequera de padre y señor mío hasta tal punto que me fracturé la mano, ya podrás imaginarte como quedaron ellos”.
Rato después llegué a mi apartamento y me empezó una comezón indescriptible debajo del yeso, como pude me rascaba pero no se me quitaba la piquiña. Utilicé mis dedos, llaves, lápices, y hasta cuchillos pero la comezón al contrario de desaparecer se hacía cada vez más insoportable. Necesitaba un alambre delgado, resistente y largo, me acordé de los ganchos de ropa pero para sorpresa mía todos eran de plástico “Made in China”, malditos chinos y sus avances!. Al final desarmé un cuaderno argollado de mi esposa y pude saciar mi sed de rascarme. Cuando me pregunte quién hizo eso mi respuesta será: “yo nunca he hecho eso, ni lo volveré a hacer”.
En mis labores cotidianas que demandan mi relajado negocio también pude sentir la falta que me hacia mi mano diestra. En el PC me tocó pasar el mouse al otro lado y configurarlo para zurdos, inicialmente tecleaba con una sola mano, luego intenté teclear con los dedos libres de mi mano lesionada pero cada vez que intentaba presionar una letra el yeso oprimía dos más, un rato después tome un lápiz con la derecha y me sirvió para desempeñarme como buen chuzografo (aclaro que nada tengo que ver con el DAS) y fue así como pude escribir este diario.
Mi progenitora me llamó al enterarse que estaba lesionado un poco alarmada y para ella tenía la versión más absurda de este mundo: “de tanto trabajar en el computador me fracturé el túnel carpiano y tuvieron que enyesarme”. Ella no se comió mucho el cuento, pero por algo soy el consentido de la familia y a la fuerza hizo las veces de la mas crédula.
No faltó quien saliera con los chistes baratos, “¿estabas rezando?”, “ay pobre de tu esposa” y otras tantas mas que no dejé de escuchar durante todo el día. Confieso que estuve a punto de imprimir una hoja con un letrero bien grande que dijera: “TUVE UN ACCIDENTE Y ME FRACTURE LA MANO, POR EL AMOR DE DIOS NO PREGUNTES MAS”.
En la tarde me vi con un señor amigo de mi papá y al verme me pregunto: ¿estas enyesado?. En mi cabeza le respondí: “Nooooo marica, me estoy momificando por cuotas gran pendejo!” pero lo que salió de mi boca fue: “estaba bajando las escaleras en un centro comercial y el piso estaba enjabonado y no tenían la señal de Precaución, me fracturé la muñeca y ahora le tengo una demanda millonaria al establecimiento”.
A todas estas con tantas versiones que he dado se estarán preguntando cuáles fueron la realidad de los hechos? Pues este que se las da de deportista de alto rendimiento, de karateka frustrado, superhéroe, trabajador incansable en su teclado y con mala fortuna, para que lo vayan sabiendo mi vecina, mi ex compañero, mis amigos, familiares y todo aquel que se cruce en los próximos días por mi camino no es otro más que un tipo que no supo manejar una ira y del empute que tenía le dio un puñetazo a la pared… Mucho huevon!!!. Esa es la pura y física realidad de los hechos, así que para qué seguir mintiendo? El resultado fue el quinto metacarpiano fracturado, 3 semanas enyesado y quién sabe cuántas fisioterapias.
Moralejas:
Ante una rabia de estas primero cuenta hasta diez o en mi caso hasta el cien. Si eso no funciona cómprate una pera de boxeo y descárgate con ella.
Me quito el sombrero ante todas las personas que tienen una incapacidad y salen adelante, yo tan solo tengo una mínima de ellas por dos semanas y no he hecho otra cosa que quejarme.
Valora cada musculo, cada fibra de cabello y cada parte de todo tu cuerpo, solo cuando no podemos hacer uso de ellas es que vemos lo importante que es en nuestro día a día.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
5 am. Llevo sólo 12 horas con este yeso y ya no lo soporto, tengo las más firmes intenciones de quitármelo pero sé que estaría cometiendo un grave error.
Me levanto al baño a hacer la número uno y aunque no es tan fácil manejar semejante aparato con la mano siniestra (zurda para los poco letrados) pude salir airoso de mi primera tarea con esta pequeña discapacidad, es cierto que tuve poca puntería pero ¿a quién engaño?, con la derecha tampoco es que atine mucho. Para la número dos pensé que iba a resultar más fácil ya que estaba sentado, con mis manos libres hojeando una revista y lo que tenía que evacuar salió rápidamente, pero cuando me dispuse a la operación limpieza volví a acordarme del puto yeso así que me figuró con la zurda dicha labor. Para resumir este capítulo de la manera menos grotesca diré que me sentí como todo un “culicagado” y no precisamente por tener 11 años así que de inmediato ameritaba un buen baño para culminar la labor de aseo e higiene.
Tome una bolsa plástica de Carrefour y me la envolví como pude en mi brazo derecho, luego me pase una cinta de las gruesas para sujetar y sellar el extremo de la bolsa con el fin de que no se filtrara el agua. Ya con mi disfraz puesto y con solo una mano habilitada (la izquierda) entré al baño, abrí la llave y con mi brazo derecho extendido en lo alto pasé el jabón por casi todo mi cuerpo, y digo casi porque no pude enjabonarme el brazo izquierdo por obvias razones, así que si alguno de mis lectores se encuentra conmigo le sugiero que se haga a mi derecha porque mi axila izquierda esta herida y con el paso de los días creo que pasará mejor vida.
La afeitada fue cosa de locos, me corte más de tres veces y sangré tanto que tuve que ir a la clínica a que me pusieran una pinta de sangre. Para vestirme elegí la ropa más fácil de ponerme: jeans, camiseta y zapatos sin cordón, es decir lo que uso todos los días de Dios. Para desayunar opté por algo sencillo, sándwich de jamón con queso, un vaso de yogurt y una manzana, todo servido en desechables para no tener que lavar nada después.
La cepillada de dientes también fue toda una odisea, terminé con todas las encías inflamadas y mis dientes mal enjuagados. Benditos sean el Listerine y los chicles si logran disimular mi mal aliento.
Al salir de mi apto me topé con una vecina que esta mas buena que el pan de cada día, nunca me había dirigido la palabra pero al ver mi brazo me dijo: “ayyy pobrecito ¿qué te pasó?” en ese momento me di cuenta que todo mi sufrimiento podía tener un sentido y mi respuesta más rápida fue la versión deportista de mi accidente: “estaba jugando la final de un torneo de tenis y por llegarle a una bola imposible me lancé dos metros cual arquero de futbol y al caer me fracturé la muñeca”. No sé si la dejé impresionada o diría “mucho bobo este, tirarse a coger una pelotica de tenis”, pero lo cierto es que por lo menos quedé en el mapa, ya no soy cualquier vecino, ahora soy el vecino que juega tenis y está enyesado.
Para manejar no tuve ningún contratiempo, una sola mano basta para este experto al volante gracias a las clases recibidas de su ídolo colombiano, el patán de Juan Pablo Montoya.
A la hora del almuerzo me incliné por un corrientazo de 220 voltios, y sin ninguna pena le dije a la señorita que me atendió que me cortara la carne en trocitos para poder comer más tranquilo. Dejé la mesa sucia y mi plato a medio terminar, presiento que esto me va a hacer rebajar unos kilitos y con lo flaco que estoy dentro de poco podré hacerle propaganda a “la mala situación”.
Al salir de ahí me encontré con un ex compañero del colegio amante de las pesas, y formuló la tan mencionada pregunta: “ñerda loco ¿que te pasó?”, para el tenía la versión varonil de mi accidente: “imagínate que dos manes me iban a atracar y les he dado una muñequera de padre y señor mío hasta tal punto que me fracturé la mano, ya podrás imaginarte como quedaron ellos”.
Rato después llegué a mi apartamento y me empezó una comezón indescriptible debajo del yeso, como pude me rascaba pero no se me quitaba la piquiña. Utilicé mis dedos, llaves, lápices, y hasta cuchillos pero la comezón al contrario de desaparecer se hacía cada vez más insoportable. Necesitaba un alambre delgado, resistente y largo, me acordé de los ganchos de ropa pero para sorpresa mía todos eran de plástico “Made in China”, malditos chinos y sus avances!. Al final desarmé un cuaderno argollado de mi esposa y pude saciar mi sed de rascarme. Cuando me pregunte quién hizo eso mi respuesta será: “yo nunca he hecho eso, ni lo volveré a hacer”.
En mis labores cotidianas que demandan mi relajado negocio también pude sentir la falta que me hacia mi mano diestra. En el PC me tocó pasar el mouse al otro lado y configurarlo para zurdos, inicialmente tecleaba con una sola mano, luego intenté teclear con los dedos libres de mi mano lesionada pero cada vez que intentaba presionar una letra el yeso oprimía dos más, un rato después tome un lápiz con la derecha y me sirvió para desempeñarme como buen chuzografo (aclaro que nada tengo que ver con el DAS) y fue así como pude escribir este diario.
Mi progenitora me llamó al enterarse que estaba lesionado un poco alarmada y para ella tenía la versión más absurda de este mundo: “de tanto trabajar en el computador me fracturé el túnel carpiano y tuvieron que enyesarme”. Ella no se comió mucho el cuento, pero por algo soy el consentido de la familia y a la fuerza hizo las veces de la mas crédula.
No faltó quien saliera con los chistes baratos, “¿estabas rezando?”, “ay pobre de tu esposa” y otras tantas mas que no dejé de escuchar durante todo el día. Confieso que estuve a punto de imprimir una hoja con un letrero bien grande que dijera: “TUVE UN ACCIDENTE Y ME FRACTURE LA MANO, POR EL AMOR DE DIOS NO PREGUNTES MAS”.
En la tarde me vi con un señor amigo de mi papá y al verme me pregunto: ¿estas enyesado?. En mi cabeza le respondí: “Nooooo marica, me estoy momificando por cuotas gran pendejo!” pero lo que salió de mi boca fue: “estaba bajando las escaleras en un centro comercial y el piso estaba enjabonado y no tenían la señal de Precaución, me fracturé la muñeca y ahora le tengo una demanda millonaria al establecimiento”.
A todas estas con tantas versiones que he dado se estarán preguntando cuáles fueron la realidad de los hechos? Pues este que se las da de deportista de alto rendimiento, de karateka frustrado, superhéroe, trabajador incansable en su teclado y con mala fortuna, para que lo vayan sabiendo mi vecina, mi ex compañero, mis amigos, familiares y todo aquel que se cruce en los próximos días por mi camino no es otro más que un tipo que no supo manejar una ira y del empute que tenía le dio un puñetazo a la pared… Mucho huevon!!!. Esa es la pura y física realidad de los hechos, así que para qué seguir mintiendo? El resultado fue el quinto metacarpiano fracturado, 3 semanas enyesado y quién sabe cuántas fisioterapias.
Moralejas:
Ante una rabia de estas primero cuenta hasta diez o en mi caso hasta el cien. Si eso no funciona cómprate una pera de boxeo y descárgate con ella.
Me quito el sombrero ante todas las personas que tienen una incapacidad y salen adelante, yo tan solo tengo una mínima de ellas por dos semanas y no he hecho otra cosa que quejarme.
Valora cada musculo, cada fibra de cabello y cada parte de todo tu cuerpo, solo cuando no podemos hacer uso de ellas es que vemos lo importante que es en nuestro día a día.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
jueves, 5 de agosto de 2010
Recordando al viejo Romelio
Nuevamente y después de 24 años, se abren las puertas del estadio Romelio Martínez para recibir al Junior de Barranquilla en un partido oficial. Aprovecho esta oportunidad, para brindarle un pequeño homenaje recordando aquellas anécdotas que viví en los años ’80, en el otrora Estadio Municipal, considerado la cuna del fútbol colombiano.
Tenía aproximadamente diez años, y mi papá quien siempre ha sido hincha fiel del Junior, me llevaba cada domingo al Estadio. Religiosamente nos vestíamos con camiseta rojiblanca, bermuda, gorra, sandalias tres puntá y un cojín inflable de plástico para sentarnos y que no se nos borrara la raya. Partíamos de la casa en su carro, un Renault 12 color verde de placa RD-5976 (no se por qué motivo recuerdo con exactitud la placa), al llegar al estadio estacionábamos en un peladero – léase lote arenoso vacío–, y en el que dependiendo de la temporada acogía al circo, la ciudad de hierro y la feria artesanal. Dos cuidadores de carro con una bayeta roja en sus manos hacían de vigilantes, al salir se les tiraba la liga o propina.
En una diminuta taquilla vendían la boleta de entrada, no había preventa de boletas, por lo que desde muy temprano había que hacer grandes filas para comprarla. El pasadizo para llegar a las gradas era un túnel, igual al que recorre el toro antes de entrar al ruedo. El estadio tiene dos tribunas llamadas Sombra y Sol, aunque yo las llamaba Sombra y Jopo de Sol. Normalmente íbamos a sombra, bajo techo y nos sentábamos justo al lado de una columna, allí mismo nos encontrábamos casi siempre los mismos, cerca se sentaba el Checo Acosta quien no se perdía partido, y para ese entonces era pobre, feo, quiero decir sin cirugías y poco reconocido en el ámbito musical. Otro visitante ilustre era uno de los mafiosos más temidos de la época, alias “Pello Ron”, quien vestía de gafas oscuras, camisa floreada, tal vez armado con un trueno, léase arma, y siempre acompañado de una mujer con aspecto de llevar una vida bastante alegre. Recuerdo que los discapacitados tenían el privilegio de ver el partido a pocos metros de la cancha.
Cuando se acercaba la hora para empezar el partido, los equipos hacían su aparición en la cancha, seguidos de la mascota del Junior, un tiburón artesanal hecho de papel y goma, pintado con brocha gorda (no era el inflable de Willy que conocemos hoy en día) cargado por un gordo que se metía en las redes del equipo contrario presagiando la goleada que Junior le propinaría y a lo cual todos los asistentes le apoyábamos coreando los goles. Con los equipos alineados en el centro de la cancha, se entonaba el himno Nacional y luego el de Barranquilla, justo allí, hacia su aparición el señor Elias Chewing (Q.E.P.D.) quien con bandera de Barranquilla en mano, daba la vuelta olímpica animando al publico a cantar el himno. No recuerdo a algún otro barranquillero, cantar con verdadera emoción y orgullo patrio el himno de esta ciudad, como lo hacía Elias Chewing…de solo recordarlo se me erizan los vellos… y los feos también!
A las 3:30 p.m. con el sol currambero en todo su esplendor, la mayoría de equipos rivales provenientes del interior del país literalmente se asaban, siendo esto una gran ventaja para el equipo de casa, acostumbrado a las inclemencias del “mono” barranquillero, se daba inicio al partido. El público asistente sintonizaba en sus grandes radios la misma emisora, (¿había otra acaso?) con Edgar Perea A. narrando el partido y antes de que rompieran relaciones, Fabio Poveda (Q.E.P.D.) en los comentarios, quien seguramente contaba que el día anterior había almorzado con el técnico o con algún jugador en el restaurante El Tremendo Guandú, un delicioso sancocho trifásico, que a la postre sería cómplice mudo del infarto que le causara su muerte.
Mientras tanto, en otro lado de la tribuna una tambora no dejaba de sonar y a su son una morenaza movía sus grandes caderas acompañada de aplausos y silbidos, a los que ella siempre respondía con una sonrisa pícara y coqueta.
El partido se ponía emocionante y ya el gol estaba madurito al escuchar un “yurrrdaaa” y, si por casualidad el árbitro metía su pito en contra del Junior, el negro Perea, quien manejaba el público a su antojo decía: “hagamos el corito celestial” a lo que al unísono el estadio respondía: “hijuep…, hijuep..., hijuep…”. Cuando llegaba el gol del Junior, Perea lo cantaba como solo él lo sabe hacer a ritmo de clave y luego un sostenido: “gol.gol.gol.gol, goooooool de Junior de Barranquillaaa”, y una voz de ultratumba en la emisora le respondía: “¡Qué Maravillaaa!”. Todos los asistentes vibrábamos con el gol, incluyendo a la gente ubicada en las vallas publicitarias, balcones y azoteas de los edificios vecinos ubicados al pie de la calle 72 quienes gozaban de palco VIP gratis todo el año. Al cambiar el marcador, el encargado del tablero, algo prehistórico por cierto, se encaramaba para cambiar los números. Las dos barras más populares y únicas, creo, eran Corea y Vietnam que alentaban al Junior siempre de manera enérgica pero pacifica todo los noventa minutos de juego.
En el descanso era el momento para deleitarse de la gastronomía barranquillera, los vendedores promocionaban sus platos de una manera muy particular: “habla la buti, la buti”, “manguirris”, “aaa la orden maní”, “la fría, la fría” y el negro que decía “e’magboro, e’ magboro” al referirse a los cigarrillos Marlboro. Antes de entrar al baño se debía respirar profundo y hacer lo tuyo en tiempo record, pues de lo contrario podrías asfixiarte. Recuerdo que mi papá aprovechaba para asomarse desde lo alto de la tribuna y “echarle un ojito” al carro.
Luego de las indicaciones del técnico de turno, tal vez Varacka o Saporitti, de seguro el Papi Peña de asistente y, las atenciones del aguatero Orejita Núñez (Q.E.P.D), comenzaba el segundo tiempo, la noche empezaba a caer y se encendían las luces de los gigantescos postes, que por cierto estorbaban bastante la visibilidad del encuentro. La abuelita de la lechuza que hoy vive en el estadio Metropolitano, hacía su aparición vaticinando el triunfo categórico de nuestro equipo.
En esa época los equipos que más guerra le daban al Junior eran Atlético Nacional, con su corte de jugadores peruanos, a saber Uribe, Cueto y otros más y el América de Cali, liderado por las gambetas del viejo Willy Ortiz, quien llevó buen guayo por parte de Dulio Miranda. El dominio del equipo local era casi rotundo, la victoria se daba por descontada y se hacía efectiva cuando Edgar Perea decía: “terminó, terminó, terminó”. Fue en ese estadio donde Edgar Perea bautizó al Junior “Tú Papá” y consiguió sus dos primeras estrellas, en 1.977 y 1.980, respectivamente.
De los jugadores de Junior y sus características que llegan a mi memoria, Carlos Ischia y su versatilidad, la zurda prodigiosa de Teglia, el perrenque de Galván, el liderazgo de Berdugo, las patadas de Dulio Miranda, las voladas de Delmenico, el patón Bauza, el trato fino con el balón de Carlos Babington y Didí Valderrama, quien no pasó de ser una gran promesa del futbol colombiano.
A la salida del estadio, por el mismo corredor donde habíamos entrado, los empujones y recostadas estaban a la orden del día, así que las mujeres debían caminar con sus piernas bien cerradas para evitar un embarazo no deseado. Alrededor del estadio estaba el palacio del colesterol donde abundaban la chinchurria, morcilla, pajarilla, bofe y el campeón arroz de lisa. Encontrar el carro en el parqueadero, era toda una odisea y el zaperoco que se armaba a la salida era monumental. Diez minutos después estábamos en la casa descansando y esperando el noticiero para ver la repetición de los goles.
Estas son solo una muestra de las miles de historias y vivencias que encierra el viejo Romelio, las cuales se revivirán durante los próximos dos meses que “la querida de Barranquilla” lo tenga como sede.
Hoy en día los barranquilleros no cambiamos por nada el imponente y majestuoso Estadio Metropolitano Roberto Meléndez y lo queremos tanto como a una novia, lo que no podemos olvidar es que el Estadio Romelio Martínez fue nuestro primer amor, y el primer amor nunca se olvida.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Tenía aproximadamente diez años, y mi papá quien siempre ha sido hincha fiel del Junior, me llevaba cada domingo al Estadio. Religiosamente nos vestíamos con camiseta rojiblanca, bermuda, gorra, sandalias tres puntá y un cojín inflable de plástico para sentarnos y que no se nos borrara la raya. Partíamos de la casa en su carro, un Renault 12 color verde de placa RD-5976 (no se por qué motivo recuerdo con exactitud la placa), al llegar al estadio estacionábamos en un peladero – léase lote arenoso vacío–, y en el que dependiendo de la temporada acogía al circo, la ciudad de hierro y la feria artesanal. Dos cuidadores de carro con una bayeta roja en sus manos hacían de vigilantes, al salir se les tiraba la liga o propina.
En una diminuta taquilla vendían la boleta de entrada, no había preventa de boletas, por lo que desde muy temprano había que hacer grandes filas para comprarla. El pasadizo para llegar a las gradas era un túnel, igual al que recorre el toro antes de entrar al ruedo. El estadio tiene dos tribunas llamadas Sombra y Sol, aunque yo las llamaba Sombra y Jopo de Sol. Normalmente íbamos a sombra, bajo techo y nos sentábamos justo al lado de una columna, allí mismo nos encontrábamos casi siempre los mismos, cerca se sentaba el Checo Acosta quien no se perdía partido, y para ese entonces era pobre, feo, quiero decir sin cirugías y poco reconocido en el ámbito musical. Otro visitante ilustre era uno de los mafiosos más temidos de la época, alias “Pello Ron”, quien vestía de gafas oscuras, camisa floreada, tal vez armado con un trueno, léase arma, y siempre acompañado de una mujer con aspecto de llevar una vida bastante alegre. Recuerdo que los discapacitados tenían el privilegio de ver el partido a pocos metros de la cancha.
Cuando se acercaba la hora para empezar el partido, los equipos hacían su aparición en la cancha, seguidos de la mascota del Junior, un tiburón artesanal hecho de papel y goma, pintado con brocha gorda (no era el inflable de Willy que conocemos hoy en día) cargado por un gordo que se metía en las redes del equipo contrario presagiando la goleada que Junior le propinaría y a lo cual todos los asistentes le apoyábamos coreando los goles. Con los equipos alineados en el centro de la cancha, se entonaba el himno Nacional y luego el de Barranquilla, justo allí, hacia su aparición el señor Elias Chewing (Q.E.P.D.) quien con bandera de Barranquilla en mano, daba la vuelta olímpica animando al publico a cantar el himno. No recuerdo a algún otro barranquillero, cantar con verdadera emoción y orgullo patrio el himno de esta ciudad, como lo hacía Elias Chewing…de solo recordarlo se me erizan los vellos… y los feos también!
A las 3:30 p.m. con el sol currambero en todo su esplendor, la mayoría de equipos rivales provenientes del interior del país literalmente se asaban, siendo esto una gran ventaja para el equipo de casa, acostumbrado a las inclemencias del “mono” barranquillero, se daba inicio al partido. El público asistente sintonizaba en sus grandes radios la misma emisora, (¿había otra acaso?) con Edgar Perea A. narrando el partido y antes de que rompieran relaciones, Fabio Poveda (Q.E.P.D.) en los comentarios, quien seguramente contaba que el día anterior había almorzado con el técnico o con algún jugador en el restaurante El Tremendo Guandú, un delicioso sancocho trifásico, que a la postre sería cómplice mudo del infarto que le causara su muerte.
Mientras tanto, en otro lado de la tribuna una tambora no dejaba de sonar y a su son una morenaza movía sus grandes caderas acompañada de aplausos y silbidos, a los que ella siempre respondía con una sonrisa pícara y coqueta.
El partido se ponía emocionante y ya el gol estaba madurito al escuchar un “yurrrdaaa” y, si por casualidad el árbitro metía su pito en contra del Junior, el negro Perea, quien manejaba el público a su antojo decía: “hagamos el corito celestial” a lo que al unísono el estadio respondía: “hijuep…, hijuep..., hijuep…”. Cuando llegaba el gol del Junior, Perea lo cantaba como solo él lo sabe hacer a ritmo de clave y luego un sostenido: “gol.gol.gol.gol, goooooool de Junior de Barranquillaaa”, y una voz de ultratumba en la emisora le respondía: “¡Qué Maravillaaa!”. Todos los asistentes vibrábamos con el gol, incluyendo a la gente ubicada en las vallas publicitarias, balcones y azoteas de los edificios vecinos ubicados al pie de la calle 72 quienes gozaban de palco VIP gratis todo el año. Al cambiar el marcador, el encargado del tablero, algo prehistórico por cierto, se encaramaba para cambiar los números. Las dos barras más populares y únicas, creo, eran Corea y Vietnam que alentaban al Junior siempre de manera enérgica pero pacifica todo los noventa minutos de juego.
En el descanso era el momento para deleitarse de la gastronomía barranquillera, los vendedores promocionaban sus platos de una manera muy particular: “habla la buti, la buti”, “manguirris”, “aaa la orden maní”, “la fría, la fría” y el negro que decía “e’magboro, e’ magboro” al referirse a los cigarrillos Marlboro. Antes de entrar al baño se debía respirar profundo y hacer lo tuyo en tiempo record, pues de lo contrario podrías asfixiarte. Recuerdo que mi papá aprovechaba para asomarse desde lo alto de la tribuna y “echarle un ojito” al carro.
Luego de las indicaciones del técnico de turno, tal vez Varacka o Saporitti, de seguro el Papi Peña de asistente y, las atenciones del aguatero Orejita Núñez (Q.E.P.D), comenzaba el segundo tiempo, la noche empezaba a caer y se encendían las luces de los gigantescos postes, que por cierto estorbaban bastante la visibilidad del encuentro. La abuelita de la lechuza que hoy vive en el estadio Metropolitano, hacía su aparición vaticinando el triunfo categórico de nuestro equipo.
En esa época los equipos que más guerra le daban al Junior eran Atlético Nacional, con su corte de jugadores peruanos, a saber Uribe, Cueto y otros más y el América de Cali, liderado por las gambetas del viejo Willy Ortiz, quien llevó buen guayo por parte de Dulio Miranda. El dominio del equipo local era casi rotundo, la victoria se daba por descontada y se hacía efectiva cuando Edgar Perea decía: “terminó, terminó, terminó”. Fue en ese estadio donde Edgar Perea bautizó al Junior “Tú Papá” y consiguió sus dos primeras estrellas, en 1.977 y 1.980, respectivamente.
De los jugadores de Junior y sus características que llegan a mi memoria, Carlos Ischia y su versatilidad, la zurda prodigiosa de Teglia, el perrenque de Galván, el liderazgo de Berdugo, las patadas de Dulio Miranda, las voladas de Delmenico, el patón Bauza, el trato fino con el balón de Carlos Babington y Didí Valderrama, quien no pasó de ser una gran promesa del futbol colombiano.
A la salida del estadio, por el mismo corredor donde habíamos entrado, los empujones y recostadas estaban a la orden del día, así que las mujeres debían caminar con sus piernas bien cerradas para evitar un embarazo no deseado. Alrededor del estadio estaba el palacio del colesterol donde abundaban la chinchurria, morcilla, pajarilla, bofe y el campeón arroz de lisa. Encontrar el carro en el parqueadero, era toda una odisea y el zaperoco que se armaba a la salida era monumental. Diez minutos después estábamos en la casa descansando y esperando el noticiero para ver la repetición de los goles.
Estas son solo una muestra de las miles de historias y vivencias que encierra el viejo Romelio, las cuales se revivirán durante los próximos dos meses que “la querida de Barranquilla” lo tenga como sede.
Hoy en día los barranquilleros no cambiamos por nada el imponente y majestuoso Estadio Metropolitano Roberto Meléndez y lo queremos tanto como a una novia, lo que no podemos olvidar es que el Estadio Romelio Martínez fue nuestro primer amor, y el primer amor nunca se olvida.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mundial de Bola e Trapo
En estos días en los cuales estamos viviendo y disfrutando del mundial de fútbol en Sudáfrica a mi memoria llegan los días en que mis amigos, vecinos y yo éramos los protagonistas de los partidos más vibrantes de aquella época y me atrevo a decir que en cada cuadra o barrio de Barranquilla se libraba un mundial diferente, el mundial de bola e trapo.
Todo empezaba cuando reunidos en la tienda de la esquina seis amigos o tal vez mas, uno de ellos lanzaba la frase retadora: “ey hagamos una línea”. Acto seguido las dos mejores jugadores de la cuadra escogían uno por uno los que serían sus compañeros de equipo siempre dejando de ultimo a los mas maletas y gorditos quienes se decidían a jugar no por voluntad propia sino por las insistencias de los demás para poder completar la alineación.
El uniforme de cada equipo se definía con un “cara o sello” o “papel, tijera o piedra”. El que ganara el desafío se quedaba con sus camisetas puestas (todas de color diferente por cierto) y los que perdían debían jugar a pecho pelado teniendo que exhibir los “esculturales” cuerpos, varios con barriga de oso polar, algunos luciendo sus bíceps trabajados en las barras de los parques y otros tan flacos haciéndole propaganda a la mala situación económica. Otro método para esta elección era decir: “el que haga el primer gol se queda con las camisetas”. No faltaba quien al quitarse la camiseta se la enrollara en la cabeza cual tirador de pico y pala en plena murillo.
El balón no era el costo e incontrolable Jabulani de Adidas, la esencia de este juego era una bola de trapo artesanal “Made in Polo Nuevo”, la cual como su nombre lo indica era hecha con retazos de tela con lo que se formaba una masa esférica y pesada que luego era forrada y pegada con Bóxer (goma industrial) lo que le daba ese color amarillo característico, y hablo en pasado ya que hoy día las hacen de varios colores. Para comprarla no necesitabas ir a ningún centro comercial y pagar cientos de miles de pesos, con solo hacer una “Vaca” (colecta) entre los jugadores era suficiente y cualquier tienda de Barranquilla que se respetara la tenía entre su inventario a un precio muy económico.
Las porterías las había de diferentes materiales. Si el presupuesto para comprarlas era alto se mandaban a hacer de hierro en cualquier taller de el “Boliche”, si el presupuesto era mediano se hacían de madera y las mallas con saco de fique de Nutrimon. Las medidas aproximadas eran 1.2 metros de ancho por 0.6 metros de alto. Y si no había un peso para tal fin se resolvía con dos piedras colocadas a cuatro pies (o más bien a cuatro zapatos) una de la otra para cumplir con el objetivo.
La hora del partido era tipo de 3 pm a pleno sol cantando un domingo, o en día de semana a las 10 pm cuando no pasaban casi carros, iluminados bajo los rayos de la luna de barranquilla que tiene un acosa que maravilla.
No había árbitro central y mucho menos jueces de línea, aquí nos valíamos de la honestidad de cada uno y si la jugada era dudosa simplemente el que alegara y gritara mas, ese tenía la razón. A nadie le sacaban tarjeta amarilla o lo expulsaban, cuando dos jugadores se la tenían cazada sabían resolver sus diferencias a “muñeca” limpia después de que un tercero decía: “el que parta papaya mienta madre”.
Aunque las reglas eran muy propias de cada cuadra había algunas que coincidían en todas partes. El campo estaba delimitado por los andenes de cada cera de la calle, no se cobraba tiro de esquina, ni fuera de lugar, el arquero no la podía coger con las manos y tampoco le era permitido sentarse en la portería.
En cada equipo había diferentes tipos de jugadores que a continuación describo.
“El Rayuo”: dícese de aquel jugador que prefiere el futbol que la comida y no hay poder humano que haga que ponga un bendito pase.
“El guayero”: jugador que le gusta repartir “botín” de lo lindo.
“El Pescador”: Flojonazo delantero que se ubica al pie del arquero rival esperando un pase para convertir un gol.
“El Maleta”: también llamado “paquete chileno”, dicho personaje se nota que no jugó ni con las tetas de la mamá cuando era pequeño, mucho menos con los barrotes de la cuna.
“El Vacilador”: digno representante del barranquillero arrebatao, no hace otra cosa que mamar gallo durante todo el partido y su aporte al equipo es casi nulo.
“El Crack”: es la estrella del equipo, su sueño truncado es ser delantero del Junior y se las desquita haciendo goles en su cuadra a diestra y siniestra.
El partido solo se interrumpía por dos acontecimientos, la primera que pasara un carro, el cual esquivábamos cual torero en plena faena y la segunda que desfilaran los “bollitos” de la cuadra que justo esperaban la hora del partido para exhibirse frente a todos en sus diminutos shorts despertando en cada uno los más bajos instintos y los piropos mas rebuscados y originales.
La hidratación no estaba monopolizada por Gatorade, en vez de eso contábamos con la generosidad de alguna madre o novia de nosotros, las cuales nos preparaban un “Guarapade”, es decir una refrescante agua de panela con limón y mucho hielo. Cuando no había guarapo, nos conformábamos con pegar la boca en cualquier pluma (grifo) y llenarnos de “jugo de tubo”.
Cuando el partido estaba muy desequilibrado tratábamos de compensarlo haciendo un cambio entre los dos equipos. Una forma de saberlo además del marcador abultado era cuando llegaba el gol más humillante pero a la vez el más deseado por cualquier jugador de bola e trapo, este consistía en que el delantero estando solo frente a la portería completamente despojada, se agachaba y dando un pequeño cabezazo desde el suelo hacia que la bola traspasara la línea de gol para júbilo de todos sus compañeros y la cólera de sus rivales.
Cuando empezaba a llover no hacía falta llamar a nadie para jugar, solo era que cayeran unas cuantas gotas de agua y todos salíamos raudos a jugar un clásico a pie descalzo, lo que hacía que termináramos con alguna ampolla o infección.
No había dos tiempos, jugábamos a X cantidad de goles y si el partido estaba empatado y el cansancio hacia de las suyas decíamos: “el que haga gol gana”. De ahí debió surgir el famoso “Gol de Oro” empleado algún tiempo en los mundiales. Otro factor que hacía que el partido terminara es que la bola de trapo no resistiera las inclemencias de las patadas y el duro asfalto currambero, eso preciso se daba justo en el momento cumbre del partido.
Todos luchábamos a muerte por el triunfo y el ganador no se llevaba ninguna copa o trofeo, tal vez se apostaba la gaseosa litro, la cual alcanzaba para todos incluidos los perdedores, aunque para estos el sabor amargo de la derrota no les hacia disfrutar mucho el preciado liquido. La mayor satisfacción era haber jugado y por momentos ser la estrella o el mejor jugador, no del mundo pero si al menos de tu cuadra.
Todo terminaba donde había empezado unas horas atrás, en la tienda de la esquina, tal vez tomándonos unas frías o los mas puritanos una Pony Malta con pudin Gala. Ahí mismo comentábamos las incidencias del partido, hablábamos de política, del Junior, rajábamos de todos los vecinos y por supuesto acordábamos el próximo clásico para darle la revancha a los perdedores.
Ese era nuestro Mundial… El Mundial de Bola e Trapo.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Todo empezaba cuando reunidos en la tienda de la esquina seis amigos o tal vez mas, uno de ellos lanzaba la frase retadora: “ey hagamos una línea”. Acto seguido las dos mejores jugadores de la cuadra escogían uno por uno los que serían sus compañeros de equipo siempre dejando de ultimo a los mas maletas y gorditos quienes se decidían a jugar no por voluntad propia sino por las insistencias de los demás para poder completar la alineación.
El uniforme de cada equipo se definía con un “cara o sello” o “papel, tijera o piedra”. El que ganara el desafío se quedaba con sus camisetas puestas (todas de color diferente por cierto) y los que perdían debían jugar a pecho pelado teniendo que exhibir los “esculturales” cuerpos, varios con barriga de oso polar, algunos luciendo sus bíceps trabajados en las barras de los parques y otros tan flacos haciéndole propaganda a la mala situación económica. Otro método para esta elección era decir: “el que haga el primer gol se queda con las camisetas”. No faltaba quien al quitarse la camiseta se la enrollara en la cabeza cual tirador de pico y pala en plena murillo.
El balón no era el costo e incontrolable Jabulani de Adidas, la esencia de este juego era una bola de trapo artesanal “Made in Polo Nuevo”, la cual como su nombre lo indica era hecha con retazos de tela con lo que se formaba una masa esférica y pesada que luego era forrada y pegada con Bóxer (goma industrial) lo que le daba ese color amarillo característico, y hablo en pasado ya que hoy día las hacen de varios colores. Para comprarla no necesitabas ir a ningún centro comercial y pagar cientos de miles de pesos, con solo hacer una “Vaca” (colecta) entre los jugadores era suficiente y cualquier tienda de Barranquilla que se respetara la tenía entre su inventario a un precio muy económico.
Las porterías las había de diferentes materiales. Si el presupuesto para comprarlas era alto se mandaban a hacer de hierro en cualquier taller de el “Boliche”, si el presupuesto era mediano se hacían de madera y las mallas con saco de fique de Nutrimon. Las medidas aproximadas eran 1.2 metros de ancho por 0.6 metros de alto. Y si no había un peso para tal fin se resolvía con dos piedras colocadas a cuatro pies (o más bien a cuatro zapatos) una de la otra para cumplir con el objetivo.
La hora del partido era tipo de 3 pm a pleno sol cantando un domingo, o en día de semana a las 10 pm cuando no pasaban casi carros, iluminados bajo los rayos de la luna de barranquilla que tiene un acosa que maravilla.
No había árbitro central y mucho menos jueces de línea, aquí nos valíamos de la honestidad de cada uno y si la jugada era dudosa simplemente el que alegara y gritara mas, ese tenía la razón. A nadie le sacaban tarjeta amarilla o lo expulsaban, cuando dos jugadores se la tenían cazada sabían resolver sus diferencias a “muñeca” limpia después de que un tercero decía: “el que parta papaya mienta madre”.
Aunque las reglas eran muy propias de cada cuadra había algunas que coincidían en todas partes. El campo estaba delimitado por los andenes de cada cera de la calle, no se cobraba tiro de esquina, ni fuera de lugar, el arquero no la podía coger con las manos y tampoco le era permitido sentarse en la portería.
En cada equipo había diferentes tipos de jugadores que a continuación describo.
“El Rayuo”: dícese de aquel jugador que prefiere el futbol que la comida y no hay poder humano que haga que ponga un bendito pase.
“El guayero”: jugador que le gusta repartir “botín” de lo lindo.
“El Pescador”: Flojonazo delantero que se ubica al pie del arquero rival esperando un pase para convertir un gol.
“El Maleta”: también llamado “paquete chileno”, dicho personaje se nota que no jugó ni con las tetas de la mamá cuando era pequeño, mucho menos con los barrotes de la cuna.
“El Vacilador”: digno representante del barranquillero arrebatao, no hace otra cosa que mamar gallo durante todo el partido y su aporte al equipo es casi nulo.
“El Crack”: es la estrella del equipo, su sueño truncado es ser delantero del Junior y se las desquita haciendo goles en su cuadra a diestra y siniestra.
El partido solo se interrumpía por dos acontecimientos, la primera que pasara un carro, el cual esquivábamos cual torero en plena faena y la segunda que desfilaran los “bollitos” de la cuadra que justo esperaban la hora del partido para exhibirse frente a todos en sus diminutos shorts despertando en cada uno los más bajos instintos y los piropos mas rebuscados y originales.
La hidratación no estaba monopolizada por Gatorade, en vez de eso contábamos con la generosidad de alguna madre o novia de nosotros, las cuales nos preparaban un “Guarapade”, es decir una refrescante agua de panela con limón y mucho hielo. Cuando no había guarapo, nos conformábamos con pegar la boca en cualquier pluma (grifo) y llenarnos de “jugo de tubo”.
Cuando el partido estaba muy desequilibrado tratábamos de compensarlo haciendo un cambio entre los dos equipos. Una forma de saberlo además del marcador abultado era cuando llegaba el gol más humillante pero a la vez el más deseado por cualquier jugador de bola e trapo, este consistía en que el delantero estando solo frente a la portería completamente despojada, se agachaba y dando un pequeño cabezazo desde el suelo hacia que la bola traspasara la línea de gol para júbilo de todos sus compañeros y la cólera de sus rivales.
Cuando empezaba a llover no hacía falta llamar a nadie para jugar, solo era que cayeran unas cuantas gotas de agua y todos salíamos raudos a jugar un clásico a pie descalzo, lo que hacía que termináramos con alguna ampolla o infección.
No había dos tiempos, jugábamos a X cantidad de goles y si el partido estaba empatado y el cansancio hacia de las suyas decíamos: “el que haga gol gana”. De ahí debió surgir el famoso “Gol de Oro” empleado algún tiempo en los mundiales. Otro factor que hacía que el partido terminara es que la bola de trapo no resistiera las inclemencias de las patadas y el duro asfalto currambero, eso preciso se daba justo en el momento cumbre del partido.
Todos luchábamos a muerte por el triunfo y el ganador no se llevaba ninguna copa o trofeo, tal vez se apostaba la gaseosa litro, la cual alcanzaba para todos incluidos los perdedores, aunque para estos el sabor amargo de la derrota no les hacia disfrutar mucho el preciado liquido. La mayor satisfacción era haber jugado y por momentos ser la estrella o el mejor jugador, no del mundo pero si al menos de tu cuadra.
Todo terminaba donde había empezado unas horas atrás, en la tienda de la esquina, tal vez tomándonos unas frías o los mas puritanos una Pony Malta con pudin Gala. Ahí mismo comentábamos las incidencias del partido, hablábamos de política, del Junior, rajábamos de todos los vecinos y por supuesto acordábamos el próximo clásico para darle la revancha a los perdedores.
Ese era nuestro Mundial… El Mundial de Bola e Trapo.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mi Primera Fiesta
Era el año de 1.990 cuando me acercaba al final de mi adolescencia (tenía 17 años) y acepté ir a la que sería mi primera fiesta. Algunos estarán pensando que empecé muy tarde mi vida social, sin embargo, les diré que en los años anteriores sólo concebía los fines de semana para jugar fútbol, tal era mi pasión por ese deporte, que ya mis progenitores estaban preocupados por no mostrar interés alguno en el sexo opuesto.
El “ojo-meneado” de dicha fiesta, era el primo del sobrino de un amigo de mi vecino así que no podía hacerle un desaire y decidí asistir, no sin antes pedirle consejos a mi hermana, que para ese entonces tenía 19 años y, eso si con experiencia de sobra en todo lo concerniente a lo que rumbas se refiere.
El primer y duro paso fue escoger mi ropa y, por increíble que parezca a esa edad yo todavía no tenía ni voz ni voto en cuanto a mi vestimenta; recuerdo que mi madre me llevaba a los almacenes de ropa sólo para medirme lo que me iban a comprar. Empezamos por sacar todo mi guardarropa para escoger un par de atuendos, pero no encontramos nada rescatable; lo más moderno era un pantalón color vino tinto con un bies blanco a los lados, muy de moda en ese tiempo, pero demasiado informal y difícil de combinar, así que pasamos al plan B que era conseguir algo prestado. Empecé por ver en el armario de mi hermana, ella tenía un jean Marithé Francois Girbaud, con más bolsillos que una chaqueta de pescador y más ancho que el colegio Americano, el cual se sujetaba con una correa que tenía una punta al final y que se le hacia un nudo y quedaba colgando, el cual me quedó perfecto. Para conseguir la camisa me fui donde mi cuñado de turno y encontré una rosada de lino y los zapatos unos Top Sider de 3 colores los cuales llevaban una especie de campanitas al final de los cordones que si se desarmaban no había poder humano que los volviera a armar. Medias blancas deportivas al mejor estilo de Michael Jackson, mi reloj Benetton que me acompañaba a todos lados y un poco de perfume de mi padre, marca Drakar y listo. Pa’ que pero me veía pintoso!
Escogido mi atuendo, el siguiente paso era aprender a bailar y como disponíamos de poco tiempo mi hermana puso a sonar el toca disco y me dijo: “muéstrame lo que tienes”, para resumirles este episodio, creo que el que se inventó la frase que dice “tiene dos pies izquierdos”, debió verme a mí en ese momento. Mi hermana decía que me dejara llevar por la música, pero que va, en ese momento más oído tenía un ojo que yo. Así nos fuimos para la fiesta, mi descompás y yo.
Al llegar a la fiesta noté que en el menú no había helado ni pudin, en vez de eso había un coctel preparado con Tres Esquinas y Zumm (el mancha tripas de la época), salchichitas cortadas en cruz fritas en Coca-Cola y el infaltable y delicioso bollo ‘e limpio. La música de Mr. Aguja amenizaba la fiesta con canciones de Wilfrido Vargas, Los Hermanos Rosario, La Familia André y uno que otro vallenatico del Binomio de Oro. La decoración de la fiesta eran un globo de pequeños espejos girando en el centro de la pista, una luz fluorescente que hacia brillar todo lo de color blanco, de vez en cuando salía humo de hielo seco expulsado por una aspiradora y un flash que me hacia marear en menos de cinco minutos.
Aunque hoy en día no soy un Adonis ni nada parecido, tengo algunos atributos atractivos para las mujeres como son mi porte, mi esbeltez y un poco de parla, en esa época era bajito, gordito, tímido y sin un peso en el bolsillo, pero eso sí me destacaba por un gusto exigente, así que la primera mujer que tuviera el honor de bailar conmigo debía ser la más hermosa de la fiesta. Esta era una rubia angelical, con unos ojazos color miel y un parecido exagerado a la cantante y actriz mexicana Lucerito, recuerdo que lucía el muy de moda copete de Alf, unas boticas Reebok, jeans ajustados y una blusa con hombreras, que la asemejaban a jugadora de fútbol americano; me acerqué a ella y pretendiendo disimular mis nervios le dije: “¿Bailamos?”… ella me miró con cara de “¡Helloooo, o sea, nada que ver, ubícate!” pero al ver que yo no entendía el mensaje, soltó un rotundo NO por respuesta, que hoy todavía retumba en mis oídos y ha sido motivo de muchas visitas al sicólogo.
Para darme ánimos, me dije que era muy apresurado y me había puesto mi meta demasiado alta, así que continué en mi búsqueda. La siguiente víctima no era tan bonita, ella más bien calificaba en el segmento de las “buenonas”, dueña de un culo apoteósico digno de los cuadros de Aguaslimpias y de ñapa usaba un jeans marca Huff and Puff (el propio levanta cola) por lo que me es difícil recordar su cara. Su respuesta fue menos traumática e igual de frustrante: “ahorita no, estoy cansada”, esta frasecita es empleada hoy en día por muchas esposas…
Con el rabo entre las piernas volví a mi mesa y, pensé que si estuviera jugando fútbol a lo mejor ya habría hecho varios goles, en cambio aquí estaba perdiendo y por goleada.
Estaba a punto de darme por vencido cuando recordé un sabio consejo de mi padre: “saca a bailar a la más fea que esas nunca dicen que no”. Encontrar a este personaje en la fiesta fue muy fácil, estaba sentada en un rincón, tenía más dientes que una pelea de perros y más maluca que una patada en los huevos, usaba un vestidito infantil estilo repollo, zapaticos de charol de los años 50 y dos colitas de caballo al estilo Chilindrina. Me armé de valor y caminé en dirección a ese rincón, sólo con notar mis intenciones ella me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile, con una cara de perro de rico asomado por la ventanilla del carro. Ya en la pista de baile trataba de recordar los tips de mi hermana: “déjate llevar por la música, siéntela!!!”, yo lo único que sentía era que mis amigos se estaban burlando de mi por el levante que había hecho y mi peculiar forma de bailar. Decidí hacer caso omiso y cerré mis ojos, me imaginé que estaba bailando con Lucerito y en ese momento empezó a fluir el baile por mis venas y todo mi cuerpo. ¡Cuánto le debo a esa pobre fea!, como no la volví a ver jamás nunca pude darle las gracias por lo que aprendí en ese momento, lo que supe de ella es que era madre de dos hermosos cachorritos.
Después de azotar baldosa durante cinco discos seguidos, mi confianza estaba repuntando así que, decidí sentar a Betty…la fea y emplear una nueva táctica para conseguir más parejas, esta consistía en ir ascendiendo poco a poco en la belleza hasta llegar nuevamente donde “Lucerito” quien me esperaría ansiosa y con los brazos abiertos. Así lo hice y con mis nuevas parejas fui poniendo en práctica nuevas técnicas de seducción como soplarle la orejita, una mano acariciando su nuca y la otra que se deslizaba, apretar más con cada vuelta y brillar hebilla, ¡ah que tiempos aquellos!
Una a una fueron pasando por este pecho y sólo faltaba Lucerito de postre, por lo que nuevamente me acerqué hasta ella, eso si esta vez con una confianza digna de actor de telenovela, sólo le estiré mi brazo y …(sería fácil decirles que aceptó y bailamos el resto de la noche sin sentarnos ni un minuto, pero la cruda realidad fue otra)… se sonrió sin decir palabra, hasta que yo con el brazo aún estirado entendí que se estaba burlando de mi; de haber tenido un machete cerca me habría cortado el brazo con tal de no tener que devolverlo.
Pese a todo, al finalizar la fiesta mi balance fue positivo, (¿consuelo de tontos?) poco a poco estaba aprendiendo a bailar y conocer los trucos a la hora de las conquistas. Allí empezó a vislumbrarse el galán que estaba dentro de mí.
Mujeres de Barranquilla…..allá voy!!!
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
El “ojo-meneado” de dicha fiesta, era el primo del sobrino de un amigo de mi vecino así que no podía hacerle un desaire y decidí asistir, no sin antes pedirle consejos a mi hermana, que para ese entonces tenía 19 años y, eso si con experiencia de sobra en todo lo concerniente a lo que rumbas se refiere.
El primer y duro paso fue escoger mi ropa y, por increíble que parezca a esa edad yo todavía no tenía ni voz ni voto en cuanto a mi vestimenta; recuerdo que mi madre me llevaba a los almacenes de ropa sólo para medirme lo que me iban a comprar. Empezamos por sacar todo mi guardarropa para escoger un par de atuendos, pero no encontramos nada rescatable; lo más moderno era un pantalón color vino tinto con un bies blanco a los lados, muy de moda en ese tiempo, pero demasiado informal y difícil de combinar, así que pasamos al plan B que era conseguir algo prestado. Empecé por ver en el armario de mi hermana, ella tenía un jean Marithé Francois Girbaud, con más bolsillos que una chaqueta de pescador y más ancho que el colegio Americano, el cual se sujetaba con una correa que tenía una punta al final y que se le hacia un nudo y quedaba colgando, el cual me quedó perfecto. Para conseguir la camisa me fui donde mi cuñado de turno y encontré una rosada de lino y los zapatos unos Top Sider de 3 colores los cuales llevaban una especie de campanitas al final de los cordones que si se desarmaban no había poder humano que los volviera a armar. Medias blancas deportivas al mejor estilo de Michael Jackson, mi reloj Benetton que me acompañaba a todos lados y un poco de perfume de mi padre, marca Drakar y listo. Pa’ que pero me veía pintoso!
Escogido mi atuendo, el siguiente paso era aprender a bailar y como disponíamos de poco tiempo mi hermana puso a sonar el toca disco y me dijo: “muéstrame lo que tienes”, para resumirles este episodio, creo que el que se inventó la frase que dice “tiene dos pies izquierdos”, debió verme a mí en ese momento. Mi hermana decía que me dejara llevar por la música, pero que va, en ese momento más oído tenía un ojo que yo. Así nos fuimos para la fiesta, mi descompás y yo.
Al llegar a la fiesta noté que en el menú no había helado ni pudin, en vez de eso había un coctel preparado con Tres Esquinas y Zumm (el mancha tripas de la época), salchichitas cortadas en cruz fritas en Coca-Cola y el infaltable y delicioso bollo ‘e limpio. La música de Mr. Aguja amenizaba la fiesta con canciones de Wilfrido Vargas, Los Hermanos Rosario, La Familia André y uno que otro vallenatico del Binomio de Oro. La decoración de la fiesta eran un globo de pequeños espejos girando en el centro de la pista, una luz fluorescente que hacia brillar todo lo de color blanco, de vez en cuando salía humo de hielo seco expulsado por una aspiradora y un flash que me hacia marear en menos de cinco minutos.
Aunque hoy en día no soy un Adonis ni nada parecido, tengo algunos atributos atractivos para las mujeres como son mi porte, mi esbeltez y un poco de parla, en esa época era bajito, gordito, tímido y sin un peso en el bolsillo, pero eso sí me destacaba por un gusto exigente, así que la primera mujer que tuviera el honor de bailar conmigo debía ser la más hermosa de la fiesta. Esta era una rubia angelical, con unos ojazos color miel y un parecido exagerado a la cantante y actriz mexicana Lucerito, recuerdo que lucía el muy de moda copete de Alf, unas boticas Reebok, jeans ajustados y una blusa con hombreras, que la asemejaban a jugadora de fútbol americano; me acerqué a ella y pretendiendo disimular mis nervios le dije: “¿Bailamos?”… ella me miró con cara de “¡Helloooo, o sea, nada que ver, ubícate!” pero al ver que yo no entendía el mensaje, soltó un rotundo NO por respuesta, que hoy todavía retumba en mis oídos y ha sido motivo de muchas visitas al sicólogo.
Para darme ánimos, me dije que era muy apresurado y me había puesto mi meta demasiado alta, así que continué en mi búsqueda. La siguiente víctima no era tan bonita, ella más bien calificaba en el segmento de las “buenonas”, dueña de un culo apoteósico digno de los cuadros de Aguaslimpias y de ñapa usaba un jeans marca Huff and Puff (el propio levanta cola) por lo que me es difícil recordar su cara. Su respuesta fue menos traumática e igual de frustrante: “ahorita no, estoy cansada”, esta frasecita es empleada hoy en día por muchas esposas…
Con el rabo entre las piernas volví a mi mesa y, pensé que si estuviera jugando fútbol a lo mejor ya habría hecho varios goles, en cambio aquí estaba perdiendo y por goleada.
Estaba a punto de darme por vencido cuando recordé un sabio consejo de mi padre: “saca a bailar a la más fea que esas nunca dicen que no”. Encontrar a este personaje en la fiesta fue muy fácil, estaba sentada en un rincón, tenía más dientes que una pelea de perros y más maluca que una patada en los huevos, usaba un vestidito infantil estilo repollo, zapaticos de charol de los años 50 y dos colitas de caballo al estilo Chilindrina. Me armé de valor y caminé en dirección a ese rincón, sólo con notar mis intenciones ella me tomó de la mano y me llevó a la pista de baile, con una cara de perro de rico asomado por la ventanilla del carro. Ya en la pista de baile trataba de recordar los tips de mi hermana: “déjate llevar por la música, siéntela!!!”, yo lo único que sentía era que mis amigos se estaban burlando de mi por el levante que había hecho y mi peculiar forma de bailar. Decidí hacer caso omiso y cerré mis ojos, me imaginé que estaba bailando con Lucerito y en ese momento empezó a fluir el baile por mis venas y todo mi cuerpo. ¡Cuánto le debo a esa pobre fea!, como no la volví a ver jamás nunca pude darle las gracias por lo que aprendí en ese momento, lo que supe de ella es que era madre de dos hermosos cachorritos.
Después de azotar baldosa durante cinco discos seguidos, mi confianza estaba repuntando así que, decidí sentar a Betty…la fea y emplear una nueva táctica para conseguir más parejas, esta consistía en ir ascendiendo poco a poco en la belleza hasta llegar nuevamente donde “Lucerito” quien me esperaría ansiosa y con los brazos abiertos. Así lo hice y con mis nuevas parejas fui poniendo en práctica nuevas técnicas de seducción como soplarle la orejita, una mano acariciando su nuca y la otra que se deslizaba, apretar más con cada vuelta y brillar hebilla, ¡ah que tiempos aquellos!
Una a una fueron pasando por este pecho y sólo faltaba Lucerito de postre, por lo que nuevamente me acerqué hasta ella, eso si esta vez con una confianza digna de actor de telenovela, sólo le estiré mi brazo y …(sería fácil decirles que aceptó y bailamos el resto de la noche sin sentarnos ni un minuto, pero la cruda realidad fue otra)… se sonrió sin decir palabra, hasta que yo con el brazo aún estirado entendí que se estaba burlando de mi; de haber tenido un machete cerca me habría cortado el brazo con tal de no tener que devolverlo.
Pese a todo, al finalizar la fiesta mi balance fue positivo, (¿consuelo de tontos?) poco a poco estaba aprendiendo a bailar y conocer los trucos a la hora de las conquistas. Allí empezó a vislumbrarse el galán que estaba dentro de mí.
Mujeres de Barranquilla…..allá voy!!!
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Anécdotas de un costeño en el Atanasio. Medellin Vs Junior
Hace diez años era hincha fiel del Atlético Junior, era la época del Pibe Valderrama, Valenciano, Pachequito y otros más, que nos deleitaban con su fútbol exquisito y productivo. No me perdía ningún partido y hasta tenía mi abono para todos los encuentros. Admito que aproximadamente hace cinco años, perdí interés por el Junior y por el fútbol colombiano en general, debido a su irregularidad. Sin embargo, el estar viviendo fuera de Barranquilla, lejos de mi ciudad, ha hecho que brote en mi nuevamente la llama tiburona.
Aprovechando mi estadía por estos días en la ciudad de Medellín, decidí ir al estadio a acompañar al equipo de mis entrañas que jugaría contra el Deportivo Independiente Medellín, en el estadio Atanasio Girardot en las semifinales del fútbol colombiano. La boleta de “Nortes y Sures” (no se por qué razón los paisas pluralizan los sectores pero así le dicen) cuesta $11.000 (tabaco incluido), las de “Occidentales” $38.000 y la de “Orientales” $22.000. Me decidí por esta última, no por el precio, ni más faltaba, un hombre tan pudiente como yo fácilmente podría comprar un asiento al lado de la gramilla, pero como la idea era vivir el partido en un nuevo ambiente me quise mezclar entre la clase media paisa.
Un amigo, hincha a morir del DIM, al enterarse de que iba al partido me dijo “tranquilo parce, no lleve cuchillo que allá le dan”, esa frase hizo que mis temores se incrementaran al máximo, aunque ya con boleta en mano no tenia reversa. Decidí dejar la camiseta del Junior en mi maleta y me puse una de color amarillo esperanza (sé muy bien que el color de la esperanza es el verde pero dicho color no se puede ni mencionar entre los hinchas del DIM).
Al llegar al estadio junto con un amigo barranquillero y mi esposa, esta me sugirió, léase me ordenó, que no abriera mi boca para no ser descubiertos y así meternos en líos con la hinchada del Medellín, advertencia cierta, conociendo mis constantes imprudencias.
Haciendo la fila para ingresar me ofrecieron manillas, camisetas, gorras, banderas y todo lo alusivo al equipo de casa, confieso que estuve a punto de comprarme una camiseta y de esta forma poder camuflarme entre la multitud pero mi orgullo superó mis miedos y me mantuve fiel a mis convicciones. La fuerza pública estaba presente en todo su esplendor, desde policías bachilleres, pasando por la policía montada hasta los poderosos y temerarios anti-motines.
Al entrar encontramos tres puestos libres, tanto en Oriental como en Occidental las gradas tienen un asiento plástico, le pregunté a un tipo que estaba cerca “¿ey llave estos puestos están desocupaos?”…. ¡hasta ahí nos llegó el anonimato! El tipo muy decente me dijo que estuviéramos tranquilos que en esa tribuna no pasaba nada. Sin embargo, yo me ubiqué entre mi esposa y mi amigo para evitar cualquier riña, ¿quién dijo miedo?
El estadio se fue llenando poco a poco, 26.000 aficionados, todos vestidos de color rojo y azul y ataviados con banderas, cintillos, bufandas, paraguas, globos y hasta cometas. La tribuna norte, estaba a reventar, entonaba cánticos muy parecidos a los del Boca Juniors y cada cinco minutos hacían estallar una mini-bomba que sacudía todo el recinto.
Mientras esperábamos el pitazo inicial, algunos asistentes jugaban cartas, otros escuchaban radio en sus ipods o simplemente veían el reloj pasar. Vaya, cómo me hizo falta ver a una espectacular morenaza contonearse al swing de una tambora, joderle la vida al cara e’ vieja, hacer la ola, la mecedora o simplemente corear Ju-nior, Ju-nior, Ju-nior
Al saltar a la cancha el DIM, todo el estadio canta una canción con ritmo de música de despecho con un corito que dice “Grita el pueblo clamoroso, Viva el DIM el poderoso”. Al darme cuenta que esa música me estaba durmiendo, supe que precisamente esa era la finalidad de dicho canto, achantar a los curramberos jugadores del Junior, quienes están acostumbrados a cantos alegres y jocosos como el adaptado de la brasilera Xuxa que decía: “Es la hora es la hora, es la hora de jugar, vamos todos al estadio a ver al Junior ganar. Es la hora es la hora, es la hora de jugar, con Bacca y con Giovanni le (espacio censurado por el autor) ilarari lari lari eh oh oh”.
Al empezar el partido tuve antojos de comer butifarra con bollo, mango verde con sal, de platanitos caseros, ciruela, maní salado y una águila bien helada pa´ chuparle el pico, obviamente nada de esto pude encontrar; acá venden crispetas, guayaba verde, el golpe de Frito Lay y gaseosa de dos litros que sirven en un vasito de cartón más caliente que las cuentas de David Murcia Guzmán. Afortunadamente tampoco había Polar, así que no tuve nada que ver con el oso, al final nos decidimos por una crispeta dulce con gaseosa caliente para mitigar el hambre viendo las acciones del partido.
Desde el inicio Medellín fue una tromba, tan sólo iban 15 minutos de juego y ya el equipo local había tenido tres opciones claras de gol que le fueron negadas gracias a las espectaculares atajadas del “Peto” Rodríguez, por lejos la figura del partido; me atrevo asegurar que de haber estado Didier o Barbie, perdón Berbia, a nuestro equipo le hubiesen encajado por lo menos dos goles. Hasta el minuto treinta el dominio del DIM fue total, luego Junior pudo controlar un poco el partido y Giovanni hizo un remate que se desvió sólo unos metros de la portería del equipo de la montaña. Faltando siete minutos para finalizar el primer tiempo, un mal rechazo de Hayder Palacio culminó con el gol del paraguayo Mario Giménez para el deleite y excitación de todos los paisas. Así terminó el primer tiempo con el triunfo uno por cero del equipo anfitrión.
En el descanso fui al baño a hacer la número uno, no sin antes nuevamente recibir las instrucciones de mi insistente esposa: “ya sabes, ten cuidado, no hables”. El baño estaba a reventar, todos hacían las veces de técnicos y decían quien debía entrar y quien debía salir para resolver de una buena vez el partido a su favor. Me ubiqué en los orinales donde uno queda al lado del otro sin divisiones, saqué lo que todos saben y a pesar de que no pronuncié ni una sola silaba todos se pudieron dar cuenta de que era costeño. Lo siento, pero yo no tengo la culpa de que los costeños estemos bien despachados y Dios haya castigado a los cachacos de esa forma. A pesar de que la gente ya me miraba con cara de pocos amigos y más de uno quería buscarme pelea, podía sentir cierto aire de respeto, pero tan pronto me guardé aquello me di cuenta que el respeto no era hacia mí sino hacia lo que acababa de guardar, así que volví mi mano a la cremallera y sosteniéndola ahí como quien amenaza sacar un arma fue como pude salir bien librado de tan difícil situación.
El segundo tiempo fue muy parecido, el Medellín insistía pero la férrea defensa del Junior le impedía concretar las jugadas. Al otro extremo de la cancha el técnico del Medellín, Leonel Álvarez, vociferaba y gesticulaba alegando penaltis donde no existían, a propósito de este señor, ¿no existirá un alma caritativa que sea capaz de decirle que ese cabello nunca estuvo, está, ni estará de moda? Unos metros a su derecha, Alex Escobar le comunicaba a los Junioristas las indicaciones que Umaña le daba desde la tribuna. Al minuto 25, Luis Carlos Ruiz, de muy buen desempeño, estrelló una pelota en el horizontal, todo el estadio en silencio y solo se escuchó un “Yurrrrrrrdaaa” por parte de los pocos barranquilleros que vimos ahogados el grito de gol.
Cinco minutos más tarde, la opción más clara del Medellín la tuvo Felipe Pardo quien estrelló un poderoso tiro en el vertical derecho del cuadro tiburón, en ese momento lo que se escuchó fue “ehhhh ave Mariaaaaaaaaaaaa”.
Los últimos 15 minutos fueron lo más parecido a un parto natural de trillizos. La barra Norte de Medallo nunca dejó de alentar a su equipo y todo el partido estuvieron cantando y saltando, hasta que por fin el juez central dijo “Final, final, no va más”. Inmediatamente salimos raudos buscando la salida y tratando de ocultar la alegría por el resultado, esta vez sí con mi boca totalmente cerrada, y con mucho nerviosismo pudimos llegar sanos y salvos a nuestras casas. Como deseaba irme a la calle 84 a echarme maicena, tomarme unas frías y comerme un perro caliente de esquina. Sin embargo, nada de eso se pudo y me tocó conformarme con una arepa simple y unos frijoles recalentados.
Definitivamente las costumbres y tradiciones son distintas en cada ciudad y siempre que vemos algo diferente a lo que estamos acostumbrados nos parece rarísimo, pero gracias a eso es que somos un país diverso con mucho por conocer y sobre todo, por aprender y respetar las tradiciones de nuestros vecinos.
La final con Equidad nos espera. Que viva el Junior, nojoda!!!
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Aprovechando mi estadía por estos días en la ciudad de Medellín, decidí ir al estadio a acompañar al equipo de mis entrañas que jugaría contra el Deportivo Independiente Medellín, en el estadio Atanasio Girardot en las semifinales del fútbol colombiano. La boleta de “Nortes y Sures” (no se por qué razón los paisas pluralizan los sectores pero así le dicen) cuesta $11.000 (tabaco incluido), las de “Occidentales” $38.000 y la de “Orientales” $22.000. Me decidí por esta última, no por el precio, ni más faltaba, un hombre tan pudiente como yo fácilmente podría comprar un asiento al lado de la gramilla, pero como la idea era vivir el partido en un nuevo ambiente me quise mezclar entre la clase media paisa.
Un amigo, hincha a morir del DIM, al enterarse de que iba al partido me dijo “tranquilo parce, no lleve cuchillo que allá le dan”, esa frase hizo que mis temores se incrementaran al máximo, aunque ya con boleta en mano no tenia reversa. Decidí dejar la camiseta del Junior en mi maleta y me puse una de color amarillo esperanza (sé muy bien que el color de la esperanza es el verde pero dicho color no se puede ni mencionar entre los hinchas del DIM).
Al llegar al estadio junto con un amigo barranquillero y mi esposa, esta me sugirió, léase me ordenó, que no abriera mi boca para no ser descubiertos y así meternos en líos con la hinchada del Medellín, advertencia cierta, conociendo mis constantes imprudencias.
Haciendo la fila para ingresar me ofrecieron manillas, camisetas, gorras, banderas y todo lo alusivo al equipo de casa, confieso que estuve a punto de comprarme una camiseta y de esta forma poder camuflarme entre la multitud pero mi orgullo superó mis miedos y me mantuve fiel a mis convicciones. La fuerza pública estaba presente en todo su esplendor, desde policías bachilleres, pasando por la policía montada hasta los poderosos y temerarios anti-motines.
Al entrar encontramos tres puestos libres, tanto en Oriental como en Occidental las gradas tienen un asiento plástico, le pregunté a un tipo que estaba cerca “¿ey llave estos puestos están desocupaos?”…. ¡hasta ahí nos llegó el anonimato! El tipo muy decente me dijo que estuviéramos tranquilos que en esa tribuna no pasaba nada. Sin embargo, yo me ubiqué entre mi esposa y mi amigo para evitar cualquier riña, ¿quién dijo miedo?
El estadio se fue llenando poco a poco, 26.000 aficionados, todos vestidos de color rojo y azul y ataviados con banderas, cintillos, bufandas, paraguas, globos y hasta cometas. La tribuna norte, estaba a reventar, entonaba cánticos muy parecidos a los del Boca Juniors y cada cinco minutos hacían estallar una mini-bomba que sacudía todo el recinto.
Mientras esperábamos el pitazo inicial, algunos asistentes jugaban cartas, otros escuchaban radio en sus ipods o simplemente veían el reloj pasar. Vaya, cómo me hizo falta ver a una espectacular morenaza contonearse al swing de una tambora, joderle la vida al cara e’ vieja, hacer la ola, la mecedora o simplemente corear Ju-nior, Ju-nior, Ju-nior
Al saltar a la cancha el DIM, todo el estadio canta una canción con ritmo de música de despecho con un corito que dice “Grita el pueblo clamoroso, Viva el DIM el poderoso”. Al darme cuenta que esa música me estaba durmiendo, supe que precisamente esa era la finalidad de dicho canto, achantar a los curramberos jugadores del Junior, quienes están acostumbrados a cantos alegres y jocosos como el adaptado de la brasilera Xuxa que decía: “Es la hora es la hora, es la hora de jugar, vamos todos al estadio a ver al Junior ganar. Es la hora es la hora, es la hora de jugar, con Bacca y con Giovanni le (espacio censurado por el autor) ilarari lari lari eh oh oh”.
Al empezar el partido tuve antojos de comer butifarra con bollo, mango verde con sal, de platanitos caseros, ciruela, maní salado y una águila bien helada pa´ chuparle el pico, obviamente nada de esto pude encontrar; acá venden crispetas, guayaba verde, el golpe de Frito Lay y gaseosa de dos litros que sirven en un vasito de cartón más caliente que las cuentas de David Murcia Guzmán. Afortunadamente tampoco había Polar, así que no tuve nada que ver con el oso, al final nos decidimos por una crispeta dulce con gaseosa caliente para mitigar el hambre viendo las acciones del partido.
Desde el inicio Medellín fue una tromba, tan sólo iban 15 minutos de juego y ya el equipo local había tenido tres opciones claras de gol que le fueron negadas gracias a las espectaculares atajadas del “Peto” Rodríguez, por lejos la figura del partido; me atrevo asegurar que de haber estado Didier o Barbie, perdón Berbia, a nuestro equipo le hubiesen encajado por lo menos dos goles. Hasta el minuto treinta el dominio del DIM fue total, luego Junior pudo controlar un poco el partido y Giovanni hizo un remate que se desvió sólo unos metros de la portería del equipo de la montaña. Faltando siete minutos para finalizar el primer tiempo, un mal rechazo de Hayder Palacio culminó con el gol del paraguayo Mario Giménez para el deleite y excitación de todos los paisas. Así terminó el primer tiempo con el triunfo uno por cero del equipo anfitrión.
En el descanso fui al baño a hacer la número uno, no sin antes nuevamente recibir las instrucciones de mi insistente esposa: “ya sabes, ten cuidado, no hables”. El baño estaba a reventar, todos hacían las veces de técnicos y decían quien debía entrar y quien debía salir para resolver de una buena vez el partido a su favor. Me ubiqué en los orinales donde uno queda al lado del otro sin divisiones, saqué lo que todos saben y a pesar de que no pronuncié ni una sola silaba todos se pudieron dar cuenta de que era costeño. Lo siento, pero yo no tengo la culpa de que los costeños estemos bien despachados y Dios haya castigado a los cachacos de esa forma. A pesar de que la gente ya me miraba con cara de pocos amigos y más de uno quería buscarme pelea, podía sentir cierto aire de respeto, pero tan pronto me guardé aquello me di cuenta que el respeto no era hacia mí sino hacia lo que acababa de guardar, así que volví mi mano a la cremallera y sosteniéndola ahí como quien amenaza sacar un arma fue como pude salir bien librado de tan difícil situación.
El segundo tiempo fue muy parecido, el Medellín insistía pero la férrea defensa del Junior le impedía concretar las jugadas. Al otro extremo de la cancha el técnico del Medellín, Leonel Álvarez, vociferaba y gesticulaba alegando penaltis donde no existían, a propósito de este señor, ¿no existirá un alma caritativa que sea capaz de decirle que ese cabello nunca estuvo, está, ni estará de moda? Unos metros a su derecha, Alex Escobar le comunicaba a los Junioristas las indicaciones que Umaña le daba desde la tribuna. Al minuto 25, Luis Carlos Ruiz, de muy buen desempeño, estrelló una pelota en el horizontal, todo el estadio en silencio y solo se escuchó un “Yurrrrrrrdaaa” por parte de los pocos barranquilleros que vimos ahogados el grito de gol.
Cinco minutos más tarde, la opción más clara del Medellín la tuvo Felipe Pardo quien estrelló un poderoso tiro en el vertical derecho del cuadro tiburón, en ese momento lo que se escuchó fue “ehhhh ave Mariaaaaaaaaaaaa”.
Los últimos 15 minutos fueron lo más parecido a un parto natural de trillizos. La barra Norte de Medallo nunca dejó de alentar a su equipo y todo el partido estuvieron cantando y saltando, hasta que por fin el juez central dijo “Final, final, no va más”. Inmediatamente salimos raudos buscando la salida y tratando de ocultar la alegría por el resultado, esta vez sí con mi boca totalmente cerrada, y con mucho nerviosismo pudimos llegar sanos y salvos a nuestras casas. Como deseaba irme a la calle 84 a echarme maicena, tomarme unas frías y comerme un perro caliente de esquina. Sin embargo, nada de eso se pudo y me tocó conformarme con una arepa simple y unos frijoles recalentados.
Definitivamente las costumbres y tradiciones son distintas en cada ciudad y siempre que vemos algo diferente a lo que estamos acostumbrados nos parece rarísimo, pero gracias a eso es que somos un país diverso con mucho por conocer y sobre todo, por aprender y respetar las tradiciones de nuestros vecinos.
La final con Equidad nos espera. Que viva el Junior, nojoda!!!
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Sobreviviendo a una Colonoscopia
Debido a ciertos síntomas que me aquejaban un tiempo atrás decidí visitar al gastroenterólogo, cuando llegué a su consultorio, este me recibió como todos los médicos de hoy en día, me saludó sin voltear a mirarme, y con su cara pegada a la pantalla del computador llenaba mi historia clínica y preguntaba el motivo de mi visita, cuando terminó me dijo: “Quítate la camisa y acuéstate en la camilla”…hombre tenía que ser!!!, ni una copita de vino antes o una salidita a comer. Me revisó con su estetoscopio, me tomó la presión y al finalizar me preguntó si sufría de colon irritable o si alguna vez me habían hecho una colonoscopia; le respondí, que afortunadamente todavía era virgen, con una sonrisa en mi cara, pero al doctor no le hizo ninguna gracia o ese chiste barato ya lo habría escuchado muchas veces.
Tímidamente le sugerí cambiar dicho examen por una gastroscopia pero de nada sirvió, el tipo estaba decidido a auscultar mis cavidades más intimas. Inmediatamente mis nervios empezaron a alterarse, no sé si por la idea machista de que me metieran un tubo por “allá” o por el temor de que me quedara gustando, el caso es que tenia la cita para dentro de tres días; me fui de allí no sin antes recibir las indicaciones para la preparación de dicho examen.
El día antes sólo pude ingerir alimentos sólidos hasta las 6 pm, así que a esa hora me preparé un sándwich de dos pisos para compensar el filo del próximo día. A la mañana siguiente (el día del examen), como a las 5 am debía tomarme medio frasco de un liquido, que por mas que estaba disuelto en gaseosa me supo a demonios, y así cada media hora seguir bebiendo un vaso del mismo preparado junto con otros líquidos como agua, gaseosa clara y agua de panela. A las 7 am ya mi estómago hacia más ruido que un Walkswagen modelo 71, y de ahí en adelante toda la mañana estuve “DIRECTV” en el sanitario, hasta llegar el momento en el que no sabía si estaba haciendo “la número 1” o “la número 2”. A eso del medio día, y después de visitar unas ocho veces el baño, ya mis entrañas no tenían más nada que brindar. Media hora antes de mi cita me di un buen baño, me cambié y perfumé mi cuerpo un poco más que de costumbre, sin olvidar mis zonas que estarían expuestas durante el examen; no sólo por el examen, sino por aquel pensamiento que tenemos la mayoría de los hombres fantaseando con una hermosa enfermera, quien con su uniforme ceñido al cuerpo y unos ligueros de chica mala sería la que me atendería, así que debía estar preparado.
Al llegar al consultorio, me informaron que debía esperar aproximadamente 45 minutos antes del examen, así que tomé tres revistas para entretenerme un rato. La más “reciente” de todas era una Semana del año 1.985 y en la portada figuraba el Palacio de Justicia en llamas. ¿Será que los honorarios de los médicos no alcanzan para subscribirse a una revista de actualidad?
Por fin, me anunciaron para hacerme seguir, y en ese momento supe que mi fantasía tenía que esperar. Medellín está llena de mujeres hermosas, y justo tenía que tocarme una gorda con más bigote que Salvador Dalí. Esta me indicó donde estaba el baño para cambiarme, en este había una bata talla XS que no me tapaba un soberano ano, y por más que lo intenté no pude atarme el nudo de la parte de atrás, así que sin un ápice de pudor salí de allí con mis pompas al aire y mi “amigo” más escurrido que nunca debido al frio y el susto por lo que me esperaba.
Ya en la camilla mi amiga bigotona me canaliza una vena y nota mi exagerado nerviosismo, por lo que me dice “No te preocupes que eso no duele”, con una sonrisa sarcástica en su rostro como tomando venganza en nombre de todas las mujeres a las que sus amantes de turno le han mencionado una frase parecida: “Tranquila mi amor que por ahí no te va a doler”.
El doctor entra a la sala, me dice que me ponga de medio lado (mi posición favorita), me inyecta la anestesia y de inmediato todo me empezó a dar vueltas, me sugiere que cuente hasta 10, sólo recuerdo llegar hasta el 4, número peligroso para la posición en la que me encontraba.
A pesar que ya no me pertenecía, pude sentir como ese tubo me traspasaba y mi título de “señorito” cambiaba a “señor”, y lo peor de todo es que no había velas encendidas ni música romántica de fondo. No sé cuanto duró el examen, se que cuando desperté tenía una lágrima en mi mejilla, sentía una inmensa necesidad de fumarme un cigarrillo, pese a que nunca he fumado y de charlar con la enfermera, que en esos momentos todavía bajo el efecto de la anestesia ya no me parecía tan fea.
Ya en la sala de recuperación me esperaba mi esposa, yo la miraba apenado sin saber por qué y ella no se aguantaba las ganas de burlarse de mí. Traté de evadirla haciéndole creer que no la reconocía pero todo fue en vano, y ambos sabíamos que a partir de ese momento yo dejaría de ser el señor de la casa.
Luego de un rato el doctor me dio los resultados: Todo normal! Pese a que eran buenas noticias, yo estaba triste y sentí la extraña necesidad de buscar una segunda y tercera opinión…Definitivamente ya mi vida no volvería a ser la misma nunca más.
Foto tomada de: http://us.123rf.com/400wm/400/400/caraman/caraman0805/caraman080500013/2983431.jpg
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Mas Turbador Que Un Espermograma
Tras la búsqueda infructuosa durante varios años por concebir un bebe, mi esposa y yo nos hemos visto sometidos a diferentes exámenes para encontrar el origen de dicho problema. Está claro que la mayoría de estos exámenes se los han practicado a mi señora por ser la mujer quien más responsabilidad tiene durante el proceso de gestación, pero cada uno de estos son un capítulo aparte y lo que me atañe a continuación es el espermograma que el mismo ginecólogo de mi esposa sugirió realizarme.
Me dirigí al laboratorio más cercano y en este me entregaron un papelito con las recomendaciones para la realización de dicho examen y que aquí les transcribo textualmente:
•Abstinencia total durante 4 días.
•Recoger la muestra en un frasco limpio.
•Entregar la muestra con no más de 20 minutos de diferencia después de la recolección.
Cuatro días de abstinencia no parecerán ser mucho para una pareja con más de seis años de casados pero para mí no hay algo más tentador que las palabras “NO PUEDES”. Sin embargo las mujeres siempre guardan un as bajo la manga o más bien toda la baraja completa y tan solo diciendo “tengo dolor de cabeza”, “estoy cansada” o “ahorita no” pueden acabar rápidamente con cualquier intención y así forzosamente pude cumplir con el requisito numero uno.
Del frasquito compré dos unidades por el optimismo de que uno solo no fuese suficiente.
Lo de los veinte minutos si era un problema logístico ya que dicho laboratorio se encontraba muy distante de mi apartamento así que no tenía otra alternativa que hacerme el examen en el mismo centro médico.
Pasados los 4 días en los que de “aquello” nada de nada, los dos frasquitos y yo tomamos rumbo al laboratorio clínico.
Me recibió una enfermera guapísima que por su físico supongo debía tener ascendencia europea, rubia de pies a cabeza, piernas como de dos metros y unos ojazos verdes de ensueño.
Ella misma me llevó hasta el cuarto y por más que le pedí una ayudita no la pude convencer. Por eso estamos como estamos, por negarle al prójimo una “mano” amiga. He sabido que en los países orientales existen bancos de esperma donde los donantes prácticamente son “ordeñados” por una linda enfermera. Mientras no abramos nuestra mente seguiremos siendo un país del tercer mundo.
Tan pronto entré al cuarto le puse seguro a la puerta y enseguida lo intenté con la mano derecha pero no pude, luego lo intenté con la mano izquierda y tampoco, finalmente al utilizar ambas manos fue que pude abrir el bendito frasco.
Confieso que me sentí intimidado al estar en un cuarto ajeno y frio, y si bien quería salir lo más rápido de esa tarea, mi “amigo” tenía otros planes. Al parecer se encontraba en huelga y estaba tan cabizbajo que daban ganas de llorar. Definitivamente necesitaba algo que lo inspirara, busqué por todo el pequeño cuarto y lo único que encontré fue una revista con Piedad Córdoba y su turbante como portada. Yo en ese momento necesitaba algo “mas-turbador” no “per-turbador”. Abro la revista y paso las paginas buscando algo mejor y me encuentro con un reportaje a la primera dama Lina Uribe, enseguida me pregunto cómo nuestro presidente fue capaz de tener dos hijos con esa señora tan insípida que no inspira un mal pensamiento. Sigo pasando las páginas y me topo con un comercial de una marca de relojes con Brad Pitt y aunque no puedo negar sus atributos físicos, definitivamente no es mi tipo. Por más que seguí buscando no encontré al menos una tetica aunque sea en brassier de esas que tanto abunda en los comerciales de ropa interior, maquillaje, jabones y hasta chicles. Entonces no me quedaba otra opción que elegir entre la del turbante y la insípida. Si por lo menos tuviera unos tragos encima creo que esto lo hubiera resuelto de una buena vez, pero es que a palo seco es muy duro decidir entre estos dos especímenes. Pasaba las páginas de un lado a otro, Piedad-Lina, Lina-Piedad, Piedad-Lina, Lina-Piedad, pero mi “amigo” seguía dormido. Las desnudé a ambas en mi mente. A una las tetas le llegaban hasta el ombligo, la otra las tenia escurridísimas. Una con un trasero fofo y feo, la otra al parecer lo dejó en la casa de Nariño. Una con cara de ninfómana, otra con cara de “ni te me acerques”. Una de izquierda, la otra de derecha.
Al final me decidí por la seguridad democrática y me puse a trabajar, trabajar y trabajar. Por un momento me sentí como el hombre con más poder en Colombia. Lo mejor de todo fue que cuando terminé no tuve que abrazarla y hacerle mimos, simplemente cerré la revista y la tiré al suelo.
Creo que sobra decir que con un solo frasco fue suficiente y hasta sobró espacio.
Al salir de ahí le entregué el frasquito con mis “muchachos” a la europea que al mirarme sonreía, yo pensaba que le había caído en gracia pero resultó ser que todavía tenía la cremallera abierta.
Los resultados me los entregaron dos días después, pero no pienso satisfacer la curiosidad morbosa de algunos o de todos, así que los dejo formulándose la pregunta: “¿quién será el del problema él o ella?”
Antonio J. Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Me dirigí al laboratorio más cercano y en este me entregaron un papelito con las recomendaciones para la realización de dicho examen y que aquí les transcribo textualmente:
•Abstinencia total durante 4 días.
•Recoger la muestra en un frasco limpio.
•Entregar la muestra con no más de 20 minutos de diferencia después de la recolección.
Cuatro días de abstinencia no parecerán ser mucho para una pareja con más de seis años de casados pero para mí no hay algo más tentador que las palabras “NO PUEDES”. Sin embargo las mujeres siempre guardan un as bajo la manga o más bien toda la baraja completa y tan solo diciendo “tengo dolor de cabeza”, “estoy cansada” o “ahorita no” pueden acabar rápidamente con cualquier intención y así forzosamente pude cumplir con el requisito numero uno.
Del frasquito compré dos unidades por el optimismo de que uno solo no fuese suficiente.
Lo de los veinte minutos si era un problema logístico ya que dicho laboratorio se encontraba muy distante de mi apartamento así que no tenía otra alternativa que hacerme el examen en el mismo centro médico.
Pasados los 4 días en los que de “aquello” nada de nada, los dos frasquitos y yo tomamos rumbo al laboratorio clínico.
Me recibió una enfermera guapísima que por su físico supongo debía tener ascendencia europea, rubia de pies a cabeza, piernas como de dos metros y unos ojazos verdes de ensueño.
Ella misma me llevó hasta el cuarto y por más que le pedí una ayudita no la pude convencer. Por eso estamos como estamos, por negarle al prójimo una “mano” amiga. He sabido que en los países orientales existen bancos de esperma donde los donantes prácticamente son “ordeñados” por una linda enfermera. Mientras no abramos nuestra mente seguiremos siendo un país del tercer mundo.
Tan pronto entré al cuarto le puse seguro a la puerta y enseguida lo intenté con la mano derecha pero no pude, luego lo intenté con la mano izquierda y tampoco, finalmente al utilizar ambas manos fue que pude abrir el bendito frasco.
Confieso que me sentí intimidado al estar en un cuarto ajeno y frio, y si bien quería salir lo más rápido de esa tarea, mi “amigo” tenía otros planes. Al parecer se encontraba en huelga y estaba tan cabizbajo que daban ganas de llorar. Definitivamente necesitaba algo que lo inspirara, busqué por todo el pequeño cuarto y lo único que encontré fue una revista con Piedad Córdoba y su turbante como portada. Yo en ese momento necesitaba algo “mas-turbador” no “per-turbador”. Abro la revista y paso las paginas buscando algo mejor y me encuentro con un reportaje a la primera dama Lina Uribe, enseguida me pregunto cómo nuestro presidente fue capaz de tener dos hijos con esa señora tan insípida que no inspira un mal pensamiento. Sigo pasando las páginas y me topo con un comercial de una marca de relojes con Brad Pitt y aunque no puedo negar sus atributos físicos, definitivamente no es mi tipo. Por más que seguí buscando no encontré al menos una tetica aunque sea en brassier de esas que tanto abunda en los comerciales de ropa interior, maquillaje, jabones y hasta chicles. Entonces no me quedaba otra opción que elegir entre la del turbante y la insípida. Si por lo menos tuviera unos tragos encima creo que esto lo hubiera resuelto de una buena vez, pero es que a palo seco es muy duro decidir entre estos dos especímenes. Pasaba las páginas de un lado a otro, Piedad-Lina, Lina-Piedad, Piedad-Lina, Lina-Piedad, pero mi “amigo” seguía dormido. Las desnudé a ambas en mi mente. A una las tetas le llegaban hasta el ombligo, la otra las tenia escurridísimas. Una con un trasero fofo y feo, la otra al parecer lo dejó en la casa de Nariño. Una con cara de ninfómana, otra con cara de “ni te me acerques”. Una de izquierda, la otra de derecha.
Al final me decidí por la seguridad democrática y me puse a trabajar, trabajar y trabajar. Por un momento me sentí como el hombre con más poder en Colombia. Lo mejor de todo fue que cuando terminé no tuve que abrazarla y hacerle mimos, simplemente cerré la revista y la tiré al suelo.
Creo que sobra decir que con un solo frasco fue suficiente y hasta sobró espacio.
Al salir de ahí le entregué el frasquito con mis “muchachos” a la europea que al mirarme sonreía, yo pensaba que le había caído en gracia pero resultó ser que todavía tenía la cremallera abierta.
Los resultados me los entregaron dos días después, pero no pienso satisfacer la curiosidad morbosa de algunos o de todos, así que los dejo formulándose la pregunta: “¿quién será el del problema él o ella?”
Antonio J. Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
“Bienvenido” Profesor “Bolillo”
Ya está confirmado lo que sólo eran rumores, “Bolillo” Gómez nuevamente es el técnico de nuestra gloriosa selección Colombia de fútbol.
Bienvenido “Bolillo”, con tu llegada garantizamos la continuidad al proceso de capacitación iniciado por el odontólogo, quien con ínfulas de filósofo, nos ha querido enseñar. Tú sabrás enaltecer el lema de tu gran maestro Francisco Maturana: “Perder es ganar un poco”. Qué orgulloso se sentirá Pachito de su discípulo, quien no le perdió ni pies ni cabeza y además, continuará al mando de la ya famosa “rosca paisa”.
Clasificar a la Copa Mundial de Brasil 2.014 es la meta trazada por la Federación Colombiana de Fútbol y con el nuevo cuerpo técnico designado, al parecer el único objetivo es el reencauche; es por esto señor “Bolillo” que le propongo que llame a la selección a Chicho Serna, lo he visto en el canal Fox Sports jugando al Show Ball , y a pesar de estar un poco barrigón, reúne todas las condiciones que usted suele pedir para su nómina: es paisa, es de la rosca, es su amigo, es hablador, es temerario, de temperamento fuerte como usted y lo más importante de todo, es paisa… ¿eso ya lo había dicho?
Por lo que más quiera, no descarte a Víctor Hugo Aristizabal como nuestro principal atacante para las próximas eliminatorias, si bien ya le hicimos su merecida y tan esperada despedida, no sabe con cuánta tristeza por cierto, no nos prive de tener al mejor futbolista del mundo sin balón vistiendo el tricolor colombiano. Recuerde que los colombianos no tenemos memoria.
Una verdadera lástima es, no contar con Leonel Álvarez en el terreno de juego, aunque al menos estará a su derecha como Asistente Técnico, como usted lo supo estar por ocho años a la sombra de su guía espiritual, formativa, deportiva, y roscativa. Si alguna vez se le presenta un problema con un juez de línea, suéltele a Leonel en camisilla y jeans rotos y le garantizo que ese árbitro será uno más de nuestra selección.
En lugar de Leonel, le sugeriría al mejor de todos los técnicos a nivel mundial, el mejor analista, el tipo que se las sabe todas, el dios del fútbol, el profesor Carlos Antonio Vélez; al lado de este, el técnico del Inter de Milán, Mourinho, es un pobre pendejo. Desvincule del cargo de “jefe de prensa” a dios Antonio y nómbrelo como asistente técnico, para que pueda desplegar todo ese potencial que tiene reprimido. Ahora bien, como jefe de prensa, para que siga todo en casa y que pueda usted continuar concediendo sus entrevistas exclusivas, nombre a Ricardo Henao Calderón, es del mismo canal que a usted le gusta y puede pronunciar su famosa y pegajosa frase: “No se muevan ya regresamos”, ahora le podría agregar “… con más de lo mismo”.
René Higuita sería un excelente entrenador de arqueros, así le podría enseñar a los “nuevos” guardametas, Oscar Córdoba y Farid Mondragón, a hacer el escorpión que tantos triunfos nos dio y si le queda tiempo libre puede hacerle lobby al que necesite visitar un amigo en la cárcel.
Profesor “Bolillo”, le pido el favor que no se traiga la selección nuevamente a Barranquilla, aquí lo más probable es que la gente le exija que ponga a Bacca como delantero quien con sus goles, seguramente haría deslucir a todos sus amigos y posibles prospectos para vender en el exterior. No podemos ocultar que las eliminatorias, definitivamente son la mejor vitrina para mostrar jugadores y de las ventas que salgan puede quedarle a usted una buena tajada, la que le servirá de colchón el día que salga de la selección por la puerta de atrás y quede cesante, eso sí hasta que nuevamente alguno de sus padrinos le consiga camellito. Además, con ese calor infernal que hace aquí, todo su cuerpo técnico, los jugadores rolos y paisa, incluyendo por supuesto a su laborioso hermano Barrabás, se verían fuertemente afectados. Seguramente todos los costeños alegarán, que en Barranquilla se clasificó a tres mundiales seguidos, pero usted y yo sabemos que ese argumento es el que menos importa.
El fútbol ya está inventado hace rato, desde 1.863, y usted es una fiel demostración de que no hace falta capacitarse ni actualizarse para estar donde usted está ha llegado, para eso son los amigos, los parceros como el señor Bedoya, presidente de la FCF, para que lo premien por todo lo que han compartido juntos en la finca de Pacho en Rionegro. ¿Qué se puede aprender en un curso en el exterior, que no aprenda usted al son de una buena música de despecho y unos guaros viendo los partidos del fútbol europeo por DirecTV? Ya estoy ansioso por ver desplegar su exquisito fútbol de los años 90´s, ese juego horizontal, con su toque-toque y de aquello nada.
A sus detractores, aquellos que injustamente le restriegan en la cara el fracaso en el Mundial Francia ‘98 y que no ha conseguido ningún triunfo hace ocho años (su última etapa en Ecuador, en Guatemala y lo último en Santa Fé, así lo demuestran), quiero decirles que no es el mismo Hernán Dario de hace doce años, este es otro totalmente diferente, ahora luce sin bigote y con más arrugas. Una cosa era el “Bolillo” con bigote y otra completamente distinta es “Bolillo” sin bigote. El de ahora es algo así como un “Bolillo” Recargado. Ya me lo imagino luciendo las sudaderas de la selección Colombia que hasta le disimulan su pronunciada barriga de oso polar.
Llevamos tres mundiales en línea sin asistir y con usted señor “Bolillo” estoy convencido que “retroceder no es una opción”. Con mucha fe y por supuesto con todo su empeño vamos directico al cuarto. Por eso le repito: “Bienvenido” profesor “Bolillo” a la selección.
Imagen tomada de: http://src.eluniverso.com/data/recursos/imagenes/pr13ne050510,photo01_228_168.jpg.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Bienvenido “Bolillo”, con tu llegada garantizamos la continuidad al proceso de capacitación iniciado por el odontólogo, quien con ínfulas de filósofo, nos ha querido enseñar. Tú sabrás enaltecer el lema de tu gran maestro Francisco Maturana: “Perder es ganar un poco”. Qué orgulloso se sentirá Pachito de su discípulo, quien no le perdió ni pies ni cabeza y además, continuará al mando de la ya famosa “rosca paisa”.
Clasificar a la Copa Mundial de Brasil 2.014 es la meta trazada por la Federación Colombiana de Fútbol y con el nuevo cuerpo técnico designado, al parecer el único objetivo es el reencauche; es por esto señor “Bolillo” que le propongo que llame a la selección a Chicho Serna, lo he visto en el canal Fox Sports jugando al Show Ball , y a pesar de estar un poco barrigón, reúne todas las condiciones que usted suele pedir para su nómina: es paisa, es de la rosca, es su amigo, es hablador, es temerario, de temperamento fuerte como usted y lo más importante de todo, es paisa… ¿eso ya lo había dicho?
Por lo que más quiera, no descarte a Víctor Hugo Aristizabal como nuestro principal atacante para las próximas eliminatorias, si bien ya le hicimos su merecida y tan esperada despedida, no sabe con cuánta tristeza por cierto, no nos prive de tener al mejor futbolista del mundo sin balón vistiendo el tricolor colombiano. Recuerde que los colombianos no tenemos memoria.
Una verdadera lástima es, no contar con Leonel Álvarez en el terreno de juego, aunque al menos estará a su derecha como Asistente Técnico, como usted lo supo estar por ocho años a la sombra de su guía espiritual, formativa, deportiva, y roscativa. Si alguna vez se le presenta un problema con un juez de línea, suéltele a Leonel en camisilla y jeans rotos y le garantizo que ese árbitro será uno más de nuestra selección.
En lugar de Leonel, le sugeriría al mejor de todos los técnicos a nivel mundial, el mejor analista, el tipo que se las sabe todas, el dios del fútbol, el profesor Carlos Antonio Vélez; al lado de este, el técnico del Inter de Milán, Mourinho, es un pobre pendejo. Desvincule del cargo de “jefe de prensa” a dios Antonio y nómbrelo como asistente técnico, para que pueda desplegar todo ese potencial que tiene reprimido. Ahora bien, como jefe de prensa, para que siga todo en casa y que pueda usted continuar concediendo sus entrevistas exclusivas, nombre a Ricardo Henao Calderón, es del mismo canal que a usted le gusta y puede pronunciar su famosa y pegajosa frase: “No se muevan ya regresamos”, ahora le podría agregar “… con más de lo mismo”.
René Higuita sería un excelente entrenador de arqueros, así le podría enseñar a los “nuevos” guardametas, Oscar Córdoba y Farid Mondragón, a hacer el escorpión que tantos triunfos nos dio y si le queda tiempo libre puede hacerle lobby al que necesite visitar un amigo en la cárcel.
Profesor “Bolillo”, le pido el favor que no se traiga la selección nuevamente a Barranquilla, aquí lo más probable es que la gente le exija que ponga a Bacca como delantero quien con sus goles, seguramente haría deslucir a todos sus amigos y posibles prospectos para vender en el exterior. No podemos ocultar que las eliminatorias, definitivamente son la mejor vitrina para mostrar jugadores y de las ventas que salgan puede quedarle a usted una buena tajada, la que le servirá de colchón el día que salga de la selección por la puerta de atrás y quede cesante, eso sí hasta que nuevamente alguno de sus padrinos le consiga camellito. Además, con ese calor infernal que hace aquí, todo su cuerpo técnico, los jugadores rolos y paisa, incluyendo por supuesto a su laborioso hermano Barrabás, se verían fuertemente afectados. Seguramente todos los costeños alegarán, que en Barranquilla se clasificó a tres mundiales seguidos, pero usted y yo sabemos que ese argumento es el que menos importa.
El fútbol ya está inventado hace rato, desde 1.863, y usted es una fiel demostración de que no hace falta capacitarse ni actualizarse para estar donde usted está ha llegado, para eso son los amigos, los parceros como el señor Bedoya, presidente de la FCF, para que lo premien por todo lo que han compartido juntos en la finca de Pacho en Rionegro. ¿Qué se puede aprender en un curso en el exterior, que no aprenda usted al son de una buena música de despecho y unos guaros viendo los partidos del fútbol europeo por DirecTV? Ya estoy ansioso por ver desplegar su exquisito fútbol de los años 90´s, ese juego horizontal, con su toque-toque y de aquello nada.
A sus detractores, aquellos que injustamente le restriegan en la cara el fracaso en el Mundial Francia ‘98 y que no ha conseguido ningún triunfo hace ocho años (su última etapa en Ecuador, en Guatemala y lo último en Santa Fé, así lo demuestran), quiero decirles que no es el mismo Hernán Dario de hace doce años, este es otro totalmente diferente, ahora luce sin bigote y con más arrugas. Una cosa era el “Bolillo” con bigote y otra completamente distinta es “Bolillo” sin bigote. El de ahora es algo así como un “Bolillo” Recargado. Ya me lo imagino luciendo las sudaderas de la selección Colombia que hasta le disimulan su pronunciada barriga de oso polar.
Llevamos tres mundiales en línea sin asistir y con usted señor “Bolillo” estoy convencido que “retroceder no es una opción”. Con mucha fe y por supuesto con todo su empeño vamos directico al cuarto. Por eso le repito: “Bienvenido” profesor “Bolillo” a la selección.
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Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Tengo un Amigo Gay
Tengo un amigo gay y no me da pena decirlo, ¿por qué habría de callarlo?, pena me debería dar si fuese ladrón, asesino, guerrillero o, peor aún, político, todos estos han elegido serlo, en cambio el ser gay no es una elección, es más bien una condición, ya sea por genética, entorno social o tal vez por un trauma en la niñez. Es algo así como ser blanco o negro, alto o bajito.
Tengo varios amigos que estaban a favor de la re-elección de Uribe y no por ello he dejado de hablarles, entonces ¿por qué no seguir contando con la amistad de alguien como el?
Cuando lo conocí, el maricómetro marcó positivo, sin embargo, no podía comprobarlo así que no le presté mucha atención y, después de ser amigos por un período de tiempo, ese “detalle” se me había olvidado. Obvio que el tipo aún no había salido del clóset y se encontraba en la etapa del “BE or NOT TO BE”, fue tal mi olvido, que le presenté a una amiga, con quien llegó a tener una corta y apasionada relación, la que finalizó el día en que llegó el momento de irse a la cama y mi amigo no se comportó a la altura de la situación. Mi amiga me retiró sus afectos, dolida por haberle presentado a un galán con la muñeca quebrada, pero que iba a saber yo por ese entonces, si el tipo se lo tenía más guardado que el mismísimo Ricky Martin.
Poco tiempo después de salir del clóset, me compartió la noticia con mucho temor de que dejara de ser su amigo, pero para esos menesteres aplico lo que dice el viejo y conocido refrán “cada quien hace de su culo un candelero”. Por mí, después que no me ponga un dedo en la pierna, puede repartírselo al que le dé la gana. Me aseguró que por ese lado debía estar tranquilo, ya que no soy su tipo de hombre, a él le gustan corpulentos, velludos y adinerados, y yo en cambio soy flaco, tan lampiño como un codo y más limpio que el jopito del niño Dios, así que no cumplo con ninguno de sus “requisitos”… afortunadamente.
Desde el día de su revelación, le he conocido más de cuatro novios, o parejas como ellos le dicen. Varios levantes pasajeros y pretendientes por montón, lo que genera envidia en varias amigas solteronas que tenemos en común, quienes no se cansan de preguntarle cual es su secreto porque ellas no levantan ni para el polvo.
Algo que siempre llamó mi curiosidad era ¿cómo sabía cuál hombre es gay y cuál no lo es?, sobre todo cuando se visten y actúan como todos unos varones. Su respuesta fue sencilla: “ningún hombre straight o heterosexual, le sostiene la mirada a otro por más de dos segundos”, esa es la clave. También me dijo que los homosexuales abundan por doquier, en todos los estratos, clases sociales, profesiones y edades. El gay no es sólo la loca arrebatada del salón de belleza con ademanes exagerados de mujer, o el exhibicionista del gimnasio, también están los señores de corbata, casados o con novia, con hijos, y con una vida casi perfecta, si no fuera, claro está, porque dos tragos de licor hacen que se le aflojen los muelles. ¿Será por eso que mi amigo no se toma un trago cuando esta con gente desconocida? Además me aclaró una información en la que estaba errado por completo y es que la sexualidad de hombre a hombre o mujer a mujer no tiene obligatoriamente que reproducir a la de hombre-mujer. Esto lo corroboré al leer una monografía sobre la homosexualidad de A. Maqueira, en la que se expresa que “para los gays, sentirse atraído por una persona del mismo sexo no implica que se deban adoptar los comportamientos asignados al género contrario. Para construir una identidad de género acorde con el sexo biológico, no es importante si se es homosexual o heterosexual. La homosexualidad es una orientación sexual, no una identidad de género”.
Hoy en día, gracias a sus excelentes relaciones personales y a su gran calidad como ser humano y trabajador, es un alto ejecutivo de una multinacional, reside en una ciudad “open mind” en la que se muestra tal y como es, vive con su pareja hace casi un año, y disfruta cada instante de su vida como si fuera el último.
Como todo en la vida, tener un amigo gay, también tiene sus ventajas y desventajas. Entre las ventajas cuento que son de un gusto exquisito para lo relacionado con la moda y la decoración, así que tienes a un experto a tus órdenes en todo lo referente a esos temas. Son de muy buen ánimo, casi siempre están alegres y ellos solos pueden armar una fiesta en cinco minutos. Son fieles y leales como amigo y se puede contar con ellos pa´ las que sea. ¿Quién mejor que un gay, para decirte cómo vestir cuando quieres impresionar a alguien? ¿Quién mejor para darte ideas de qué regalar? ¿Quién mejor para advertirte y aconsejarte? Estudios han demostrado que las parejas gay, son mucho más estables que las parejas heterosexuales. Entre las desventajas está que, no dejo de sentirme incómodo cuando está con su pareja, por lo que le he pedido a mi amigo que no tenga demostraciones de cariño frente a mí. Otro punto negativo puede ser “el qué dirán”, pero sinceramente a mi me tiene sin cuidado que la gente crea que porque soy su amigo tenga sus mismas preferencias sexuales. Bastante viejo estoy, como para saber quién soy y qué es lo que me gusta. Ahora bien, tampoco se puede cantar victoria y decir “de esta agua no beberé”, porque si se volteó un camión que transportaba 2.000 huevos, ahora que no me voltee yo que sólo tengo dos.
Gran parte de la incomprensión y de los prejuicios que se tienen contra el homosexualismo, proceden de su clasificación como enfermos mentales en el siglo XIX. En 1.973, la asociación Siquiátrica de los Estados Unidos eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y en 1.980 del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales. Así que ¿con qué criterio, alguno de nosotros rechazamos la amistad de un gay?
Me atrevo a decir que cada uno de los lectores de este blog, conoce al menos a una persona gay, sea este hombre o mujer, puede ser su compañero de trabajo, de colegio, de universidad, vecino, o familiar. Mi invitación es a que los aceptemos tal y como son, no los discriminemos o burlemos por su condición. Son personas iguales a ti o a mí, son seres humanos, que sufren y sienten, con virtudes y defectos, que necesitan ser respetados y comprendidos.
Con todos los pros y los contras que implica tener un amigo gay, yo espero seguir contando con su valiosa amistad. Sólo ruego a Dios que el día que me vuelva famoso o me gane el Baloto no se le dé por echarme los perros.
Imagen tomada de: http://www.quieroletras.com/ricky-martin/
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Tengo varios amigos que estaban a favor de la re-elección de Uribe y no por ello he dejado de hablarles, entonces ¿por qué no seguir contando con la amistad de alguien como el?
Cuando lo conocí, el maricómetro marcó positivo, sin embargo, no podía comprobarlo así que no le presté mucha atención y, después de ser amigos por un período de tiempo, ese “detalle” se me había olvidado. Obvio que el tipo aún no había salido del clóset y se encontraba en la etapa del “BE or NOT TO BE”, fue tal mi olvido, que le presenté a una amiga, con quien llegó a tener una corta y apasionada relación, la que finalizó el día en que llegó el momento de irse a la cama y mi amigo no se comportó a la altura de la situación. Mi amiga me retiró sus afectos, dolida por haberle presentado a un galán con la muñeca quebrada, pero que iba a saber yo por ese entonces, si el tipo se lo tenía más guardado que el mismísimo Ricky Martin.
Poco tiempo después de salir del clóset, me compartió la noticia con mucho temor de que dejara de ser su amigo, pero para esos menesteres aplico lo que dice el viejo y conocido refrán “cada quien hace de su culo un candelero”. Por mí, después que no me ponga un dedo en la pierna, puede repartírselo al que le dé la gana. Me aseguró que por ese lado debía estar tranquilo, ya que no soy su tipo de hombre, a él le gustan corpulentos, velludos y adinerados, y yo en cambio soy flaco, tan lampiño como un codo y más limpio que el jopito del niño Dios, así que no cumplo con ninguno de sus “requisitos”… afortunadamente.
Desde el día de su revelación, le he conocido más de cuatro novios, o parejas como ellos le dicen. Varios levantes pasajeros y pretendientes por montón, lo que genera envidia en varias amigas solteronas que tenemos en común, quienes no se cansan de preguntarle cual es su secreto porque ellas no levantan ni para el polvo.
Algo que siempre llamó mi curiosidad era ¿cómo sabía cuál hombre es gay y cuál no lo es?, sobre todo cuando se visten y actúan como todos unos varones. Su respuesta fue sencilla: “ningún hombre straight o heterosexual, le sostiene la mirada a otro por más de dos segundos”, esa es la clave. También me dijo que los homosexuales abundan por doquier, en todos los estratos, clases sociales, profesiones y edades. El gay no es sólo la loca arrebatada del salón de belleza con ademanes exagerados de mujer, o el exhibicionista del gimnasio, también están los señores de corbata, casados o con novia, con hijos, y con una vida casi perfecta, si no fuera, claro está, porque dos tragos de licor hacen que se le aflojen los muelles. ¿Será por eso que mi amigo no se toma un trago cuando esta con gente desconocida? Además me aclaró una información en la que estaba errado por completo y es que la sexualidad de hombre a hombre o mujer a mujer no tiene obligatoriamente que reproducir a la de hombre-mujer. Esto lo corroboré al leer una monografía sobre la homosexualidad de A. Maqueira, en la que se expresa que “para los gays, sentirse atraído por una persona del mismo sexo no implica que se deban adoptar los comportamientos asignados al género contrario. Para construir una identidad de género acorde con el sexo biológico, no es importante si se es homosexual o heterosexual. La homosexualidad es una orientación sexual, no una identidad de género”.
Hoy en día, gracias a sus excelentes relaciones personales y a su gran calidad como ser humano y trabajador, es un alto ejecutivo de una multinacional, reside en una ciudad “open mind” en la que se muestra tal y como es, vive con su pareja hace casi un año, y disfruta cada instante de su vida como si fuera el último.
Como todo en la vida, tener un amigo gay, también tiene sus ventajas y desventajas. Entre las ventajas cuento que son de un gusto exquisito para lo relacionado con la moda y la decoración, así que tienes a un experto a tus órdenes en todo lo referente a esos temas. Son de muy buen ánimo, casi siempre están alegres y ellos solos pueden armar una fiesta en cinco minutos. Son fieles y leales como amigo y se puede contar con ellos pa´ las que sea. ¿Quién mejor que un gay, para decirte cómo vestir cuando quieres impresionar a alguien? ¿Quién mejor para darte ideas de qué regalar? ¿Quién mejor para advertirte y aconsejarte? Estudios han demostrado que las parejas gay, son mucho más estables que las parejas heterosexuales. Entre las desventajas está que, no dejo de sentirme incómodo cuando está con su pareja, por lo que le he pedido a mi amigo que no tenga demostraciones de cariño frente a mí. Otro punto negativo puede ser “el qué dirán”, pero sinceramente a mi me tiene sin cuidado que la gente crea que porque soy su amigo tenga sus mismas preferencias sexuales. Bastante viejo estoy, como para saber quién soy y qué es lo que me gusta. Ahora bien, tampoco se puede cantar victoria y decir “de esta agua no beberé”, porque si se volteó un camión que transportaba 2.000 huevos, ahora que no me voltee yo que sólo tengo dos.
Gran parte de la incomprensión y de los prejuicios que se tienen contra el homosexualismo, proceden de su clasificación como enfermos mentales en el siglo XIX. En 1.973, la asociación Siquiátrica de los Estados Unidos eliminó la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales y en 1.980 del Manual de Clasificación de las Enfermedades Mentales. Así que ¿con qué criterio, alguno de nosotros rechazamos la amistad de un gay?
Me atrevo a decir que cada uno de los lectores de este blog, conoce al menos a una persona gay, sea este hombre o mujer, puede ser su compañero de trabajo, de colegio, de universidad, vecino, o familiar. Mi invitación es a que los aceptemos tal y como son, no los discriminemos o burlemos por su condición. Son personas iguales a ti o a mí, son seres humanos, que sufren y sienten, con virtudes y defectos, que necesitan ser respetados y comprendidos.
Con todos los pros y los contras que implica tener un amigo gay, yo espero seguir contando con su valiosa amistad. Sólo ruego a Dios que el día que me vuelva famoso o me gane el Baloto no se le dé por echarme los perros.
Imagen tomada de: http://www.quieroletras.com/ricky-martin/
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
El Cine en Barranquilla hace 20 Años
En estos días que estuve en cine acompañando a mis sobrinos a ver Alicia en el País de las Maravillas versión en 3D, recordaba cómo era hace 20 años ir al cine.
Empiezo por describir cómo es ir al cine hoy en día; indiscutiblemente, la tecnología hace que sea muy fácil, si estás ubicado en una ciudad medianamente desarrollada, puedes ver en la página Web del teatro la cartelera, algún corto de la película, puedes pagar en línea tu boleta, asignar la silla donde te vas a sentar y si así lo deseas, comprar en la confitería virtual tus comidas no virtuales.
Si no eres amante de la tecnología, y prefieres las cosas de manera tradicional, tienes la opción de verla en la prensa del día o acercarte a cualquier centro comercial, estacionar tu carro en los miles de parqueaderos que hay, llegar a las salas multiplex de cine, y elegir entre las 8 o más películas en cartelera que exhiben en diferentes horarios, dimensiones y lenguaje. Al comprar la boleta, te asignan la silla, por lo que al entrar a la sala no tienes qué pensar, ¿y dónde me sentaré? Además, porque te acompaña un auxiliar de servicio, por llamarlo de alguna forma, quien te orienta y guía con su linterna para que no tropieces en la oscuridad y te puedas sentar rápidamente. La silla es muy confortable, cada una con su portavaso y suficiente espacio para estirar tus piernas, el aire acondicionado de la sala, la pantalla y el sonido a todo dar. Claro, que antes de entrar a la sala, hay que pasar por la confitería, en la que encuentras un variado menú compuesto por crispetas saladas y dulces, perros calientes, sándwiches normales o light, chocolates, agua, bebidas light, gaseosas en todos los sabores y tamaños, los consigues en presentación combo o individual, a precios razonables y un servicio uno A en todo sentido.
Todo muy fácil y cómodo, ¿cierto? Pero, hace mas de 20 años la cosa era muy diferente. En Barranquilla, había muy poco por hacer, así que por esos días ir al cine era todo un plan, y se convertía en una de las salidas más esperadas durante la semana.
Para saber qué películas estaban en cartelera tenías dos opciones, una de ellas era el periódico El Heraldo, si no tenías el periódico, te tocaba pedirlo prestado al vecino o sino hacer uso de la número dos, pasar directamente por las salas de cine y ver la cartelera de las películas, las cuales eran enormes, pintadas a mano con brocha gorda, con los personajes “algo parecidos” a los protagonistas de cada película. Las opciones de salas de cine eran limitadas, sólo estaban el Cinerama 84, Capri, Metro 1 y 2 y ABC 1 y 2.
En el año de 1986, una entrada a cine costaba aproximadamente $800 y un pasaje de bus $150, al igual que una Coca-Cola. Cuando quería ir a cine, mi mamá me daba $1.300, es decir que me alcanzaba para la entrada, los pasajes de ida y regreso y una triste gaseosa de vasito así que, no había derecho a antojos de ningún tipo. Cualquiera que fuera la sala elegida, un grupo de amigos y yo nos íbamos en bus, Caldas Recreo si era el Metro o el ABC y Porvenir Paraíso, si era el Capri o el Cinerama 84.
Las funciones eran a las 3, 6 y 9 pm, y a esa edad, 15, sólo me dejaban ir a la de 3 pm así que, cuando llegábamos nos tocaba hacer fila con el sol en todo su esplendor. Si la fila estaba muy larga la recorríamos de principio a fin buscando una cara amiga o conocida que nos dejara pasar, sin importar si los de al lado se molestaran por nuestra lisura.
Mientras hacíamos la fila diferentes personajes nos amenizaban la espera. En el teatro Capri, había un tipo bajito encorbatado y con un olor a demonios, que piropeaba a todas las mujeres y cantaba “los últimos éxitos de La Billos Caracas Boys”, en el Cinerama 84 estaba un tipo con cara de Vikingo, mono ojos azules, pero más cachaco que “Yo José Gabriel” y al que apodaban “El Caucho” por su asombrosa flexibilidad en todo su cuerpo, su frase más conocida era “…y ahora voy a darme unas pataditas en la cabeza”; al final de cada presentación pedían una donación voluntaria, pero con mis bolsillos casi vacíos, no me tocaba otra sino mirar a otro lado y hacerme el pendejo. También, había un tipo de barba espesa con una caja llena de dulces, entre los que había Bom Bom Bum, Maní Moto, Gudiz y un maní cubano delicioso.
Al llegar a la taquilla para comprar las boletas, siempre atendía una vieja con cara de palo y en el torniquete te esperaba un tipo que rompía la boleta y te entregaba la mitad para que te quedaras con ella, por si la función no terminaba. Otra de las funciones del tipo del torniquete, era no dejar entrar a los jóvenes que no cumplieran la edad censurada por la película. El más famoso y estricto de todos ellos, el Gordo del Capri, por cierto no me dejó entra a ver la película “Bajos instintos” por más que le supliqué y le dije cincuenta mil mentiras acerca de mi edad.
La cafetería, antes no se llamaba confitería, era bastante limitada y recuerdo que además, de gaseosa llena de abejas en vaso pequeño y crispeta en cono de papel, vendían uno que otro chocolate americano, pero con unos precios exageradísimos, por lo que tocaba comprar unas papitas en la tienda de la esquina y escondérselas donde no llegara el sol para poder meterlas al teatro.
La película rara vez empezaba a tiempo, ya que había que esperar al tipo de la moto que traía el rollo de la película de otro teatro.
Al entrar a la sala de cine, lo primero que sentíamos era el olor a guardado y a moho, producto de las inmensas cortinas que “adornaban” las salas y al viejo aire acondicionado. Las sillas eran las propias “amansa loco” y por supuesto que no estaban numeradas, así que al entrar todos corrían a coger los mejores puestos que eran los de la parte de atrás. Para que nadie nos tapara la visibilidad, a todo el que llegaba a sentarse delante nuestro, le decíamos “ese puesto está ocupado”, hasta que llegaba un tipo alto y cabezón al que no le importaban nuestros comentarios y se apoltronaba en esa silla, por lo que tocaba ver la película meneándose de lado a lado para poder leer los subtítulos. En los rincones, se podían encontrar parejitas de novios que aprovechaban la oscuridad para no ver la película sino que más bien hacían la película. Los que llegaban tarde, les tocaba en las sillas de adelante y salían de ahí mareados y con tortícolis. Si la película era buena y en estreno, había muchas posibilidades que nos tocara sentarnos en el pasillo.
No sé por qué razón, cuando apagaban las luces todos gritaban. Recuerdo que en el Capri un tipo se hizo famoso porque ladraba igualito que un perro, y más de una vez encendían las luces para buscar al extraviado canino. También, era fijo el grupito que no paraba de gritar y joder durante toda la película. Gritaban frases como “siento una mano que no es mía, “Ey Mañe suéltala”, “Fulanito busca cuarto”, o “Carlitos mi amor”. Cuando la cosa se tornaba intolerable los empleados del cine los amenazaban con sacarlos no sin antes tomarles una foto y ponerla en la entrada de todas las salas. Que recuerde, jamás vi alguno de mis amigos en una de esas fotos.
Si en plena película la imagen se iba o distorsionaba, la gente gritaba “guayaba, guayaba” sin yo saber por qué. Muchos años después, me enteré que “guayaba” era el sobrenombre del encargado del primer teatro en Barranquilla y dicho grito se extendió a todas las salas de la ciudad.
Tampoco faltaba el tipo que se paraba atrás en plena película y hacia figuras en la pantalla con su sombra o un bobo con un láser, que de seguro alguien le había traído de USA, apuntándole los senos y el trasero a la protagonista.
Cuando la película terminaba más de uno corría hacia el murito ubicado frente a la pantalla y se tiraban desde ahí rodando por toda la alfombra, lo admito, yo también lo hice una que otra vez. Si la película era de artes marciales como “Ninja Americano”, “Karate Kid” o “Retroceder Nunca Rendirse Jamás”, salíamos de ahí tirando patadas y puños, creyéndonos el “chacho” de la película.
Si salíamos del cine Metro, nos comíamos unas exquisitas arepas asadas con queso y un refrescante guarapo. Yo me compraba este delicioso manjar con el dinero del bus de regreso y algo ahorrado de la mesada semanal, así que me tocaba devolverme caminando, o más bien corriendo porque mi grupo de amigos jugaba a “ring ring corre corre” desde que salíamos del cine hasta llegar a la casa.
Así pasaba una tarde de cine, feliz y dichoso, viendo cualquier película, no era importante si había ganado algún Oscar y mucho menos saber con cuántas estrellitas la catalogaba la revista Semana, sólo importaba pasar un rato agradable y poder tener argumentos para hablar acerca de esa película al día siguiente, con los compañeros del colegio.
¡Qué tiempos aquellos!
Imagen tomada de: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/ff/Barranquilla_Teatro_Metro.jpg
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Empiezo por describir cómo es ir al cine hoy en día; indiscutiblemente, la tecnología hace que sea muy fácil, si estás ubicado en una ciudad medianamente desarrollada, puedes ver en la página Web del teatro la cartelera, algún corto de la película, puedes pagar en línea tu boleta, asignar la silla donde te vas a sentar y si así lo deseas, comprar en la confitería virtual tus comidas no virtuales.
Si no eres amante de la tecnología, y prefieres las cosas de manera tradicional, tienes la opción de verla en la prensa del día o acercarte a cualquier centro comercial, estacionar tu carro en los miles de parqueaderos que hay, llegar a las salas multiplex de cine, y elegir entre las 8 o más películas en cartelera que exhiben en diferentes horarios, dimensiones y lenguaje. Al comprar la boleta, te asignan la silla, por lo que al entrar a la sala no tienes qué pensar, ¿y dónde me sentaré? Además, porque te acompaña un auxiliar de servicio, por llamarlo de alguna forma, quien te orienta y guía con su linterna para que no tropieces en la oscuridad y te puedas sentar rápidamente. La silla es muy confortable, cada una con su portavaso y suficiente espacio para estirar tus piernas, el aire acondicionado de la sala, la pantalla y el sonido a todo dar. Claro, que antes de entrar a la sala, hay que pasar por la confitería, en la que encuentras un variado menú compuesto por crispetas saladas y dulces, perros calientes, sándwiches normales o light, chocolates, agua, bebidas light, gaseosas en todos los sabores y tamaños, los consigues en presentación combo o individual, a precios razonables y un servicio uno A en todo sentido.
Todo muy fácil y cómodo, ¿cierto? Pero, hace mas de 20 años la cosa era muy diferente. En Barranquilla, había muy poco por hacer, así que por esos días ir al cine era todo un plan, y se convertía en una de las salidas más esperadas durante la semana.
Para saber qué películas estaban en cartelera tenías dos opciones, una de ellas era el periódico El Heraldo, si no tenías el periódico, te tocaba pedirlo prestado al vecino o sino hacer uso de la número dos, pasar directamente por las salas de cine y ver la cartelera de las películas, las cuales eran enormes, pintadas a mano con brocha gorda, con los personajes “algo parecidos” a los protagonistas de cada película. Las opciones de salas de cine eran limitadas, sólo estaban el Cinerama 84, Capri, Metro 1 y 2 y ABC 1 y 2.
En el año de 1986, una entrada a cine costaba aproximadamente $800 y un pasaje de bus $150, al igual que una Coca-Cola. Cuando quería ir a cine, mi mamá me daba $1.300, es decir que me alcanzaba para la entrada, los pasajes de ida y regreso y una triste gaseosa de vasito así que, no había derecho a antojos de ningún tipo. Cualquiera que fuera la sala elegida, un grupo de amigos y yo nos íbamos en bus, Caldas Recreo si era el Metro o el ABC y Porvenir Paraíso, si era el Capri o el Cinerama 84.
Las funciones eran a las 3, 6 y 9 pm, y a esa edad, 15, sólo me dejaban ir a la de 3 pm así que, cuando llegábamos nos tocaba hacer fila con el sol en todo su esplendor. Si la fila estaba muy larga la recorríamos de principio a fin buscando una cara amiga o conocida que nos dejara pasar, sin importar si los de al lado se molestaran por nuestra lisura.
Mientras hacíamos la fila diferentes personajes nos amenizaban la espera. En el teatro Capri, había un tipo bajito encorbatado y con un olor a demonios, que piropeaba a todas las mujeres y cantaba “los últimos éxitos de La Billos Caracas Boys”, en el Cinerama 84 estaba un tipo con cara de Vikingo, mono ojos azules, pero más cachaco que “Yo José Gabriel” y al que apodaban “El Caucho” por su asombrosa flexibilidad en todo su cuerpo, su frase más conocida era “…y ahora voy a darme unas pataditas en la cabeza”; al final de cada presentación pedían una donación voluntaria, pero con mis bolsillos casi vacíos, no me tocaba otra sino mirar a otro lado y hacerme el pendejo. También, había un tipo de barba espesa con una caja llena de dulces, entre los que había Bom Bom Bum, Maní Moto, Gudiz y un maní cubano delicioso.
Al llegar a la taquilla para comprar las boletas, siempre atendía una vieja con cara de palo y en el torniquete te esperaba un tipo que rompía la boleta y te entregaba la mitad para que te quedaras con ella, por si la función no terminaba. Otra de las funciones del tipo del torniquete, era no dejar entrar a los jóvenes que no cumplieran la edad censurada por la película. El más famoso y estricto de todos ellos, el Gordo del Capri, por cierto no me dejó entra a ver la película “Bajos instintos” por más que le supliqué y le dije cincuenta mil mentiras acerca de mi edad.
La cafetería, antes no se llamaba confitería, era bastante limitada y recuerdo que además, de gaseosa llena de abejas en vaso pequeño y crispeta en cono de papel, vendían uno que otro chocolate americano, pero con unos precios exageradísimos, por lo que tocaba comprar unas papitas en la tienda de la esquina y escondérselas donde no llegara el sol para poder meterlas al teatro.
La película rara vez empezaba a tiempo, ya que había que esperar al tipo de la moto que traía el rollo de la película de otro teatro.
Al entrar a la sala de cine, lo primero que sentíamos era el olor a guardado y a moho, producto de las inmensas cortinas que “adornaban” las salas y al viejo aire acondicionado. Las sillas eran las propias “amansa loco” y por supuesto que no estaban numeradas, así que al entrar todos corrían a coger los mejores puestos que eran los de la parte de atrás. Para que nadie nos tapara la visibilidad, a todo el que llegaba a sentarse delante nuestro, le decíamos “ese puesto está ocupado”, hasta que llegaba un tipo alto y cabezón al que no le importaban nuestros comentarios y se apoltronaba en esa silla, por lo que tocaba ver la película meneándose de lado a lado para poder leer los subtítulos. En los rincones, se podían encontrar parejitas de novios que aprovechaban la oscuridad para no ver la película sino que más bien hacían la película. Los que llegaban tarde, les tocaba en las sillas de adelante y salían de ahí mareados y con tortícolis. Si la película era buena y en estreno, había muchas posibilidades que nos tocara sentarnos en el pasillo.
No sé por qué razón, cuando apagaban las luces todos gritaban. Recuerdo que en el Capri un tipo se hizo famoso porque ladraba igualito que un perro, y más de una vez encendían las luces para buscar al extraviado canino. También, era fijo el grupito que no paraba de gritar y joder durante toda la película. Gritaban frases como “siento una mano que no es mía, “Ey Mañe suéltala”, “Fulanito busca cuarto”, o “Carlitos mi amor”. Cuando la cosa se tornaba intolerable los empleados del cine los amenazaban con sacarlos no sin antes tomarles una foto y ponerla en la entrada de todas las salas. Que recuerde, jamás vi alguno de mis amigos en una de esas fotos.
Si en plena película la imagen se iba o distorsionaba, la gente gritaba “guayaba, guayaba” sin yo saber por qué. Muchos años después, me enteré que “guayaba” era el sobrenombre del encargado del primer teatro en Barranquilla y dicho grito se extendió a todas las salas de la ciudad.
Tampoco faltaba el tipo que se paraba atrás en plena película y hacia figuras en la pantalla con su sombra o un bobo con un láser, que de seguro alguien le había traído de USA, apuntándole los senos y el trasero a la protagonista.
Cuando la película terminaba más de uno corría hacia el murito ubicado frente a la pantalla y se tiraban desde ahí rodando por toda la alfombra, lo admito, yo también lo hice una que otra vez. Si la película era de artes marciales como “Ninja Americano”, “Karate Kid” o “Retroceder Nunca Rendirse Jamás”, salíamos de ahí tirando patadas y puños, creyéndonos el “chacho” de la película.
Si salíamos del cine Metro, nos comíamos unas exquisitas arepas asadas con queso y un refrescante guarapo. Yo me compraba este delicioso manjar con el dinero del bus de regreso y algo ahorrado de la mesada semanal, así que me tocaba devolverme caminando, o más bien corriendo porque mi grupo de amigos jugaba a “ring ring corre corre” desde que salíamos del cine hasta llegar a la casa.
Así pasaba una tarde de cine, feliz y dichoso, viendo cualquier película, no era importante si había ganado algún Oscar y mucho menos saber con cuántas estrellitas la catalogaba la revista Semana, sólo importaba pasar un rato agradable y poder tener argumentos para hablar acerca de esa película al día siguiente, con los compañeros del colegio.
¡Qué tiempos aquellos!
Imagen tomada de: http://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/f/ff/Barranquilla_Teatro_Metro.jpg
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Diatriba a los Fumadores
Para iniciar aclaro que, cuando me refiero a fumadores, no estoy hablando de los que fuman marihuana o cualquier otro alucinógeno, ellos merecen un capítulo aparte y esto será en otra oportunidad.
Esta diatriba va dedicada sólo a los fumadores de cigarrillos normales, los de nicotina, de esos legales que son “aceptados” por la sociedad.
A todos aquellos fumadores, y en nombre de los que no fumamos, quiero decirles que su vicio es asqueroso y repugnante. No sé quién les dijo que fumar se les veía bien, atractivo, sexy, o es cool, al contrario, hay que ver a algunos pelaitos(as) con un cigarrillo en la mano creerse que por fumar se ven de mayor edad, o aún algo más ridículo y estúpido, creer que eso los ayudará a desarrollarse más rápido. Escuchen culicagados(as), lo único que se les va a desarrollar más rápido, es un cáncer en los pulmones o en la boca si siguen fumando. Y si para alguien del sexo opuesto se le hace atractivo el que fumes, créeme que esa persona no vale la pena.
No hay cosa más desagradable para un hombre que besar a una mujer que fume. Por más chicle, menta y Listerine que meta, ese sabor a ceniza rancia les queda en todo su aliento y en cualquier rincón de su cuerpo.
Si ya estás grandecito y eres un adulto, no te des ínfulas de interesante por sostener un cigarrillo entre tus dedos, ni pongas cara de galán de cine medio cerrando tus ojos y frunciendo el ceño cuando le des una bocanada a tu espantoso vicio. Hagas lo que hagas, y fumes como fumes no te ves bien y sólo despiertas deseos de desaparecerte con un clic.
No creas lo que ves en las películas, que después de tener sexo el protagonista inmediatamente se fuma un cigarrillo, y esto lo hacen ver como si fuera la experiencia más grande de este mundo. No, no lo es y nunca lo será, eso sólo es publicidad pagada por las grandes marcas de cigarrillo, para hacerte creer que eso es verdad. En vez de fumar, deberías ocuparte más bien en satisfacer de verdad a tu pareja, que de seguro ya estará pensando en comprarse un vibrador con tal de no sentir tu tufo de alquitrán mezclado con azufre.
Ni hablar del olor a cachimba que queda impregnado en tu ropa, eso sólo se le quitará el día que la incineres, así que no gastes tu dinero en perfumes, porque lo único que lograrás es una terrible mezcla de ceniza y flores silvestres. Hasta donde sé, Channel, Carolina Herrera o Ralph Lauren, no tienen entre sus fragancias algunas con el nombre de Smoke Strawberry o Cenizas del Mar.
¿Y qué me dices de tus dientes? ¿Ya te los viste en el espejo? Están tan amarillos, que lo más blanco que tienes en la boca es una calza metálica que te hiciste hace años; así que, no pretendas echarle la culpa a tu crema dental blanqueadora ni mucho menos a tu odontólogo. Ese amarillo es fruto de la nicotina y nunca podrás disimularlo.
Tampoco creas que por llevar tu cajetilla de cigarros en un estuche finísimo de marca Louis Vuitton de $800.000 tienes clase. Así la lleves enchapada en oro con incrustaciones de diamantes, jamás se te verá, ni te hará bien.
¿Acaso no te has dado cuenta, lo que hace el fumar a tu cuerpo? ¿Nunca has visto siquiera un comercial, una foto o leído un reportaje del daño que le haces a tus pulmones y en general a todo tu cuerpo?, y de paso a todos los que están a tu lado, porque si fuera que sólo aspiraras y te quedaras con eso para ti solo, encima de todo, debemos chuparnos el podrido humo que sale de tu apestosa boca.
¿Te gustaría que el residuo que sale de las cervezas, que me tomo de vez en cuando, te la echara en tu cara? Pues, así mismo nos sentimos los que no fumamos y tenemos la desgracia de tener al lado a alguien como tú.
Si fuera senador de la Republica, presentaría una ley que les prohíba rotundamente a las entidades de salud atender las enfermedades causadas por el cigarrillo. Ese presupuesto, mejor gastarlo en algo más productivo, al fin y al cabo tarde o temprano se van a morir de cáncer, así que sería mejor no botar ese dinerito.
Tampoco vengas con las tristes mentiras y excusas, que tu sólo fumas “los fines de semana”, o “sólo cuando estoy tomando”, o “cuando estás estresado”, o “cuando tienes frío”. Ya nadie te cree, y todos sabemos quién es el que manda entre el cigarrillo y tú.
Sé que no es una tarea fácil dejar semejante vicio. Cuando la adicción es tan grande es muy tortuoso dejarlo. Qué tal si aprovechas esta Semana Santa, época de reflexión, de arrepentimiento, de conversión, empieza por arrepentirte de ese día en que te llevaste tu primer cigarro a la boca y tomas la decisión, tal vez la más importante y saludable decisión en tu vida, dejar de fumar. Esta vez, en vez de gastar tu dinero en irte de vacaciones estos días, úsalo para pagar un tratamiento y dejar el cigarrillo de una buena vez.
Si no tienes claro que significa la palabra DIATRIBA, es que tus neuronas se están muriendo a causa de la nicotina, así que te tocará tomar un diccionario y decirle a un No fumador que te lo explique con manzanitas y plastilina.
Si lo que acabas de leer, te parecen sólo estupideces, te molestó, te llegó o te hirió mucho, entonces te aconsejo que te encierres cinco metros bajo tierra, donde no molestes a nadie más, y te fumes otro cigarrillo que de “seguro” pronto se te pasará.
Foto tomada de: http://www.infinito.org.ar/dejar_de_fumar/img/cigarrillo_mata.jpg
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Esta diatriba va dedicada sólo a los fumadores de cigarrillos normales, los de nicotina, de esos legales que son “aceptados” por la sociedad.
A todos aquellos fumadores, y en nombre de los que no fumamos, quiero decirles que su vicio es asqueroso y repugnante. No sé quién les dijo que fumar se les veía bien, atractivo, sexy, o es cool, al contrario, hay que ver a algunos pelaitos(as) con un cigarrillo en la mano creerse que por fumar se ven de mayor edad, o aún algo más ridículo y estúpido, creer que eso los ayudará a desarrollarse más rápido. Escuchen culicagados(as), lo único que se les va a desarrollar más rápido, es un cáncer en los pulmones o en la boca si siguen fumando. Y si para alguien del sexo opuesto se le hace atractivo el que fumes, créeme que esa persona no vale la pena.
No hay cosa más desagradable para un hombre que besar a una mujer que fume. Por más chicle, menta y Listerine que meta, ese sabor a ceniza rancia les queda en todo su aliento y en cualquier rincón de su cuerpo.
Si ya estás grandecito y eres un adulto, no te des ínfulas de interesante por sostener un cigarrillo entre tus dedos, ni pongas cara de galán de cine medio cerrando tus ojos y frunciendo el ceño cuando le des una bocanada a tu espantoso vicio. Hagas lo que hagas, y fumes como fumes no te ves bien y sólo despiertas deseos de desaparecerte con un clic.
No creas lo que ves en las películas, que después de tener sexo el protagonista inmediatamente se fuma un cigarrillo, y esto lo hacen ver como si fuera la experiencia más grande de este mundo. No, no lo es y nunca lo será, eso sólo es publicidad pagada por las grandes marcas de cigarrillo, para hacerte creer que eso es verdad. En vez de fumar, deberías ocuparte más bien en satisfacer de verdad a tu pareja, que de seguro ya estará pensando en comprarse un vibrador con tal de no sentir tu tufo de alquitrán mezclado con azufre.
Ni hablar del olor a cachimba que queda impregnado en tu ropa, eso sólo se le quitará el día que la incineres, así que no gastes tu dinero en perfumes, porque lo único que lograrás es una terrible mezcla de ceniza y flores silvestres. Hasta donde sé, Channel, Carolina Herrera o Ralph Lauren, no tienen entre sus fragancias algunas con el nombre de Smoke Strawberry o Cenizas del Mar.
¿Y qué me dices de tus dientes? ¿Ya te los viste en el espejo? Están tan amarillos, que lo más blanco que tienes en la boca es una calza metálica que te hiciste hace años; así que, no pretendas echarle la culpa a tu crema dental blanqueadora ni mucho menos a tu odontólogo. Ese amarillo es fruto de la nicotina y nunca podrás disimularlo.
Tampoco creas que por llevar tu cajetilla de cigarros en un estuche finísimo de marca Louis Vuitton de $800.000 tienes clase. Así la lleves enchapada en oro con incrustaciones de diamantes, jamás se te verá, ni te hará bien.
¿Acaso no te has dado cuenta, lo que hace el fumar a tu cuerpo? ¿Nunca has visto siquiera un comercial, una foto o leído un reportaje del daño que le haces a tus pulmones y en general a todo tu cuerpo?, y de paso a todos los que están a tu lado, porque si fuera que sólo aspiraras y te quedaras con eso para ti solo, encima de todo, debemos chuparnos el podrido humo que sale de tu apestosa boca.
¿Te gustaría que el residuo que sale de las cervezas, que me tomo de vez en cuando, te la echara en tu cara? Pues, así mismo nos sentimos los que no fumamos y tenemos la desgracia de tener al lado a alguien como tú.
Si fuera senador de la Republica, presentaría una ley que les prohíba rotundamente a las entidades de salud atender las enfermedades causadas por el cigarrillo. Ese presupuesto, mejor gastarlo en algo más productivo, al fin y al cabo tarde o temprano se van a morir de cáncer, así que sería mejor no botar ese dinerito.
Tampoco vengas con las tristes mentiras y excusas, que tu sólo fumas “los fines de semana”, o “sólo cuando estoy tomando”, o “cuando estás estresado”, o “cuando tienes frío”. Ya nadie te cree, y todos sabemos quién es el que manda entre el cigarrillo y tú.
Sé que no es una tarea fácil dejar semejante vicio. Cuando la adicción es tan grande es muy tortuoso dejarlo. Qué tal si aprovechas esta Semana Santa, época de reflexión, de arrepentimiento, de conversión, empieza por arrepentirte de ese día en que te llevaste tu primer cigarro a la boca y tomas la decisión, tal vez la más importante y saludable decisión en tu vida, dejar de fumar. Esta vez, en vez de gastar tu dinero en irte de vacaciones estos días, úsalo para pagar un tratamiento y dejar el cigarrillo de una buena vez.
Si no tienes claro que significa la palabra DIATRIBA, es que tus neuronas se están muriendo a causa de la nicotina, así que te tocará tomar un diccionario y decirle a un No fumador que te lo explique con manzanitas y plastilina.
Si lo que acabas de leer, te parecen sólo estupideces, te molestó, te llegó o te hirió mucho, entonces te aconsejo que te encierres cinco metros bajo tierra, donde no molestes a nadie más, y te fumes otro cigarrillo que de “seguro” pronto se te pasará.
Foto tomada de: http://www.infinito.org.ar/dejar_de_fumar/img/cigarrillo_mata.jpg
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Epoca de Elecciones
Estamos a dos meses para que se llevan a cabo las elecciones del Congreso, más exactamente el 14 de marzo, en las cuales los colombianos escogeremos quienes serán los próximos senadores y representantes a la cámara de nuestro sufrido y amado país. Así que para estos días podemos ver casi todas las ciudades inundadas de las campañas publicitarias de estos “ilustres” candidatos quienes aspiran a tener una curul en el Congreso y sus “lindos” rostros y figuras empapelan todos los rincones del país.
Algo que llama mucho mi atención son las fotos de estos pintorescos personajes. Estando en Barranquilla, me puse en la tarea de analizarlas y la verdad que las empresas de publicidad se ganan con sudor y mucho esmero ese dinero. En las fotos de las vallas se ven sus rostros inmaculados, muestran una imagen limpia y encantadora de cada candidato. En cuanto a los atuendos que lucen, el ajuar varía dependiendo de la edad, si el aspirante es entrado en años lo visten de saco y corbata para que se vea formal pero para no presumir mucho le aflojan un poco el nudo de la corbata, si el candidato no es viejo pero tampoco tan joven su foto sale de cuerpo entero y tal vez, aparezca sin su chaqueta y con las mangas recogidas para que todos nos comamos el cuento de que el tipo va a camellar duro y parejo. Para los que son jóvenes, la mejor opción es vestirlos de jeans, camisetica estilo Polo y seguramente una pulserita de mil pesos, de esas que venden los hippies en las esquinas, con la idea que sus electores sientan una estrecha cercanía. También es un clásico verlos con la mano en el pecho, con la mirada perdida en el horizonte, o con una pala o cualquier otra herramienta en sus manos (ya me imagino las ampollas del día siguiente), o el puño cerrado y en alto cuando la idea es demostrar mano dura o si ya se sienten ganadores hacen la V de la victoria.
Para esta época todos ellos te prometen el cielo y la tierra, viajan hasta los lugares más apartados de la región y allí se expresan como sólo ellos saben hacerlo, con toda su demagogia y parla pretenden convencer a todos sus posibles marra-electores. Le dan la mano a todos, besan a todas, abrazan a ancianos, cargan a niños sucios y llenos de mocos y sostienen a capa y espada que ellos son el cambio que necesita este país. Cuenta la historia que en una de esas travesias cierto candidato le prometió a un pueblo que si era elegido les construiria un puente para que atravezaran el rio a lo que el pueblo alegó que ellos no tenian rio y éste sin ningun tapujo les respondió "No importa, tambien se los construiré".
En cuanto a los lemas de campaña, se buscan el que más bonito se perciba y escudriñan la mente humana para ver cuál de todos le llegará directo al corazón del pueblo electoral. El slogan es esa frase impactante que señala toda propaganda de campaña, recuerdo algunas famosas como: “Con Belisario sí se puede” (Betancur en Colombia); “Este hombre sí camina” (Carlos Andrés Pérez, Venezuela); “Manos a la Obra” (Virgilio Barco, Colombia); “Renovación ahora o Nunca” (Luis Carlos Galán, Colombia); “Primero los pobres” (Abdalà Bucaram, Ecuador) y el más reciente y célebre de todos “Yes, we can” (Si podemos) del morenito hoy mandatario Americano. Cuando el candidato es de oposición, el slogan golpea con la idea de que es la hora del cambio; cuando el candidato es gobiernista y la administración ha sido un éxito, acentúa la idea de la necesidad de la continuidad y el peligro del cambio.
Quienes son los candidatos en Barranquilla para estas elecciones?, como este país tiene más partidos políticos que niños felices, me quedaría casi imposible hablar de cada uno de ellos así que solo mencionaré los mas “reconocidos”.
Partido de la U (Unidos como debe ser): su más firme candidato al senado es el hijo consentido de un “gran” político quien ya viejo, con una inmensa barriga y cansado de robarle todas las arcas a su región le dejó en herencia el negocito y toda su maquinaria política a su retoño y así todo sigue quedando en familia. Su lema es “Unidos podemos Mas” pero por el bajo mundo se le escucha uno más sonoro que cita “Name el 30% de ese contrato y es tuyo”. Ya tiene su propia página en internet (www.josedavidname.com) y lo podemos ver en sus camisetas Lacoste de $230.000 invitándonos a que soñemos con él, eso más bien sería una pesadilla para mí. En esa misma página pide una donación de $15.000 para colaborar con su campaña, tan pronto la veo me digo “manda embrión de avestruz”!!! Será que si le doy esa cantidad compartirá algo conmigo de su sueldo de senador y las tajadas de las contrataciones? Porque de lo contrario quien debería hacer donaciones es el, por todo lo que ha recibido y lo poco o nada que ha aportado a la región.
Partido Conservador Colombiano (La fuerza que decide): Sus tres aspirantes al senado son viejos zorros en la política. Uno de ellos ha recorrido los más altos cargos públicos, desde secretario privado de la alcaldía de Barranquilla en 1959, pasando por secretario de hacienda del Atlántico en 1968, hasta llegar a ser senador “vitalicio” ya que desde 1974 ha sido reelegido hasta el presente, pero como no, si por esta época su equipo debe estar en cuanto recóndito municipio existe regalando láminas de Eternit y una bolsa de cemento a todos sus habitantes para asegurarse el cupo y seguir “ganándose a pulso” todas los contratos de construcción y reparación de vías en el país. Su slogan es “Seguimos trabajando”…yo le añadiría “…para sacar el dinero de tu bolsillo”.
Cambio Radical (El poder de las Mayorías): Este partido político tiene actualmente en el Atlántico dos curules en el Senado, ambos “curiosamente” del mismo apellido de descendencia árabe (sin contar al actual Alcalde de Barranquilla) y dueños de una de las cadenas más grandes de supermercados del país, constructora y entidades financieras entre otras. Que orgulloso se debe sentir el cacique de la familia de sus hijos y sobrinos que no le han perdido pie ni pisada. Esta vez uno de los actuales senadores no se lanzará ya que enfrenta un juicio desde el 2008 por el delito de celebración indebida de contratos. Al otro como aun no se le ha comprobado nada, si es firme candidato para la reelección y ya me puedo imaginar la peripecias de todos los empleados de las Olímpicas para conseguir los votos que les exigen para poder conservar sus esclavizantes y mal remunerados puestos.
Esta es la lista de los más conocidos, pero en el tapete quedan un ramillete de primíparos que aspiran a tomar parte de la gran torta política, muchachos jóvenes, emprendedores y “vírgenes” de todo vicio pero con alianzas estratégicas poco sanas que harán que tarde o temprano ensucien sus manos o los tiente el demonio de poder y corrupción.
Entonces a quien elegiremos? Será votar por el menos malo?, por el que mejor salga en la foto?, el del slogan más creativo? por el que te pidió un amigo?, por tu ex-compañero de colegio? por el que te prometió un puesto de corbata que nunca llegará?
Creo que cada elector se debe poner en la tarea de leer la hoja de vida y propuestas de cada aspirante, esta debe ser intachable, no pertenecer a un partido político corrupto, tener un programa atractivo y factible, y si ninguno de ellos reúne todos los requisitos pues, la más sabia elección será el voto en Blanco. No te sientas inferior por tu voto en BLANCO, este voto es tan democrático como cualquier otro, desinteresado y responsable. Es evidente que este voto esta devaluado por los políticos pero seguramente porque es al que más le temen. El voto en blanco es democrático y simboliza el rechazo a todas las candidaturas políticas más no al sistema democrático, en el cual aún confío. Ese voto es un digno y templado rechazo a la descomposición que asalta nuestra política.
Elige bien, vota a conciencia, de tu decisión depende la suerte de los próximos 4 años de Colombia.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
Algo que llama mucho mi atención son las fotos de estos pintorescos personajes. Estando en Barranquilla, me puse en la tarea de analizarlas y la verdad que las empresas de publicidad se ganan con sudor y mucho esmero ese dinero. En las fotos de las vallas se ven sus rostros inmaculados, muestran una imagen limpia y encantadora de cada candidato. En cuanto a los atuendos que lucen, el ajuar varía dependiendo de la edad, si el aspirante es entrado en años lo visten de saco y corbata para que se vea formal pero para no presumir mucho le aflojan un poco el nudo de la corbata, si el candidato no es viejo pero tampoco tan joven su foto sale de cuerpo entero y tal vez, aparezca sin su chaqueta y con las mangas recogidas para que todos nos comamos el cuento de que el tipo va a camellar duro y parejo. Para los que son jóvenes, la mejor opción es vestirlos de jeans, camisetica estilo Polo y seguramente una pulserita de mil pesos, de esas que venden los hippies en las esquinas, con la idea que sus electores sientan una estrecha cercanía. También es un clásico verlos con la mano en el pecho, con la mirada perdida en el horizonte, o con una pala o cualquier otra herramienta en sus manos (ya me imagino las ampollas del día siguiente), o el puño cerrado y en alto cuando la idea es demostrar mano dura o si ya se sienten ganadores hacen la V de la victoria.
Para esta época todos ellos te prometen el cielo y la tierra, viajan hasta los lugares más apartados de la región y allí se expresan como sólo ellos saben hacerlo, con toda su demagogia y parla pretenden convencer a todos sus posibles marra-electores. Le dan la mano a todos, besan a todas, abrazan a ancianos, cargan a niños sucios y llenos de mocos y sostienen a capa y espada que ellos son el cambio que necesita este país. Cuenta la historia que en una de esas travesias cierto candidato le prometió a un pueblo que si era elegido les construiria un puente para que atravezaran el rio a lo que el pueblo alegó que ellos no tenian rio y éste sin ningun tapujo les respondió "No importa, tambien se los construiré".
En cuanto a los lemas de campaña, se buscan el que más bonito se perciba y escudriñan la mente humana para ver cuál de todos le llegará directo al corazón del pueblo electoral. El slogan es esa frase impactante que señala toda propaganda de campaña, recuerdo algunas famosas como: “Con Belisario sí se puede” (Betancur en Colombia); “Este hombre sí camina” (Carlos Andrés Pérez, Venezuela); “Manos a la Obra” (Virgilio Barco, Colombia); “Renovación ahora o Nunca” (Luis Carlos Galán, Colombia); “Primero los pobres” (Abdalà Bucaram, Ecuador) y el más reciente y célebre de todos “Yes, we can” (Si podemos) del morenito hoy mandatario Americano. Cuando el candidato es de oposición, el slogan golpea con la idea de que es la hora del cambio; cuando el candidato es gobiernista y la administración ha sido un éxito, acentúa la idea de la necesidad de la continuidad y el peligro del cambio.
Quienes son los candidatos en Barranquilla para estas elecciones?, como este país tiene más partidos políticos que niños felices, me quedaría casi imposible hablar de cada uno de ellos así que solo mencionaré los mas “reconocidos”.
Partido de la U (Unidos como debe ser): su más firme candidato al senado es el hijo consentido de un “gran” político quien ya viejo, con una inmensa barriga y cansado de robarle todas las arcas a su región le dejó en herencia el negocito y toda su maquinaria política a su retoño y así todo sigue quedando en familia. Su lema es “Unidos podemos Mas” pero por el bajo mundo se le escucha uno más sonoro que cita “Name el 30% de ese contrato y es tuyo”. Ya tiene su propia página en internet (www.josedavidname.com) y lo podemos ver en sus camisetas Lacoste de $230.000 invitándonos a que soñemos con él, eso más bien sería una pesadilla para mí. En esa misma página pide una donación de $15.000 para colaborar con su campaña, tan pronto la veo me digo “manda embrión de avestruz”!!! Será que si le doy esa cantidad compartirá algo conmigo de su sueldo de senador y las tajadas de las contrataciones? Porque de lo contrario quien debería hacer donaciones es el, por todo lo que ha recibido y lo poco o nada que ha aportado a la región.
Partido Conservador Colombiano (La fuerza que decide): Sus tres aspirantes al senado son viejos zorros en la política. Uno de ellos ha recorrido los más altos cargos públicos, desde secretario privado de la alcaldía de Barranquilla en 1959, pasando por secretario de hacienda del Atlántico en 1968, hasta llegar a ser senador “vitalicio” ya que desde 1974 ha sido reelegido hasta el presente, pero como no, si por esta época su equipo debe estar en cuanto recóndito municipio existe regalando láminas de Eternit y una bolsa de cemento a todos sus habitantes para asegurarse el cupo y seguir “ganándose a pulso” todas los contratos de construcción y reparación de vías en el país. Su slogan es “Seguimos trabajando”…yo le añadiría “…para sacar el dinero de tu bolsillo”.
Cambio Radical (El poder de las Mayorías): Este partido político tiene actualmente en el Atlántico dos curules en el Senado, ambos “curiosamente” del mismo apellido de descendencia árabe (sin contar al actual Alcalde de Barranquilla) y dueños de una de las cadenas más grandes de supermercados del país, constructora y entidades financieras entre otras. Que orgulloso se debe sentir el cacique de la familia de sus hijos y sobrinos que no le han perdido pie ni pisada. Esta vez uno de los actuales senadores no se lanzará ya que enfrenta un juicio desde el 2008 por el delito de celebración indebida de contratos. Al otro como aun no se le ha comprobado nada, si es firme candidato para la reelección y ya me puedo imaginar la peripecias de todos los empleados de las Olímpicas para conseguir los votos que les exigen para poder conservar sus esclavizantes y mal remunerados puestos.
Esta es la lista de los más conocidos, pero en el tapete quedan un ramillete de primíparos que aspiran a tomar parte de la gran torta política, muchachos jóvenes, emprendedores y “vírgenes” de todo vicio pero con alianzas estratégicas poco sanas que harán que tarde o temprano ensucien sus manos o los tiente el demonio de poder y corrupción.
Entonces a quien elegiremos? Será votar por el menos malo?, por el que mejor salga en la foto?, el del slogan más creativo? por el que te pidió un amigo?, por tu ex-compañero de colegio? por el que te prometió un puesto de corbata que nunca llegará?
Creo que cada elector se debe poner en la tarea de leer la hoja de vida y propuestas de cada aspirante, esta debe ser intachable, no pertenecer a un partido político corrupto, tener un programa atractivo y factible, y si ninguno de ellos reúne todos los requisitos pues, la más sabia elección será el voto en Blanco. No te sientas inferior por tu voto en BLANCO, este voto es tan democrático como cualquier otro, desinteresado y responsable. Es evidente que este voto esta devaluado por los políticos pero seguramente porque es al que más le temen. El voto en blanco es democrático y simboliza el rechazo a todas las candidaturas políticas más no al sistema democrático, en el cual aún confío. Ese voto es un digno y templado rechazo a la descomposición que asalta nuestra política.
Elige bien, vota a conciencia, de tu decisión depende la suerte de los próximos 4 años de Colombia.
Antonio Javier Guzmán P.
ajguz@yahoo.com
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